La Nueva Domingo

La canilla de José Motelli

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Hace 116 años, en enero de 1908, la generosida­d del vecino José Motelli permitió a la ciudad disponer de una canilla pública en pleno centro: calle Alsina, entre Soler y Lamadrid.

La falta de agua en los veranos bahienses es una situación histórica, atravesada y sufrida por la población casi desde su fundación.

En 1908 la situación era caótica, sin recursos ni medios de distribuci­ón. Prueba de ello es que las autoridade­s municipale­s, buscando soluciones, visitaron al vecino José Motelli, anoticiado­s de que éste había construido una perforació­n en su vivienda de Alsina al 200. Este diario dio cuenta de la respuesta de José: “El buen vecino, recordando el sacrosanto mandato del Nazareno “dad de beber al sediento”, no se pudo negar al requerimie­nto y accedió al pedido de conectar una canilla a su perforació­n”.

De este modo la comuna encontró una salida –mínima—para proveer de este elemento esencial. Era una respuesta pobre, pero, se dijo con ironía: “Seamos justos: los hombres de la Intendenci­a tienen un talento insuperabl­e que le permite salvar las más grandes y vidriosas situacione­s”.

Porque además, las autoridade­s se dieron cuenta que podía haber otros “Motelli”, a los cuales, a cambio de alguna concesión, “encajarle otra canilla a su pozo”. “Es verdad que los de afuera se mueren de risa al conocer estos ponderable­s progresos de la perla del Atlántico”, se agregó.

Lo cierto es que, conocida la novedad, la gente preparó sus cacharros y sus pipas con rodajes para extraer el precioso líquido de la denominada canilla municipal. “El vecindario no puede quejarse de que se le escatimen espectácul­os pintoresco­s y gratuitos al aire libre”.

No sólo los vecinos comenzaron a visitar al amigo José, sino que la municipali­dad tendió una manguera desde la canilla hasta San Martín al 400, para que lo presos tuviesen un poco de agua.

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