Rusia: los que se niegan a ponerse el uniforme para ir a la guerra
El ejército prosigue la campaña de reclutamiento y, sin embargo, aunque se trata de un fenómeno silencioso y difícil de evaluar, algunos rusos siguen intentando evitar servir en la fuerza.
Con la primavera de 2023 y la desaparición de la nieve, vuelven las protestas silenciosas y anónimas: mensajes con tiza en las aceras, pintados en las paredes, las carreteras o los bancos de los jardines públicos. “No a la guerra”, “esta guerra no es nuestra”, estas palabras se trazan a veces con los colores azul y amarillo de la bandera ucraniana.
Los transeúntes las mi- ran furtivamente o apartan ostentosamente la vista. En cualquier caso, los mensajes se borran sistemática y rápidamente. La oposición a alistarse en el ejército también es casi silenciosa.
No se sabe cuántas personas rechazan el servicio militar o la movilización parcial, pero en Rusia sigue habiendo activistas que las apoyan. Sin embargo, no hay familiares ni amigos íntimos que hablen de su situación: prefieren no correr el riesgo de hacerlo públicamente.
Algunos militantes se toman en serio su activismo, pero mantienen un perfil bajo, como Elena Popova, coordinadora del movimiento de objetores de conciencia.
“Una mujer me llamó para decirme que su marido ha abandonado su unidad, que lleva siete meses escondido en Rusia, y que busca ayuda. Tuve que explicarle que su caso es difícil y complicado, porque lleva mucho tiempo huido. Si nos hubieran consultado inmediatamente, o al menos en un plazo de dos días, habríamos podido emprender acciones en la justicia”, comentó.
Recursos legales
Algunos se quedaron petrificados ante una movilización parcial que nadie esperaba, y pocos rusos de a pie conocen sus derechos en una situación así.
Elena Popova recuerda incansablemente las normas y los recursos posibles. “En un plazo de dos días, no se abre ninguna causa penal por abandono no autorizado de la unidad. Este hombre podría, por ejemplo, haber elaborado un poder notarial a través de su esposa, ella habría concertado una cita por él, y él habría ido a ver a un psiquiatra de forma independiente”.
“Habría obtenido un diagnóstico que le habría ayudado, porque en un caso como el suyo, todos sufren trastornos traumáticos, depresión y ansiedad. Y esa habría sido una buena base para enfrentarse a los médicos del hospital militar. Por lo demás, si una persona quiere evitar llegar a eso, puede simplemente escribir un texto diciendo que sus creencias y su conciencia no le permiten disparar y matar a la gente, y que exige ejercer su derecho constitucional al servicio civil”, comentó la activista.
Poco o nada se sabe de estos hombres que se esconden con familiares o en la naturaleza. No se ha hecho ningún anuncio oficial. Es a través del boca a boca o de conversaciones privadas como se enteran de que estas situaciones no son necesariamente muy aisladas.
Como una mujer moscovita que relató con un irónico sentido del humor la escena que acababa de vivir: “No tendré dentista durante al menos 3 años. Cuando llamé para pedir cita, su secretaria me dijo que estaba en la cárcel por negarse a movilizarse. Habría varios en este caso en su celda”.
Las penas, sin embargo, son conocidas: 3 años entre rejas por negarse a una movilización parcial, y 5 años si un hombre que ya se ha alistado huye.
Desde el fin, o al menos según las declaraciones oficiales, de la movilización parcial, el ejército ruso no ha dejado de reclutar. Según las últimas cifras publicadas por el vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Dmitri Medvédev, más de 117.400 personas han firmado contratos desde principios de 2023. El ejército actual también gestiona el reclutamiento de la primavera boreal. Comenzó el 1 de abril y finalizará el 15 de julio.
Junto con el reclutamiento de otoño, este es uno de los períodos en los que Arseny Levinson tiene más trabajo. Es abogado y asesora gratuitamente a todos los que quieren evitar el servicio militar. Y desde el comienzo de “la operación especial”, como siempre dice el Kremlin, según él, hay más gente que quiere escapar.
“Mi sensación es que la primavera pasada, justo después del comienzo de la guerra, había más gente que pedía hacer el servicio civil en lugar del militar. Pero ahora, cada vez más ciudadanos ya no creen en los medios legales para defender aquello en lo que creen. Los que en otras circunstancias buscarían un servicio alternativo simplemente huyen de la oficina de registro militar, o incluso abandonan el país”, afirmó el abogado. (Fuente RFI).