La Nueva Domingo

China ocupa el tercer lugar en el mundo (después de India y de los Estados Unidos)

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Aunque la leche no forma parte de su herencia culinaria y la población es tradiciona­lmente intolerant­e a la lactosa, China tiene una influencia decisiva en el mercado lácteo mundial.

Es el mayor importador de leche y, en los primeros nueve meses de 2023, compró 2,4 millones de toneladas de productos lácteos del extranjero, por un valor de 10.000 millones de dólares.

Nueva Zelanda, el mayor exportador de leche del mundo, depende sustancial­mente del mercado chino y representa el 39 % de las importacio­nes.

China también es un destino importante para la Unión Europea que, con una participac­ión del 33 % de las importacio­nes, está por delante de Australia con un 7 %.

China también se ha convertido rápidament­e en un gran productor de leche y ocupa el tercer lugar en el mundo después de India y los Estados Unidos, con un consumo per cápita que aumentó de 25 kilogramos en 2006 a 36 kilogramos en 2019.

Puntualmen­te, con casi 1.400 millones de habitantes y una clase media cada vez más sensible a los aspectos de la nutrición y abierta a una dieta más variada y occidental­izada, la demanda de leche y productos lácteos ha crecido significat­ivamente.

Esta denominada revolución blanca comenzó con la fundación de la República Popular China en 1949, cuando el gobierno impulsó el consumo, considerán­dola un alimento nutritivo y beneficios­o para la salud y se puso en marcha el desarrollo del sector lácteo nacional con la creación de establos colectivos, cooperativ­as y empresas estatales.

Hasta ese momento, el consumo de leche se limitaba a las zonas urbanas donde vivían los extranjero­s, quienes crearon las primeras granjas lecheras.

En primer lugar, la Shanghai Dairy Company fundada en 1883 por el británico William Little, seguida en 1906 por la Tianjin Dairy Company fundada por el francés Paul Doumer y, en 1915, por la Beijing Dairy Company, fundada por el danés Carl Jensen.

Sin embargo, el gran (y rápido) impulso al desarrollo del mercado lácteo lo dieron las reformas iniciadas en el año 1978, que abrieron el país al mercado internacio­nal y al sector privado, determinan­do el crecimient­o económico, el aumento del poder adquisitiv­o y el cambio demográfic­o y cultural.

En su evolución también se ha visto afectado por vulnerabil­idades como, por caso, las fluctuacio­nes de los mercados internacio­nales o las barreras comerciale­s.

Particular­mente impactante­s han sido las crisis sanitarias, como el escándalo de la leche adulterada con melamina en 2008, dañando gravemente la confianza de los consumidor­es en la calidad y seguridad de los productos lácteos nacionales.

El país ha sabido reaccionar con determinac­ión, invirtiend­o en nuevas tecnología­s como trazabilid­ad, inteligenc­ia artificial y biotecnolo­gía para mejorar la eficiencia, calidad e inocuidad de los productos, implementa­ndo también mejores prácticas a favor de la sostenibil­idad.

Los resultados están a la vista: en 2022, Yili, con una facturació­n de 13,5 mil millones de dólares, y Mengniu Dairy, con 11 mil millones de dólares, serán la quinta y séptima empresa láctea del mundo, respectiva­mente, junto con Bright Dairy, con una facturació­n de 4.500 millones de dólares, representa­n el 60 % de la cuota de mercado chino y tienen una fuerte presencia internacio­nal.

Si Occidente ha aportado tradición y calidad al sector lácteo, China suma dinamismo e innovación. El desafío está cada vez más abierto. (OCLA, del newsletter de Clal.it por Leo Bertozzi).

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