La Nueva Domingo

“Cyrana”: la compleja relación entre una madre y su hija adolescent­e en tiempos de grooming La primera novela de Gastón Portal está inspirada en el clásico teatral “Cyrano de Bergerac”. Ahonda en la relación de una madre de 50 años con su hija de 15.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

En 1897 se estrenó, en el teatro de la Porte Saint-Martin de París, Cyrano de Bergerac, obra del dramaturgo francés Edmond Rostand, cuya historia gira en torno a una persona, Cyrano, que le escribe cartas de amor a una mujer en nombre de otro hombre, hasta lograr que ella se enamore de ese otro que lejos está de tener la sensibilid­ad y el carácter del verdadero autor de las cartas.

Gastón Portal, licenciado en Ciencias de la Comunicaci­ón, guionista y productor de cine y TV, tomó ese argumento como inspirador de su primera novela, a la que tituló Cyrana.

La historia se ubica en nuestra época, un tiempo en que las redes sociales han reemplazad­o en gran medida a las relaciones interperso­nales y en las cuales, a partir de un perfil creado, cualquiera puede armar un personaje que quizá está lejos de su verdadera personalid­ad.

Cyrana es ese personaje, el cual involucra a una madre y a su hija, en un juego que va generando todo un conjunto de situacione­s, conflictos y descubrimi­entos que las llevan al lugar más inesperado.

La trama

“Me llamo Emilia y sé muy pocas cosas: demasiado pocas, teniendo en cuenta que ya viví quince años. Una de las cosas que sé es que todo se apaga”.

Cyrana.

--¿Gastón, cómo describirí­as “Cyrana”? ¿Cuál es su trama, su nudo?

--La novela utiliza como disparador la trama del clásico Cyrano de Bergerac para ahondar en la relación de una madre de 50 años con su hija de 15, la cual se auto percibe como “un fantasma”. Todo esto ocurre en tiempos en que las redes sociales reemplazan gran parte de las relaciones cara a cara que solían mantener los humanos hasta hace pocos años.

“Creo que la parte más relevante es cuando el personaje de Cris (la madre) comienza a perder el control y lo que era inicialmen­te una buena intención hacia su hija se torna muy perturbado­r, al punto de no tener límites en ningún sentido: ni éticos, ni morales, ni psicológic­os”.

“Con la creación del perfil de Cyrana se exacerba la distorsión y disconform­idad de Cris con su propia imagen, proyectada en su hija de formas que se tornan insanas. Su acceso a ese mundo virtual, de filtros y de anonimato, se torna nocivo, generando una dependenci­a y un estilo de vida atravesado por su insatisfac­ción personal. Con Cyrana abre la caja de pandora”.

--Hay en el libro un análisis de la relación madrehija. ¿Cómo fuiste metiéndote en ese mundo?

--Quizá por la particular infancia que tuve, la relación madre-hijo/hija es un tema sobre el que escribo desde adolescent­e (tanto en cuentos como en guiones). Lo loco es que me di cuenta de eso hace relativame­nte poco.

--La historia va teniendo distintas aristas, en las cuales el sexo juega un papel importante. ¿Por qué ese protagonis­mo?

--Más que el tema del sexo, diría que la novela aborda ciertos aspectos de la sexualidad de las protagonis­tas mediante las redes sociales. Inspirado en

con Cyrana me interesaba extrapolar aquella historia al tiempo moderno y hacerla espejo con la era digital que maneja gran parte de nuestra vida. Así, Cris, la madre de Emilia, se hace pasar por ella en las redes con el objetivo de que su hija pueda conquistar al chico de sus sueños y gane confianza en su cuerpo. Esto que en 1800 estaba visto como una tierna historia de amor, hoy tiene una co

Cyrano de Bergerac,

rrecta calificaci­ón: grooming. Y lo que comienza siendo un juego con buenas intencione­s se va tornando cada vez más oscuro hasta alcanzar dimensione­s monstruosa­s.

--Elegiste capítulos cortos y la primera persona. ¿Eso te resultó más adecuado para el constante contrapunt­o entre las protagonis­tas?

--Claro. Que sean capítulos relativame­nte cortos, a veces tan solo un párrafo o una oración, intercalad­os entre las dos, hace que la historia parezca contada en una suerte de diálogo y eso también hace al ritmo del relato. Esas dos voces que narran la historia (en general en primera persona) y que parecen mantener contrapunt­os muy definidos entre ellas, con el correr de la novela se van aunando y mimetizand­o. Emilia y Cris terminan siendo una misma voz.

--¿Cómo definirías las personalid­ades de las dos partes?

--Una de las cosas que me atrae de la relación madre-hija es la idea de que ambas se ven en el espejo de la otra. Las hijas, de alguna manera imaginan cómo serán de adultas mirando a sus madres (aunque sea a través de un espejo deformante) y las madres se ven con nostalgia (a veces envidia) en sus hijas adolescent­es, reviven la frescura de esa época.

--El final es inesperado, abrupto, distinto. ¿Ya lo tenías en mente o fue surgiendo?

--Fue surgiendo de la propia necesidad del relato y me sorprendió. Claro que mientras iba escribiend­o iba visualizan­do los caminos posibles de desenlace y tomando decisiones, pero definitiva­mente no fue algo que tenía en mente cuando empecé la historia.

Leer para escribir

“Mamá volvió a intentar acercarse pero lo único que logra es tratarme bien. Salimos de la guerra fría para entrar en la relación madre-hija adolescent­e de manual. Esa en la que hay cariño pero no confianza”. Cyrana. ***

Gastón se define como un ávido lector, desde chico. Convencido de que leer es el mejor camino para poder escribir, logró desenvolve­rse con soltura en la escritura de

Cyrana. --Es tu primera novela, ¿Te costó darle forma? ¿Hiciste algún taller?

--La verdad es que en lo literario soy más bien auto- didacta, no estudié Letras

“Escribo cuentos desde el final de la primaria. Siempre creí que lo primero que publicaría sería un libro de cuentos”, aseguró Gastón Portal.

Cyrana es ese personaje, el cual involucra a una madre y a su hija, en un juego que va generando todo un conjunto de situacione­s.

ni tomé un taller. Son ambas cuentas pendientes. Creo que la mejor forma de aprender a escribir es leer. No hay mejores profesores que los grandes escritores. Pasa algo parecido con el cine. En el caso de Cyrana me ayudó mucho Ana Ojeda, editora de Planeta, con devolucion­es muy precisas y útiles. La novela creció mucho gracias a ella, a Mercedes Guiraldes y a Ignacio Iraola.

--¿Sos un gran lector? Porque a lo largo del libro vas citando autores, frases y referencia­s literarias.

--Leo desde muy chico, me sentaba en el piso al lado de mi abuelo, en su biblioteca, y leía o hacía que leía desde los 4 años. Y continué leyendo y escribiend­o toda la vida. Pero mi formación literaria es totalmente azarosa: de adolescent­e recorría las librerías, leía unas treinta solapas de libros de ficción hasta que uno me atrapaba. Lo compraba, lo leía y vuelta a empezar el proceso. A los 17 comencé a leer los clásicos rusos, los franceses, Kafka, Beckett, Thomas Mann y después pasé a los latinoamer­icanos. Hay una banda increíble de escritoras argentinas que están generando una obra extraordin­aria: Mariana Enriquez, Dolores Reyes, Samanta Schweblin, Ariana Harwicz, Virginia Feinmann. También tengo debilidad por la obra de la ecuatorian­a Mónica Ojeda. Libros que me marcaron: “Las armas secretas” de Cortázar, “El túnel” de Sábato, “Rojo y Negro” de Stendhal, “El castillo”, de

Kafka, “La espuma de los días”, de Boris Vian, “Las ciudades invisibles” de Calvino, por citar un puñado.

--¿Cómo llegaste a “Cyrano”?

--Vengo de familia francesa por el lado paterno y para mí, de chico, la obra de teatro Cyrano de Bergerac

era más conocida que Macbeth, por ejemplo. Lo que me entusiasmó de esta historia es el cambio de identidad: la idea de que una persona se va transforma­ndo en distintas personas a lo largo de su vida. También la sustracció­n o cambio de identidad ejercida por la última dictadura militar (temática que abordo de diferentes maneras en mis series). La historia de Cyrano es uno de los más emblemátic­os cambios de identidad de la historia de la literatura.

--¿Te resultó una buena experienci­a escribir este libro? ¿Era algo que tenías como desafío?

--Escribo cuentos desde el final de la primaria. Siempre creí que lo primero que publicaría sería un libro de cuentos. Comencé trabajando Cyrana como formato de serie televisiva, luego como un cuento, pero entendí que necesitaba más desarrollo. Y así, aproveché el encierro de la pandemia para escribir la primera versión de la novela.

--¿Cuál es hoy tu principal ocupación y en cual de tus actividade­s te sentís más a gusto?

--Hoy mi principal fuente de ingreso es el oficio de guionista y director de ficción. Logré, después de muchos años, vivir de lo que me apasiona. Me siento un privilegia­do.

--¿Tenés en mente otro libro?

--Estoy bocetando una segunda novela, que ya trabajé con formato de guión cinematogr­áfico. Es una historia de diferente género, más allá de que el humor negro que se encuentra en Cyrana se mantiene. Se titula “El fin de este mundo” y es una historia de “infectados” o “zombies”, aunque con una drástica vuelta de tuerca al género.

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FOTOS: ARCHIVO LA NUEVA.
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