“El entusiasmo es una extensión y la única manera de extendernos es el otro”
Unos posteos en su muro de Facebook dieron forma a Salomón Goldfarb, un vendedor viudo. Mauricio Kartun creó “Salo solo. El patrullero del amor”.
ramaturgo, docente y director, Mauricio Kartun pasó a la escritura de narrativa a partir de un ejercicio realizado en pandemia, cuando sentía que no podía ni fantasear con ensayar y transformar un texto en obra de teatro: unos posteos exploratorios en su muro de Facebook dieron forma a Salomón Goldfarb, un vendedor viudo que apenas pasó los 60 e intenta establecer vínculos nuevos, confrontándose a experiencias que son narradas en "Salo solo. El patrullero del amor", la
Dprimera novela del autor de "El niño argentino".
Los relatos que devinieron novela se publicaban semanal y quincenalmente, y fueron apareciendo como "una especie de saga hipotética" de la que el autor de obras como "Terrenal" o "Ala de criados" dice que "no tenía mucha idea", aunque avanzó, los volcó a un blog y después llegó la propuesta de Alfaguara.
Antes de ir a un ensayo de su obra "La vis cómica", que se reestrena en el Centro Cultural de la Cooperación el 20 de junio, Kartun (San Martín, 1946) nos recibe en su casa de Villa Crespo y se dispone a una charla en un living con una mesa baja con pilas de libros y varias máscaras en un talento del teatro y las letras.
la biblioteca y las paredes que rodean su escritorio.
Esta casa la comparte con Mónica Estévez, su compañera y madre de sus dos hijos, a quien el autor también le ha dedicado un largo posteo de Facebook en el que celebra ese amor. "Fue una lectora cotidiana de esos textos. Igual teníaentusiasmo,
mos una convención armada que era 'léela cuando la suba'. Siempre ha sido mi primera lectora desde mis primeras obras. Confío mucho en su mirada pero a la vez es algo orgánico porque lo que a veces vas compartiendo, se plasma en algún momento en lo que escribís", describe con un sello que lo caracteriza y trasladó al mundo de ese Salo que empieza la novela con problemas para dormir, muy confiado en los efectos del Rivotril, y se va transformando a lo largo de los 15 capítulos.
—¿Salo fue lo primero que apareció?
—Sí, apareció el personaje. Me daba vueltas hacía mucho tiempo la hipótesis del simulador, del patrullero del amor, el viudo sesentón que descubre que en realidad la felicidad en la vida está en encontrar a otros, entonces empieza a circular después de no haberlo hecho nunca en su vida y de pronto se incorpora al mundo del deseo, del amor, del galanteo. Tenía un par de capítulos pensados y fue apareciendo pero en esta hipótesis de compartir. Ningún escritor profesional hubiese hecho un disparate como este de escribir un relato, especulando con cuánto tiempo podía leer la gente en pantalla y yo los publicaba, leía comentarios o los escuchaba y en función de eso volvía al texto, corregía y volvía a subir una nueva versión. Algunos tuvieron seis o siete versiones. Por supuesto, los lectores nunca se enteraron porque nadie lee más de una vez.