Once historias con personajes asombrosos
La obra tiene prólogo de Jorge Fernández Díaz. El reconocido escritor y periodista dice que su autor, Roberto Ulloa, “ha escrito un libro inolvidable” y le da su calurosa bienvenida a la literatura, ya que “Vidas Paralelas, historia de viajeros que se transformaron en leyenda”, es increíblemente un primer libro.
Bastaría con la opinión de Fernández Díaz para sentirse atraído hacia este conjunto de relatos donde hay viajes, misterios, padres, corsarios, barcos, reflexiones, lugares remotos, miradas, colores. Son relatos de marcado tono borgeano, es cierto, pero a la vez únicos en su vitalidad..
Uno de los secretos del libro es que Ulloa tuvo (tiene) una vida de aventuras. Es marino retirado, fue buzo táctico, estuvo en guerras, hizo viajes de riesgo, conoció personajes de todo el mundo, persiguió rutas míticas.
Cada cuento reverbera la vida de un entusiasta por definición. Sus relatos no están sometidos a la costumbre de la nostalgia ni a la petulancia de los conceptos. Sino que brillan iluminados por la vocación de mirar qué hay detrás de las colinas, ese sentido de propósito que moviliza a sus personajes más allá de lo imaginable.
Es esa luz de ir en viaje permanente -viaje de descubrimiento, incluso cuando se escribe- lo que los vuelve inolvidables. Todos somos viajeros, algunos se animan y van, otros leemos y también descubrimos. Ulloa hizo el viaje completo. Fue, miró, leyó y escribió. El resultado son once relatos maravillosos.
Una anécdota para ilustrar de qué estamos hablando. En los agradecimientos del libro, aparece uno hacia mí, con nombre y apellido. Por supuesto, infundado, solo por la amistad que me une a Ulloa. Como fuera, hace dos semanas, más o menos, una persona muy conocida mía (y muy vinculada familiarmente al arte) me habló por Whatsaap. El diálogo textual es el que sigue:
El: Hola Fernando. ¿El “Fer Monacelli” que está en los agredecimientos del libro de Roberto Ulloa sos vos?
Yo: Sí, sí. ¿Lo estas leyendo?
El: Tremendo libro!!! Me encantó. Muy borgeano. De los mejores que he leído últimamente.
Yo: Buenísimo.
El: Lo leí hace unos días. Yo: ¿Lo conocés a Roberto? El: No lo conozco. Pero alentalo a seguir escribiendo. Espero ansioso el próximo libro.
Es a mi juicio, una de las formas de autoridad más potentes para pensar en un libro. Un lector, la obra, y la necesidad de decir la experiencia de la lectura.
Si el prólogo de Jorge Fernández Díaz es una palabra de autoridad desde la producción literaria, el chat con mi viejo conocido es la palabra de autoridad desde la lectura que completa el círculo donde habitan los libros que es necesario leer.