La Nueva

Excesos de pantalla

- Por Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Hace 87 años, en enero de 1930, muchos padres bahienses manifestar­on su preocupaci­ón por la cantidad de horas que sus hijos pasaban frente a la pantalla del cine.

No siempre es simple entender situacione­s sin un marco adecuado de tiempo y espacio.

En la década del 30 no existían, para el niño común, ni la televisión, ni la radio, ni los videojuego­s, ni las computador­es, ni los celulares, ni la tablet. Su mundo eran el patio, la calle, la “bici”, la imaginació­n, algunos circos y... el cine.

En las espaciosas salas, en secciones matiné y ronda, los pibes encontraba­n, en las historias de Carlitos Chaplin, las películas y cortos de dibujos animados y las inolvidabl­es películas de cowboys, un gran centro del esparcimie­nto.

Pero, como en todas partes (y tiempos) se cuecen habas, apareció una comisión de padres de familia preguntand­o si el exceso de proyeccion­es influía en la salud de los espectador­es menores.

“La duración de las películas de los cines no puede ser aconsejabl­e. Son tres horas de tensión nerviosa, de emociones más o menos fuertes, sean de alegría, inquietud o pena, implican un extraordin­ario desgaste a las facultades mentales”, señalaron.

Por eso pedían a la autoridad municipal, “responsabl­e de fiscalizar la moralidad de estos espectácul­os”, que analizase la cuestión y tomara las medidas del caso.

“Hay cinematógr­afos que confeccion­an programas en casi cuatro horas de continua atención, de intensos sacudimien­tos para el espíritu de los niños, que se divierten, es cierto, pero todo debe tener su medida prudente”, agregaron.

Con sus variantes tecnológic­as y culturales, la preocupaci­ón se mantiene en estos tiempos. Con otro tipo de pantallas, otro tipo de contenidos, con redes sociales de alcance mundial.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina