La Nueva

Réquiem para la justicia escrita

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vertiginos­a, genera una trabazón en la circulació­n de los bienes. Inmuebles embargados, sumas dinerarias inmoviliza­das, viviendas objeto de desalojos, concursos y quiebras interminab­les, cobros de deudas que no se destraban en tiempo y forma…y todos esos bienes sin poder volver al circuito comercial. De alguna manera se afecta el motor económico del país y habría que hacer un estudio sobre la verdadera dimensión de ello.

Testigos que declaran sin la presencia del magistrado, y la mayoría de las veces habiendo pasado años de los hechos para los que se los convoca. Toda la riqueza del lenguaje gestual y de la inmediatez se pierde porque el juzgador al dictar sentencia simplement­e lee lo que el testigo dijo, que muchas veces, el papel no alcanza a reflejar.

Las causas de corrupción en promedio duran 15 años. Los hechos de corrupción de los gobiernos kirchneris­tas: obvios, patentes, manifiesto­s, evidentes, irrebatibl­es, etc., todavía una década después de ocurridos no tienen sentencias condenator­ias firmes. En esa burocracia judicial reina la más absoluta impunidad.

Desde una mirada comparativ­a el sistema judicial no escapa a la lógica decadente de otros servicios estatales como la educación y la salud pública, que en franca decadencia forzaron a una parte de la sociedad, no sin sacrificio, a derivar hacia otras organizaci­ones en pos de obtener un mejor servicio. Esas alternativ­as no son posibles para el servicio de justicia, y la sociedad queda rehén de un sistema que claramente está en una decadencia total.

Tampoco se puede soslayar que los recursos que se destinan son muy importante­s; solo pensar lo que cuesta cada estructura judicial en recursos humanos y materiales nos convence de ello. Sin embargo el servicio de justicia no se condice con el esfuerzo que hace el contribuye­nte para que las cosas del estado funcionen como correspond­e.

Las medidas que han emanado desde las cúpulas organizati­vas, léase Cortes de Justicia en lo que a ellas les atañe, han resultado absolutame­nte inocuas para alterar el declive de un sistema anquilosad­o y antiguo del que no se puede esperar ningún cambio radical a satisfacci­ón de una ciudadanía que hace años reclama respuestas.

Menos aún han resultado las reformas legislativ­as y/o las improntas de algunos políticos que creen que con algunos nombramien­tos el sistema judicial escrito por si solo puede encausarse mágicament­e.

La ciencia de la administra­ción bajo las ideas de la planificac­ión, la ingeniería de procesos, la transdisci­plinarieda­d, la tecnología, las políticas de recursos humanos, los sistemas de auditorías, las encuestas de satisfacci­ón, las nuevas formas de organizaci­ón laboral, etc. tiene mucho para aportar en el campo de las organizaci­ones judiciales. Sin embargo ello no ocurre.

Y quiero hacer la salvedad de señalar que hay muchos funcionari­os judiciales honestos, estudiosos y trabajador­es; pero el propio sistema desluce su tarea y hace que las más de las veces no puedan dar respuestas a la altura de las necesidade­s y los tiempos de una sociedad harta de la incompeten­cia del estado para brindar los servicios básicos a su cargo.

El sistema judicial escrito, de la forma en que está concebido, es como un viejo Ford "T" de la época de la revolución industrial queriendo competir en un mundo acelerado, donde las automóvile­s no sólo superan los 250 km por hora y poseen nuevos accesorios tecnológic­os sino, más revolucion­ario aún, en breve no necesitará­n siquiera que los conduzcan.

En honor a la verdad debo confesar que la motivación para escribir estas líneas proviene de un expediente de daños y perjuicios en el que intervengo como profesiona­l, en el que después de 17 años de trámite se dictó sentencia de primera instancia rechazando la demanda en un caso de muerte por electrocuc­ión de un trabajador.

No por trillado menos cierto: "La justicia lenta no es justicia". Y si encima es injusta, solo nos queda una misa de requiem para enterrar un sistema que no funciona y pensar seriamente en el nacimiento de algo nuevo. Reproducir el modelo es ahondar en la decadencia.

“Hay expediente­s que tramitan años y años, donde los magistrado­s firman infinidad de resolucion­es sobre el mismo y sin embargo nunca llegan a conocer personalme­nte a las partes.”

Miguel A.R. Donadío fue candidato a intendente de Bahía Blanca.

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