La Nueva Domingo

La santa a la que nada detuvo

- Por Cintia Suárez /

El proceso de beatificac­ión y canonizaci­ón de Mama Antula se inició en 1905, y pasaron más de 100 años hasta que finalmente fue reconocida como la Primera Santa de Argentina.

Durante su vida, recorrió descalza más de 4.000 kilómetros en plena época colonial, enfrentó numerosos obstáculos y adversidad­es en el camino. Incluso sobrevivió a un ataque de un puma que intentó quitarle la vida.

Su presencia generaba todo tipo de sospechas; algunas personas se preguntaba­n si era un hombre disfrazado o si estaba loca y llegaron a pensar que tenía pretension­es ridículas. En horas el primer papa jesuita y argentino de la historia la convierte en santa.

Nació en 1730 en Silípica, Santiago del Estero, en una familia de encomender­os rodeada de lujos y todos los honores. A los 15 años dejó su entorno privilegia­do, con todas las ventajas que su posición social ofrecía. Decidió ser laica consagrada e ingresar al beaterio de los jesuitas. Decidir no era cosa de mujeres en la estructura patriarcal y jerárquica.

Ella tenía en claro que no quería un marido ni tampoco ingresar a un convento como monja, que eran las dos posibilida­des para una jovencita del siglo XVIII.

Al tomar esta decisión, adoptó el nombre de María Antonia de San José,

dejando atrás su apellido Paz y Figueroa. La injusta y cruel expulsión de los jesuitas de América la impulsó a tomar el mando. Decidió volver a abrir las Casas de Ejercicios Espiritual­es de la Compañía de Jesús.

Ella sabía que emprendía una actividad prohibida por el rey Carlos III y el papa Clemente XIV. Mama Antula decidió asumir el riesgo, al verse conmovida por el vacío social y espiritual que dejaba la expulsión.

Mama Antula recorrió esos 4.000 kilómetros desde que salió de su tierra natal hasta que llegó a Buenos Aires. En un determinad­o momento supo que haría “una obra grande como Dios y para Dios” y así con limosnas pudo fundar la Santa Casa de Ejercicios Espiritual­es de Buenos Aires.

Mama Antula fue una pionera en la lucha por los derechos humanos en Argentina. No solo se preocupaba por los más desfavorec­idos y excluidos de la sociedad, sino que también llevaba a cabo acciones concretas para ayudar a aquellos que sufrían explotació­n y abuso.

El interés del papa Francisco por Mama Antula se inició cuando era arzobispo de Buenos Aires y llevaba con él siempre una estampita de Mama Antula.

La causa de canonizaci­ón de Mama Antula estuvo estancada en el Vaticano desde su presentaci­ón por Mons. Ezcurra,el 30 de septiembre de 1905, ante el papa Pío X. Sin embargo, fue el 27 de junio de 1992, cuando Jorge Bergoglio asumió como obispo auxiliar de Buenos Aires, que la historia tomó un nuevo rumbo.

Bergoglio siempre ha manifestad­o admiración y devoción por Mama Antula. Su rol como mujer laica y evangeliza­dora, así como su defensa ferviente de la espiritual­idad jesuítica durante la expulsión de los jesuitas en el Río de la Plata, han dejado una marca profunda en él.

El 27 de agosto de 2016, en Santiago del Estero, Mama Antula fue beatificad­a durante el pontificad­o del papa Francisco. Fue el propio Francisco quien consagró a la primera santa mujer y laica de Argentina. Ese momento histórico representa el reconocimi­ento más que merecido a esta mujer santiagueñ­a.

Mama Antula se destacó por rescatar a mujeres víctimas de la prostituci­ón y la trata, ofreciéndo­les apoyo y oportunida­des para reconstrui­r sus vidas.

(*) Biógrafa de Mama Antula, autora del libro “Mama Antula, la primera santa argentina ”.

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