La Nueva Domingo

Alejandro Delhom: “En Bordenave me pagaron con cuatro vaquillona­s”

Hoy juega en Kilómetro Cinco, pero tiene un amplio recorrido en las bochas. “Coseché muchos amigos y soy un agradecido de todo”, afirmó.

- Javier Oscar Schwab nombre@lanueva.com

Viene de familia bochófila y tiene muchos títulos bajo el lomo. Su padre (Juan Carlos), que era jefe de estación en Bordenave y manejaba la cantina del club El Ceibo, le inculcó los valores y el amor por este deporte.

“Tenía 10 años cuando entré a la cancha a arrimar algunas bochas, pero no de manera oficial. A los 23 llegué a Bahía porque estaba sin trabajo y empecé a frecuentar el club Libertad”, dijo Delhom.

“Todas las tardecitas me arrimaba a practicar con mi viejo; llevábamos las alpargatas. Un día me vio jugar 'Lucho' Navarrete y me pagó la inscripció­n. Ganamos de punta a punta un torneo que organizó el club Sixto Laspiur en parejas. Fue en 1992, donde los éxitos se repitieron varias veces”, apuntó. Su buen arrime despertó interés, a tal punto que Santiago Grill y Alfredo Musumesi lo invitaron a jugar en Quilmes.

“Era codearse con los grandes. Salvamos la categoría. Al año siguiente se sumó Florindo Stacco y ‘Pancho’ Commegna e hicimos un campeonato extraordin­ario. Llegamos en desventaja deportiva en los playoffs de tercetos con General Cerri (Visani-Cecchini y Urra) y le ganamos en la definición de visitante 18 a 17. Ese año (1994), junto con Stacco, ganamos el de parejas contra Jorge Alonso y Luis Luque (Alem), la pareja sensación”, dijo.

Luego ganó un torneo Mixto, en La Armonía, junto a Viviana Stacco venciendo a Soraya Sepúlveda y Oscar Fidalgo.

“A Quilmes se sumaron César Colantonio, Julio Martínez y Cristian Zapata. Se armó un equipo terrible que ganó todo. También nos fue bien en los zonales y en los abiertos”.

-¿Qué recordás de César Colantonio?

-Conocerlo fue una bendición. Un día se acercó en un campeonato donde llegué a la final, en Villa Mitre, y me dijo: “Ale, quiero que vengas a jugar conmigo”. De ahí empezó un camino de andanzas y triunfos. “Tenía templanza, era muy exacto en el bochazo. Recuerdo un partido en un Zonal de Parejas en el club Pelotas. También estaba Omar Scalerandi. Hizo algo imposible: dejó tres chantas secas seguidas en el pozo. La gente enloqueció”, contó.

-Los viajes, seguro, eran memorables.

-A un partido en Garnica fuimos con el Gringo y Zapata. Fui en avión por razones laborales el sábado a la mañana. Había 97 tercetos anotados, con todos los nenes de esa época: Orona, Lazarte, Pacheco... Llegamos a la semifinal un domingo a las 2 de la mañana y enfrentába­mos a Ceres. Perdíamos 13 a 10, le queda chanta cinco al Gringo, pero había una bocha de ellos que estaba pegada a la nuestra. Me mira fijo, apunta, rasca el piso y la deja seca en el pozo. Ganó el partido con ese bochazo, se me puso la piel de gallina. Después perdimos la final contra Garnica (Basualdo, Mendizabal y el “Soldadito".

"Otra: en Fernández Oro ganamos con César y Zapata, cobramos y como el partido terminó temprano el Gringo, que estaba apurado, nos invitó al Casino. Ni habíamos cenado. Perdimos todo, nos secó (risas).

Luego, también en Quilmes, se dio el lujo de jugar junto a Luciano Bardelli, que recién llegaba de Tres Arroyos, y “Chicharra” Luque. Llegamos invictos entre los cuatro mejores, pero el campeón fue Kilómetro Cinco (Julio Martínez, Trellini, Arce y Scalerandi).

Tras retirarse un tiempo de las bochas apareció la chance de jugar para El Ceibo de Bordenave.

“Es una cancha similar a la de 9 de Julio, metida debajo de la tribuna. Ganamos un campeonato en la Liga del Puan, junto al ‘Correcamin­os’ Medina, Lisandro “Luchi” Jarque y Darío Machinena. Al año siguiente se sumó Florindo Stacco”, contó.

-Muchos iban a la zona, porque se pagaba bien.

-¿Sabés como arreglé? Cuatro vaquillona­s que, al precio de hoy, seguro que debo ser el jugador más caro de la historia (risas).

-¿Qué hiciste con las vaquillona­s?

-Me ayudaron a carnear una fue al freezer. Llegó diciembre y todavía tenía carne, las otras tres se las vendí a un carnicero. Estaban desparrama­das en cuatro campos distintos. En ese momento la carne valía poco, jaja.

-¿La gente iba a la cancha?

-Uff. Un sentimient­o bárbaro. Para el pueblo era un acontecimi­ento, nos recibían con cariño. Nos invitaban a comer asados. Recibíamos chorizos secos o un pedazo de jamón.

En su retorno a Bahía se suma a Independen­cia, con Hugo Ercolani y Pablo Spurio y, luego, tras un largo descanso, retoma en Villa Ressia y, más adelante, Kilómetro Cinco, su actual club.

“En 2015 me sumé para colaborar; no quería jugar porque no estaba en competenci­a. Con el tiempo arranqué en Segunda con Maloni y el Poto Fernández. Ganamos el campeonato y al año siguiente volví a Primera”, dijo.

-¿Cómo vivís este presente con Kevin Albornoz?

-Estoy en un club bárbaro. Integro la comisión directiva, hay buena gente. Ahora vamos a jugar el cuadrangul­ar final de parejas, tenemos plena confianza.

-¿Te quedó algo por contar?

-Sí. Cuando empecé a jugar, en Segunda, me pude dar el gusto de formar dupla con mi papá. Fue en un torneo de Villa Delfina; la zona se jugó en cancha de La Esperanza y mi viejo estaba nervioso. Le hablaba: “Cacho tranquilo, tranquilo que vamos bien…”. “Ganamos el torneo que tenía 35 parejas. La final se la ganamos a Messet y Concetti. Nos largamos a llorar”, remarcó.

“Mi madre es Estela Maris y mi hermana Karina. Mis hijas: Melisa, Agustina y Fiorella. Y soy abuelo reciente de Fermín”, contó Delhom.

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LA mirada fija en la bocha tras un arrime certero en Kilómetro.

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