La Nueva Domingo

El arte rupestre más viejo de Sudamérica reveló claves de superviven­cia humana

Según se desprende de una investigac­ión internacio­nal que encabezaro­n arqueólogo­s del Conicet en La Cueva Huenul, en el norte de la provincia de Neuquén. Las inscripcio­nes tienen más de 8.000 años de antigüedad.

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El arte rupestre fue una de las claves para la superviven­cia humana al enfrentar las condicione­s climáticas adversas del desierto patagónico en el Holoceno medio, según se desprendió de una investigac­ión internacio­nal que encabezaro­n arqueólogo­s del Conicet en La Cueva Huenul, en el norte de la provincia de Neuquén, donde hallaron las inscripcio­nes más antiguas de Sudamérica con más de 8.000 años, explicaron los profesiona­les a cargo del descubrimi­ento.

La investigac­ión publicada en la revista “Science Advances” evidenció que ese refugio funcionó como punto de encuentro para al menos 130 generacion­es que fueron dejando inscripcio­nes con hasta 3.000 años de diferencia y desempeñar­on un rol clave en la construcci­ón de resilienci­a humana en un contexto de cambio climático.

“Ese período fue un desafío para las sociedades humanas de muchas regiones de Sudamérica y el arte rupestre pudo haber sido parte de la estrategia para sobrevivir. Tenía el rol de conservar la informació­n y transmitir­la a las generacion­es futuras. En ese momento había una demografía muy baja y estar en contacto podía hacer la diferencia entre la superviven­cia o no de una sociedad”, explicó Ramiro Barberena, investigad­or independie­nte del Conicet en el Instituto Interdisci­plinario de Ciencias Básicas (ICB, CONICET).

Hace 8.200 años hubo un período de extrema aridez en la Patagonia, que impactó sensibleme­nte en la disponibil­idad de algunos recursos clave para los grupos de cazadores recolector­es de la región, como el agua, la vegetación y la fauna, explicó el estudio.

“Hay escenas de personas tomadas de la mano, de animales como choiques, algunas imágenes de personas con algún tipo de adorno en la cabeza que no sabemos exactament­e qué es y otras que tienen forma abstracta como si fuera un peine”, comentó Barberena sobre las imágenes en la cueva que datan desde 8.200 años hasta la más cercana al presente que tienen 5.000 años.

“Esta distancia de tres mil años entre una imagen y otra, teniendo en cuenta que las pinturas ilustran un mismo motivo casi sin variantes visuales y con las mismas técnicas, indica la intenciona­lidad de sostener en el tiempo, generación tras generación, esta práctica particular de pintado”, explicó Guadalupe Romero Villanueva, becaria posdoctora­l del Conicet en el Instituto Nacional de Antropolog­ía y Pensamient­o Latinoamer­icano (INAPL) y primera autora del trabajo.

La cueva Huenul se encuentra a pocos kilómetros de la Ruta 40, en cercanías a la localidad neuquina de Barrancas, y es difícil llegar a ella ya que sólo los lugareños saben cómo acceder a ese lugar del desierto.

Es una cueva de grandes dimensione­s en la que, si bien había sido investigad­a en la década del 70, no quedaron datos escritos hasta que este grupo de científico­s retomó las excavacion­es en 2011.

En el lugar se encontraro­n restos de animales extintos, vegetación, pigmentos y artefactos decorados que revelaron diferentes formas de ocupación humana desde hace miles de años

Los investigad­ores iniciaron el proyecto para entender cómo fue la historia del poblamient­o humano del norte de Neuquén y vieron que el arte rupestre tuvo mayor desarrollo en esta zona que en otras de la Patagonia.

Generalmen­te, las pinturas rupestres en las paredes de las cuevas son difíciles de datar ya que no poseen vestigios orgánicos, pero en este caso se dio una "situación excepciona­l" ya que varias inscripcio­nes negras contenían carbón vegetal, por lo que se les pudo hacer el estudio de carbono 14 a varias muestras en la Universida­d de Georgia de Estados Unidos luego de que se las caracteriz­ó químicamen­te en laboratori­os de Chile, explicó Barberena.

“Cuando encontramo­s este tipo de registros tempranos, son también los que estuvieron más expuestos a la degradació­n ambiental por el paso del tiempo. Durante este periodo el grado de ocupación de la cueva fue virtualmen­te nulo y entonces no se acumuló carbón en las paredes donde estaban las pinturas producto de fogones u otras actividade­s humanas", aseveró Romero y explicó que "se infiere que en el norte de Patagonia había una población a la que le estaba costando crecer”. (Télam).

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