Los Alerces, un fuego complejo
Los incendios en los bosques cordilleranos tienen características distintas a los que se dan en otros tipos de ecosistemas por el tipo de vegetación que los conforma y la pérdida de masa boscosa tiene consecuencias negativas en el papel ecológico que cumplen, según investigadores del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma).
A diferencia de lo que sucede en el hemisferio norte, donde dominan los “bosques con bastante combustibilidad” que se queman y se renuevan cada 30 o 40 años, en la zona cordillerana “por lo general los incendios paran en los bosques altos, en el bosque de Lenga, en el bosque de Coihue”, sostuvo Juan Gowda, especialista en monitoreo y manejo de bosque nativo.
“Acá lo mejor que nos podría pasar para no tener fuego sería tener la mayor cantidad de bosques altos, maduros, abiertos y sombríos, donde el fuego no puede escalar las copas”, subrayó el investigador.
Es que en la región andino-patagónica “lo que termina frenando por lo general los fuegos es que se les acaba el combustible. Llegan al alto andino o llegan a la lenga, si la lenga no está no está suficientemente seca, y frenan”, explicó, y dijo que “la lenga es a la que más fe le tenemos como cortafuegos natural”.
El incendio que azotó al Parque Nacional Los Alerces “fue un fuego bastante complejo”.
“Una vez que ese incendio superó la barrera natural que encerró el cerro La Torta y los bosques altos, y entró en una zona donde hay mucho matorral y pastizal, se volvió un fuego muchísimo más complicado. Es un fuego que por más que le pongamos muchísimo esfuerzo, fue muy difícil de que se controle. Afortunadamente colaboró el clima para su fin”, dijo.