Neonatología del Penna: el día a día de convivencia con los bebés prematuros
Jefa del plantel del servicio de Neonatología del Hospital Penna, Fabiana Castillo convive con pacientes prematuros desde hace 20 años. “Vienen familias de distintas ciudades, algunas con realidades muy difíciles”, asegura.
Dos décadas transcurrieron desde que la enfermera Fabiana Castillo empezó a convivir con bebés prematuros o enfermos. Se inició en el Hospital Privado del Sur y, más tarde, ya como jefa del plantel, pasó al servicio de Neonatología del Penna, algo así como un “mundo aparte” donde llegan sin pausa pacientes diminutos, muchos en riesgo de vida. Y con escasos recursos.
Un poco por herencia –-su mamá fue enfermera-- y otro poco por vocación, eligió esta profesión plena de situaciones tan complejas como gratificantes. Estudió la carrera en el Hospital Italiano, muchos años atrás, y hoy no puede imaginar su vida de otro modo.
--¿Cómo se trabaja en una terapia intensiva repleta de bebés recién nacidos?
--Difícil, pero mucho más llevadero si uno tiene vocación. Es una tarea que no cualquiera puede cumplir porque atendemos a pacientes con particularidades y debemos contener a familias que sufren a la par. La capacitación es fundamental.
--¿Qué diferencia existe entre un servicio público y privado?
--Desde el punto de vista de la atención, ninguno. Claro que la población es muy diferente. Al Penna vienen familias de distintas ciudades, algunas con realidades muy difíciles. --¿Logra tomar distancia del sufrimiento ajeno?
--Muchas veces lloramos con los padres cuando las cosas no salen como uno espera y nos alegramos cuando nos
visitan quienes alguna vez fueron prematuros. Pero hay que saber tomar la distancia adecuada y no llevarse el dolor a la casa.
--¿Qué sensación queda cuando un bebé no logra sobrevivir?
--Un sabor amargo y, a la vez, la tranquilidad de saber que se hizo todo lo posible. Por desgracia, ocurren situaciones tristes. Pero no podemos darnos el lujo de caer. --¿Hay carencia de enfermeras en Neo del Penna?
--Sí, es nuestro gran problema. Porque nos hemos mudado a un área moderna y confortable y se han sumado camas, pero el recurso humano es casi el mismo. --¿Más trabajo y más pacientes?
--Cada vez más. Trabajamos en la única maternidad pública de una vasta zona y no se pueden rechazar derivaciones. Nuestro servicio no puede habilitarse en forma total por falta de personal. A veces las camas colapsan e igual hay que recibir a todos. --¿Cuántas enfermeras trabajan en Neo?
--Somos 48. Para trabajar mejor faltan alrededor de 16. Debimos fraccionar las licencias. En determinados períodos el déficit se siente porque contamos con siete áreas: unidad de traslado, consultorio externo, maternidad e internación, que se divide en terapia intensiva, cuidados especiales y mínimos. La residencia madre e hijos funciona sin enfermeras, por lo tanto los bebés no pueden permanecer allí. --¿Más enfermeras salvan más vidas?
--Sí, porque se trabaja mejor. Frente a pacientes críticos, la relación ideal sería de un enfermero por cada dos enfermos. Lamentablemente estamos muy lejos. --¿Qué beneficios generó
la modalidad implementada en 2010 relacionada con maternidad centrada en el niño y la familia?
--Muchísimos. Años atrás las visitas eran sumamente restringidas, ni siquiera los padres podían permanecer con sus hijos el tiempo deseado. Hoy el bebé no se despega de su mamá y, además, se establecieron días para visitas de abuelos, hermanos. --¿Los bebés sienten el afecto?
--¡Claro! Poco tiempo atrás, un prematuro extremo, es decir, de menos de un kilo y con respiración asistida, no saturaba adecuadamente. Apenas su mamá lo puso en su pecho los valores en el monitor cambiaron radicalmente.