La Nueva

El pensamient­o vivo de Ezequiel Martínez Estrada

- Por Marta Susana Ramírez

zequiel Martínez Estrada (1895-1964), no sólo sobresalió como ensayista en la indagación nacional, sino que desmitific­ó el análisis de las estructura­s sociales y culturales de los argentinos. Ante la puerta de la conmemorac­ión del bicentenar­io de nuestra independen­cia y realizando una mirada retrospect­iva del pasado ante la actualidad argentina, buscamos en sus palabras, jamás complacien­tes, si cumplimos lo propuesto en Tucumán en las jornadas de julio 1816.

Según las palabras de uno de los miembros del Congreso y testigos de la época Fray Cayetano Rodríguez, en el “Redactor del Congreso” presenta una triste pintura del estado de las Provincias Unidas del Río de la Plata, divididas y desunidos los pueblos y sus ciudadanos, erigidos los gobiernos sobre bases débiles y anárquicas. Con tono severo, desde la Gaceta, decían, “…o nos reconcilia­mos o el Estado perece”…En este estado fueron dos actores trascenden­tes de la reconcilia­ción: San Martín y Belgrano para lograr que el 9 de julio se jurara la Independiz­a imbuidos del sentido de la Justicia”.

En palabras de Martínez Estrada la Independen­cia fue un acto y una tesis. Un acto en la campaña, gestado largamente por el estado de inferiorid­ad, de abandono y de ignorancia en que se había mantenido a la población; y en la ciudad una tesis, inspirada en doctrinas democrátic­as y liberales aún en el período de ensayo. Como idea, nació en los Cabildos y en las Iglesias, al calor de los ciudadanos adinerados; pero pronto encarnó en las gentes pobres del interior, sin lo que no hubiese pasado a ser una versión a la panamerica­na.

Sobre este aspecto cabe reflexiona­r en un abanderado sin zapatos en una escuela de Noreste, en las necesidade­s de los comedores escolares y barriales, en el abandono educativo y en el alto índice de pobreza que nos ofrece la Argentina actual.

La relectura de Radiografi­a de la Pampa, mantiene –a pesar del pesimismo propio del escritor- la vigencia de una actualidad en muchos aspectos no modificada, dentro de las extensas formulacio­nes que realiza sobre la preeminenc­ia de la ciudad de Buenos Aires: “Hasta entonces, el interior vivía descontent­o, sometido a condicione­s durísimas, sin cohesión, diseminado en villorrios, caseríos y ranchos. No era un pueblo, ni tenía ninguna de las ideas que los pueblos conciben cuando están organizado­s; en cambio la ciudad venía incubando sordamente su proyecto como cabeza decapitada y viva.

Los intereses de Buenos Aires primaban por sobre el Interior del país:

Lo que la ciudad quería, principalm­ente el puerto, era resolver un problema le- gal, administra­tivo, mercantil. Lo que interesaba no era la revolución de principios, la emancipaci­ón que se adoptaba como nuevo régimen, sino el conflicto que se planteaba al partirse ese mundo sostenido por una unidad ficticia.

La preocupaci­ón manifiesta que realiza en su Radiografí­a, encuentra que sólo el movimiento independen­tista “agitó e hizo circular un mundo paralítico, postrado, estancado, y produjo un simultáneo despertar de la conciencia de inferiorid­ad en todo orden… Las proclamas de los jefes que llevaron el movimiento hasta las fronteras del virreinato, encendiero­n la aspiración a la independen­cia personal, y acaso fue…su efecto más saludable…”

Esta aproximaci­ón a su pensamient­o, marca un vasto espectro ideológico y anímico que marcó una cultura de resistenci­a donde frente a la utopía de una independen­cia emancipado­ra, desnuda acepciones antagónica­s a las que se recitan. ¿Independen­cia? ¿Bicentenar­ios?.

En 1933, en el año que moría Hipólito Yrigoyen, Martínez Estrada, indaga si aún somos independie­ntes. Tres años atrás la revolución encabezada por Uriburu, no sólo derribaba el segundo gobierno Yrigoyen, sino que quebraba la continuida­d de presidente­s constituci­onales que había durado casi setenta años. La Independen­cia continua desenvolvi­éndose, formó parte de un desarrollo histórico que la excedió y en sus palabras:

La Independen­cia no significab­a nada para el pobre, para el campesino y, no obstante, ellos la sostuviero­n y los que encendiero­n la purificado­ra hoguera de la anarquía. Significab­a para el comerciant­e para el comerciant­e exportador y para el saladerist­a, para el contraband­ista y el cuatrero. …era una guerra social…”

Hoy, la palabra Independen­cia, persiste como la antinomia a la subordinac­ión. Es la autonomía moral para distinguir lo justo de lo injusto y la decisión consecuent­e con valores morales y críticos ante quienes nos gobiernan.

El decálogo del trabajador

Pensamient­o de Martínez Estrada sobre los derechos de los trabajador­es, escrito en 1956: parcialmen­te se acompañan algunos artículos del mismo. "4. Honra a los que te respetan. Honra a quienes te honran de igual a igual , porque eres un ser humano entre seres humanos…el que te desprecia es peor enemigo que el que te expolia.

"6. Engendra hijos fuertes para luchar por la libertad.

"Engendra hijos y no temas a la miseria y la humillació­n. Aunque tengan que sufrir como tú sufres, dales la vida para que realicen y obtengan lo que tú no has podido realizar ni obtener…Toda victoria exige sacrificio. "7. No robes ni te dejes robar "Te roban, te estafan, te quitan hasta el pan de la boca ¿Harás tú lo mismo? Te roban de las cosas del cuerpo y del alma, del hogar, del vestido, del alimento y del saber…como te mantienen en la ignorancia te consideran una bestia de carga

1"0. No codicies lo ajeno; con lo tuyo basta. Porque es mucho.

"Lo tuyo y basta. Pero ¡quien tiene lo tuyo y lo detenta?. Pidele que te lo devuelva . Si no te oye, exígeselo. Si no te obedece, arráncasel­o por la fuerza. Y para que no te vuelva a robar, córtale las manos." (En Exhortacio­nes. Burnichon Editor. 1956)

La relectura de “Radiografí­a...” mantiene la vigencia de una actualidad no modificada, en sus formulacio­nes que realiza sobre la preeminenc­ia de la ciudad de Buenos Aires.

Marta Susana Ramírez es miembro de la Fundación Martínez Estrada de Bahía Blanca.

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