La Nueva

El Pompidou celebra sus 40 años con todo esplendor

Inaugurado en 1977 en pleno corazón de París, el edificio, de aspecto industrial, se ha ganado su lugar.

- Mminervino@lanueva.com

UN DISEÑO REVOLUCION­ARIO Mario Minervino l último día de enero de 1977 el presidente francés Valéry Giscard d'Estaing inauguraba en pleno corazón de París un nuevo centro de arte: el Pompidou, obra ideada por su antecesor, Georges Ponpidou.

A 40 años de esa fecha, el edificio ha logrado mantener su pisada firme sobre la histórica

Ezona de Les Halles y ha dejado atrás cualquier sombra de crítica negativa, reconocido como uno de los puntales de la arquitectu­ra del siglo XX. El Pompidou celebra sus cuatro décadas con obras de restauraci­ón con una inversión de 110 millones de dólares. La plaza en su frente sigue reuniendo a jóvenes sobre el pavimento para simplement­e estar frente al edificio.

La obra

El Pompidou es el resulta- do de uno de los concursos más exitosos de la historia, con 681 trabajos presentado­s por estudios de 49 países. Renzo Piano y Richard Rogers, jóvenes treinteañe­ros, participar­on del concurso sin ninguna expectativ­a y con una propuesta que les sirvió más como una aventura personal que como una obra pensada para ser construida. Sin embargo, el jurado sintió que la idea era desafiante, conmovedor­a, “una obra extraordin­aria, donde la efervescen­cia del 68 parisino se entreteje con la crea- tividad técnica para levantar un emblema de un tiempo agitado”, según define hoy un especialis­ta.

El aspecto del edificio poco tenía que ver con la tradición de París con la piedra color miel. Esta era una caja metálica, vidriada. Una “fábrica del arte”, pura tecnología a la vista --su existencia dio lugar del nacimiento del high tech--, que luce sin pudores sus instalacio­nes en colores azul, verde y amarillo (los servicios), además del rojo para ascensores y escaleras.

Dos frentes

La fachada del Pompidou es tranquila. Vidrio, estructura metálica blanca y la escalera recorriend­o su frente. El contrafren­te es un festival de colores, cañerías, estructura, escaleras y asensores. Su estética tiene tan poco que ver con los edificios circundant­es que desde esa oposición, equilibrad­a, surge una convivenci­a sana.

Las bases del concurso pedían “un centro consagrado a la lectura, el arte y la creación contemporá­nea”. Luego de varias semanas, el jurado, integrado por nueve miembros -cinco arquitecto­s, el resto curadores, ensayistas e historiado­res del arte- tenía un veredicto, con ocho votos a favor. Teniendo en cuenta el proyecto por el cual se inclinaron, resulta de gran mérito respaldar una propuesta radical e innovadora. El arquitecto y constructo­r Jean Prouvé -presidente del juradofue el principal defensor del proyecto. Para convencer al resto tuvo el apoyo del arquitecto norteameri­cano Philip Johnson y el visto bueno del brasileño Oscar Niemeyer.

El diario “Le Fígaro” mencionó que París tenía “su propio monstruo”. A pesar de tener “oponentes” como la torre Eiffel, el Louvre o Versalles, el Pompidou está entre los lugares más visitados de París, con 9 millones de visitantes por año.

Su colección permanente, unas 100 mil obras, es fantástica. El edificio es, sin embargo, la más caracteriz­ada y admirada. No es poco, 40 años después.

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