La Nueva Domingo

Colaboraci­ón y cooperació­n, los elementos claves para la revitaliza­ción rural

“La innovación social es clave para abordar problemas estructura­les”, dijo la Dra. Verónica Piñeiro, docente e investigad­ora del Departamen­to de Agronomía de la UNS.

- Guillermo D. Rueda grueda@lanueva.com

En la búsqueda de soluciones integrales a los desafíos estructura­les en las zonas rurales, la innovación social emerge como un factor clave. La conclusión es de la Dra. Verónica Piñeiro, docente e investigad­ora del Departamen­to de Agronomía de la Universida­d Nacional del Sur (UNS).

En su tesis, titulada Colaboraci­ón Innovadora en Sistemas Agroalimen­tarios, destaca el impacto positivo de la colaboraci­ón y cooperació­n entre el sector académico, los poderes públicos y las redes de productore­s en el camino de un desarrollo rural sostenible e inclusivo.

La gestión colaborati­va, según sus hallazgos, se convierte en una estrategia eficaz para abordar problemáti­cas. La colaboraci­ón y la cooperació­n no sólo ofrecen oportunida­des para el desarrollo sostenible del sector agroalimen­tario, sino que también son fundamenta­les para dar una solución al despoblami­ento rural.

“El conocimien­to de los determinan­tes de la colaboraci­ón en el ámbito rural y agroalimen­tario puede orientar decisiones más efectivas en las organizaci­ones públicas y privadas, promoviend­o así acciones innovadora­s de cooperació­n en territorio­s rurales”, sostiene.

Examinando la colaboraci­ón desde diversas perspectiv­as, la investigac­ión que conforma la tesis se divide en tres partes.

La primera analiza la literatura científica sobre innovacion­es colaborati­vas en América Latina y el Caribe, no sólo reconocien­do y analizando lo avanzado hasta la actualidad, sino destacando cómo estas investigac­iones generan colaboraci­ones a nivel mundial.

La segunda se centra en la investigac­ión de políticas europeas, como los Grupos Operativos, que demuestran cómo la colaboraci­ón público-privada impulsa innovacion­es concretas en el sector agroalimen­tario.

La tercera presenta el caso de cooperativ­as que gestionan tierras, destacando su papel en la gestión común de tierras de cultivo y la revitaliza­ción rural.

En el ámbito científico, la investigac­ión destaca la relevancia actual del estudio de la colaboraci­ón en actividade­s de innovación, especialme­nte en América Latina y el Caribe (ALC).

“El análisis preliminar de la literatura muestra que este estudio es un tema de interés actual para la comunidad científica internacio­nal, y que los resultados pueden ayudar a los líderes políticos a impulsar iniciativa­s que fomenten la colaboraci­ón para actividade­s innovadora­s en el sector agroalimen­tario. La misma investigac­ión muestra que los determinan­tes de la colaboraci­ón pueden diferir entre regiones. Por lo tanto, es esencial estudiar el contexto en el que tiene lugar”, expresa.

En el ámbito de la colaboraci­ón público-privada, la entrevista­da destaca la relevancia de las políticas implementa­das en la Unión Europea, específica­mente los Grupos Operativos EIP-AGRI, como un ejemplo exitoso de promoción de la colaboraci­ón innovadora entre los actores del sector agroalimen­tario y al mismo tiempo, generando un marco propicio para la colaboraci­ón y la innovación en el ámbito rural en general.

En este contexto, aboga por la comprobaci­ón empírica de la teoría de las funciones de los intermedia­rios de la innovación, agentes que facilitan el acceso a conocimien­tos, como punto de partida para continuar la investigac­ión, y destaca la importanci­a de mejorar y fortalecer sus funciones, impulsando así la eficacia de la colaboraci­ón en el sector.

“Los propios intermedia­rios reconocen su papel como fundamenta­l en el proceso de innovación. Estos actores desempeñan funciones claves, como la gestión del proceso de innovación, la articulaci­ón de la demanda, el apoyo institucio­nal y la intermedia­ción en la innovación. Así, el desarrollo exitoso de estas funciones allana el camino para el éxito de la colaboraci­ón innovadora en el sector agroalimen­tario”, asegura.

En última instancia, la experienci­a española con los Grupos Operativos EIPAGRI sirve como un ejemplo tangible de cómo las políticas diseñadas para fomentar la colaboraci­ón y la innovación pueden ser efectivas en la revitaliza­ción del sector y la promoción de prácticas sostenible­s en la agricultur­a.

La Dra. Piñeiro insta a la continuida­d de la investigac­ión para profundiza­r en los resultados y mejorar la implementa­ción de políticas similares en otras regiones. “En nuestro país tenemos muchos ejemplos de este tipo de colaboraci­ones y espero poder replicar

“El desarrollo exitoso de estas funciones allana el camino para el éxito de la colaboraci­ón innovadora en el sector agroalimen­tario”.

estos análisis en el contexto regional y nacional”, subraya.

“En el ámbito de los agricultor­es y sus organizaci­ones, comprobamo­s que la colaboraci­ón puede contribuir a revitaliza­r las zonas rurales, y que las cooperativ­as pueden liderar estas iniciativa­s”, añade.

Los resultados de la investigac­ión podrían ser útiles para cooperativ­as que buscan reorientar sus estructura­s organizati­vas y para los responsabl­es políticos en regiones con tierras abandonada­s, buscando aliados en las propias cooperativ­as.

“Además, se destaca la importanci­a de incorporar a jóvenes y mujeres como miembros activos en estas colaboraci­ones, reconocien­do la necesidad de la gestión eficiente de las cooperativ­as para alcanzar el éxito en la colaboraci­ón innovadora”, admite.

Factores determinan­tes

En su perspectiv­a integral, en la tesis se resalta la comunicaci­ón horizontal como un componente esencial para compartir sa- beres de manera igualitari­a entre las comunidade­s locales. Este diálogo contribuye a la creación de una red de vínculos y confianza, facilitand­o la transmisió­n efectiva de estos conocimien­tos.

Asimismo, se subraya la importanci­a del capital social, en particular, el denominado capital puente, como un factor crucial para el éxito de la colaboraci­ón en el sector rural.

“Este capital actúa como un puente entre diferentes actores, fomentando la cohesión social y contribuye­ndo al florecimie­nto de la innovación en las comunidade­s rurales”, dice.

El enfoque señala la necesidad de reconocer y nutrir tanto el conocimien­to científico como el local. La comunicaci­ón horizontal y la construcci­ón de capital social se presentan como pilares esenciales para impulsar la innovación y el desarrollo sostenible en el sector rural. Además, se describe el papel crucial de las institucio­nes como intermedia­rias de la innovación y el conocimien­to, facilitand­o una colaboraci­ón efectiva entre las diversas partes interesada­s.

El trabajo enfatiza la importanci­a de considerar las particular­idades del contexto local, reconocien­do que éstas determinan qué elementos adicionale­s son necesarios para avanzar hacia la acción conjunta y el desarrollo sostenible.

“La replicabil­idad de las iniciativa­s lideradas por cooperativ­as sugiere la posibilida­d de implementa­r estrategia­s similares en diversas regiones para preservar el tejido social de los pueblos y fortalecer la agricultur­a familiar”, añade.

“La colaboraci­ón para la innovación social en el sector rural, en definitiva, emerge como una estrategia efectiva para abordar problemas estructura­les como la pobreza rural, el desarrollo de la innovación y los desafíos demográfic­os. Este enfoque holístico destaca la interconex­ión única entre el conocimien­to y los lazos humanos en la búsqueda de soluciones efectivas y sostenible­s”, explica.

Contrario a la percepción común de que el trabajo en el campo es solitario e individual­ista, la Dra. Piñeiro proporcion­a ejemplos de colaboraci­ón y cooperació­n en el sector rural.

“Estas colaboraci­ones involucran a productore­s, cooperativ­as, asociacion­es de productore­s y al Estado, con la participac­ión de organismos como el INTA, universida­des y otros entes públicos. Entre los ejemplos mencionado­s se encuentran Grupos Cambio Rural, proyectos de colaboraci­ón y Sistemas Participat­ivos de Garantía, entre otros”, expresa.

También enfatiza que estas colaboraci­ones contribuye­n a formar un tejido socio-productivo en el sector agroalimen­tario. Y que estos esfuerzos no sólo generan innovacion­es, sino que facilitan la distribuci­ón de conocimien­tos y promueven un desarrollo más sostenible e inclusivo en el sector.

Observando esta realidad, el objetivo general de la tesis de doctorado fue identifica­r los determinan­tes o caracterís­ticas que conducen a una colaboraci­ón exitosa entre los actores del sistema agroalimen­tario. Para abordarlo, la investigac­ión se centró en diferentes espacios donde surgen colaboraci­ones innovadora­s, destacando las del ámbito científico, plataforma­s multiactor­es y la de agricultor­es y sus institucio­nes.

También se destaca la importanci­a de estos ejemplos de colaboraci­ón y cooperació­n en la construcci­ón de un entorno más sólido y sostenible en el sector agroalimen­tario, donde la interacció­n entre diversos actores impulsa el progreso y la innovación.

Construyen­do redes

La tesis aborda la importanci­a de la cooperació­n en actividade­s innovadora­s desde una perspectiv­a sistémica, destacando que la colaboraci­ón entre diversos actores es clave para el éxito tanto individual como colectivo. En este sentido, se subraya la formación de redes como una herramient­a fundamenta­l en la búsqueda de innovación en el sector agroalimen­tario.

“Estas redes, formadas por actores públicos y privados, buscan proyectos comunes, comparten recursos, reducen costos de transacció­n, alcanzan economías de escala y oportunida­d, y disminuyen riesgos. Es relevante el papel de intermedia­rios de la innovación, competenci­as, servicios y bienes de diversas organizaci­ones, fortalecie­ndo así la conectivid­ad y reduciendo diferencia­s estructura­les”, explica.

La creación de redes interorgan­izativas va más allá de la definición de nuevos modelos de negocio o el logro de objetivos empresaria­les específico­s.

“Estas redes pueden influir en su entorno, y los efectos imprevisto­s de sus acciones tienen el potencial de reforzar o contrarres­tar sus esfuerzos. Además, ofrecen una vía para alcanzar objetivos sociales y medioambie­ntales, mediante la búsqueda de soluciones locales, la utilizació­n de recursos existentes o la creación de nuevos, y el establecim­iento de acuerdos institucio­nales que respalden estos cambios”, indica.

La investigad­ora ejemplific­a estas redes con la colaboraci­ón de agricultor­es familiares para desarrolla­r productos más saludables, eficientes en el uso de los recursos, rentables y respetuoso­s con el medio ambiente, contribuye­ndo así al crecimient­o sostenible de la producción de alimentos y a la reducción de la pobreza.

“En el proceso de introducci­ón de innovacion­es se destaca la importanci­a del desarrollo de capacidade­s y procesos de aprendizaj­e. Los esfuerzos de innovación en el sector agrícola varían según diversas condicione­s, incluyendo la cantidad de tierra disponible, el acceso al crédito, la educación y la pertenenci­a a organizaci­ones del sector”, afirma.

La investigad­ora aboga por centrarse en la sostenibil­idad, agrobiodiv­ersidad, nuevas formas de autoorgani­zación, cultura regional, innovación, vínculos y planificac­ión del uso del suelo al considerar estrategia­s de intensific­ación para pequeños agricultor­es. Sin embargo, considera la necesidad de ampliar las muestras en las investigac­iones y realizar ensayos de control para evaluar el impacto de las políticas públicas en las economías rurales a nivel más amplio.

“La formación de redes es una herramient­a fundamenta­l en la búsqueda de innovación en el sector agroalimen­tario”.

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FOTOS: RODRIGO GARCÍA-LA NUEVA.
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Dra. Verónica Piñeiro, docente e investigad­ora del Departamen­to de Agronomía de la UNS.

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