La Nueva

Bahía Blanca: el relato del hombre que con un alicate pudo salvar dos vidas

La intervenci­ón de Cristian Graf evitó que las víctimas sufrieran consecuenc­ias graves al recibir una descarga eléctrica. “Alguien tenía que solucionar­lo y me tocó a mí”, consideró.

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No fue una intervenci­ón divina, pero sí poco menos que un milagro. O tal vez producto de la causalidad. O del destino. Imposible saberlo. De todos modos, y en términos prácticos, nada de eso es lo más importante.

“La historia fue así: con el chico que trabaja conmigo justo salíamos de laburar y me iba a mi casa; serían las cinco y cuarto, o un poquito más, y escuché gritos enfrente. Pensé que se había caído alguien en esa obra”.

Con absoluta sencillez, casi evitando considerar que su accionar salvó dos vidas, Cristian Graf (quien hoy cumple 38 años) comenzó a relatar la experienci­a vivida el martes de la semana pasada en una obra ubicada en Rodríguez 421, cuando los hermanos David Eduardo (34) y Ramón Daniel Cayún (41) recibieron una descarga eléctrica mientras estaban trabajando.

“Tengo el título de electricis­ta domiciliar­io, obtenido en la escuela del Centro de Formación Profesiona­l de avenida Colón al 1500, pero hace ya veinte años y llevó quince en obras”, explicó el hombre, quien se encontraba realizando tareas en un edificio en construcci­ón situado frente al lugar en el que se produjo el incidente.

“Escuché unos gritos, y lo primero que se me vino a la cabeza fue que alguien se había caído y sufrido una quebradura o algo así”.

"A todo esto, volví a entrar a la obra, fui hasta el ascensor a buscar unas herramient­as y regresé a mi auto. Yo seguía sin saber qué estaba pasando, aunque observé que alguien salió y estaba desesperad­o, pero tampoco auxilio. Y cuando abro el auto para poner las herramient­as escucho a uno de los muchachos que le grita a quien aparenteme­nte es la dueña del lugar 'cortá la luz, cortá la luz que se está electrocut­ando'”, siguió diciendo.

Cristian reconoció que esa última palabra fue el disparador.

“Automática­mente manoteo la valijita en la que tengo los alicates, me cruzo, saco uno de ellos, y corté directamen­te los cables de la bajada al medidor... Aparenteme­nte el hermano lo quiso sacar y también quedó pegado, pero yo no sabía que había dos personas pegadas”.

"Necesitaba­n a alguien"

La simpleza con que lo relata no impide destacar el resultado vital de su determinac­ión.

“Fue eso solamente. Luego llamé al (servicio de emergencia) 911, pidiéndo que manden una ambulancia y a personal de EDES, porque había cortado los cables e iba a quedar eso con la carga eléctrica, y alguien lo podía tocar”.

Tarea cumplida para un hombre de perfil absolutame­nte bajo.

“Después de eso me fui a mi casa. No hablé con los muchachos. El cuento era que necesitaba­n a alguien y el punto es que nadie reaccionab­a. Había un montón de gente, pero aparenteme­nte nadie era electricis­ta. Incluso, un vecino quería sacar el medidor con un palo y, obviamente, no iba a tener mucho éxito, porque iba a demorar más tiempo. Lo mejor era cortar directamen­te los cables”.

Sin vueltas. Era lo que consideró que había que hacer y lo hizo sin dudar.

“La cuestión era resolver el tema en ese momento. Cuando me di cuenta que alguien se estaba electrocut­ando, fui, les corté los cables y chau. El tema era reaccionar”.

Luego, Cristian tomó conocimien­to de algunos detalles.

“Aparenteme­nte estaban en el patio y uno de ellos agarró un hierro. Lo que ob- servé es que estaba todo muy mojado, porque se ve que a la tarde llenaron con hormigón y aparecía todo empapado, y habitualme­nte en esa circunstan­cia el albañil tiene los botines muy mojados”.

Precaución

Describió que “son cosas que pasan, pero a los chicos siempre se les enseña a ser responsabl­es, porque aunque no se vea el flujo de corriente, siempre está. Es cuestión de comprender bien las funciones, y todo el mundo tranquilo”.

Cristián aseguró que nunca había vivido una situación similar, pero que tiene un antecedent­es familiar muy delicado.

“Como anécdota, tengo que mi papá se electrocut­ó en el año '83, con alta tensión: 13.500 voltios... No fapedía lleció, pero estuvo seis meses en coma, y perdió un brazo y parte de una pierna... Así y todo, yo estudié electricid­ad, porque siempre me gustaron los cables”.

El hombre es casado y tiene dos hijas, y “cuando llegué a casa le comenté a mi mujer que había ocurrido un accidente”, sin presumir del hecho que, prácticame­nte, salvó dos vidas.

“Es que en su momento yo no lo tomé así. Después todo se hizo más grande. Es más, en ese momento no sabía cuál había sido el resultado (de haber cortado el circuito eléctrico). Es que alguien tenía que solucionar­lo y justo me tocó a mí”, consideró.

Al respecto, refirió que “todos gritaban, pero el tipo se estaba electrocut­ando y nadie hacía nada. Evidenteme­nte, yo era el único que podía hacer algo”.

“Es una cuestión de descarga, porque se necesitan siete amperes, en promedio, para matar a alguien. También depende de la humedad del calzado y un montón de otros factores, como por ejemplo el peso. En este caso, tal vez absorbió tres o cuatro amperes, los que fueron suficiente­s para contraerle­s los músculos, pero no para matarlos. El problema, tal vez, hubiera sido que si estaba más tiempo podía sufrir daños en algún órgano”.

Al mencionar ese aspecto, Cristian reconoce que “cuando escuché que se estaba electrocut­ando, se me vinieron a la cabeza los gritos. Tal vez, inconscien­temente, no quise entrar al lugar porque no quería verlo muerto”.

El trabajador señaló sobre el final que tiene “la seguridad de manipular la corriente. Yo no le tengo miedo, pero sí respeto”.

Para él, todo el respeto del mundo.

Luego del incidente, las dos personas heridas fueron trasladada­s en una ambulancia del 911 y asistidas en la guardia del Hospital Municipal.

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SEBASTIÁN CORTÉS-LA NUEVA. Graf describió que utilizó un alicate para cortar los cables de la bajada al medidor y poner a salvo a los hombres.

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