El peronismo, en busca de resurgir
Atomizado desde los tiempos de Alberto Fernández, en una estado de desorientación que se profundizó tras morder el polvo de la derrota electoral, el peronismo busca resurgir de sus propias cenizas, salir del aturdimiento y reconstruir un liderazgo que ordene en una estructura vertical a las distintas tribus del peronismo.
Además de buscar un liderazgo único que convoque transversalmente a las distintas comarcas en que se fragmenta el mapa del PJ, el peronismo necesita una estrategia que le permita sacar la cabeza ante una sociedad que empezó a sufrir los embates del ajuste liberal.
Frente a esta encrucijada, hay dos caminos que se bifurcan. Uno es esperar que el tiempo pase y que sea la sociedad la que, al sentir sobre su lomo el rigor del sacrificio que propone el Gobierno, salga a la calle a exigir respuestas. De acuerdo a esta primera perspectiva, la política no debe anteponerse a los tiempos de la sociedad, ni ofrecerse como vanguardia iluminada que marque el camino.
La desilusión que produjo el Gobierno de Alberto Fernández es muy reciente y la gente sigue mirando con desconfianza a la dirigencia peronista. Por el contrario, la imagen de Javier Milei sigue gozando de buena salud, según marcan la mayoría de las encuestas. Eso es lo que están mirando, por ejemplo, el cristinismo y el massismo, proclives a un manejo de los tiempos más cauteloso y calculador.
El establishment del peronismo se encuentra replegado y adormilado, dejándole la calle a la izquierda y a los movimientos sociales, algunos de los cuales efectivamente tienen tradición peronista pero no son orgánicos al PJ.
Este partido, que suele nombrarse como la columna vertebral del movimiento nacional y popular (el cual desborda ampliamente la estructura de los partidos), se encuentra encerrado en discusiones internistas. Le preocupa, por ejemplo, que Alberto Fernández deje de ser prontamente el presidente partidario y en su lugar asuma una conducción de transición.
Mientras ese debate se desarrolla y promete dilatarse durante meses, la política de la “motosierra” y la “licuadora” arrasa con las condiciones de vida de la gente, al menos en el corto plazo, sin todavía poder recortarse en el horizonte los “brotes verdes” del modelo de libre mercado.
El otro tema a resolver tiene que ver con la repatriación o no de actores que hace tiempo rompieron lanzas con el PJ. Algunos de ellos participaron de experiencias políticas diametralmente opuestas a la esencia peronista como es el caso de Miguel Pichetto, ex candidato a vicepresidente de Mauricio Macri y dador voluntario de gobernabilidad a Javier Milei desde la Cámara de Diputados.
En esta bolsa aparecen otros nombres como el cordobés Martín Llaryora y el salteño Juan Manuel Urtubey.
La dispersión y el inédito horizontalismo en el que está sumergido el peronismo, con pases de factura que se multiplican semana a semana, no puede ocultar el hecho de que hay algunas figuras que destacan por sobre el resto.
La más nítida es la del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, quien por ahora en el plano discursivo se muestra como el rival más aguerrido a Milei. Al presidente también le sirve confrontar con el exministro de Economía y lo sube al ring.
Un grupo de gobernadores y de dirigentes bonaerenses ven en Kicillof la esperanza para la reconstrucción del peronismo.