La Nueva

La hipoglucem­ia suele constituir el temor mayor en los diabéticos

Unos cuatro millones de personas padecen de esta enfermedad en la Argentina. Lo más complicado es que, al ser una afección asintomáti­ca, la mitad suele desconocer­la.

- David Roldán droldan@lanueva.com

La hipoglucem­ia no sólo es la complicaci­ón más frecuente en el tratamient­o de la diabetes.

También es la más temida por las personas que viven con esta enfermedad crónica, que se caracteriz­a por niveles elevados de azúcar (glucosa) en la sangre.

“El temor más frecuente en los pacientes con diabetes que utilizan la insulina es la hipoglucem­ia y secundaria­mente, pero bastante más atrás, la ganancia de peso”, afirmó el doctor Ariel Zisman, especialis­ta en endocrinol­ogía, diabetes y metabolism­o, director médico del centro Endocrino de Aventura de Miami, Estados Unidos.

Hambre, temblor, sudoración, somnolenci­a, confusión, dificultad para hablar y mareos son algunos de los síntomas habituales de un episodio de hipoglucem­ia.

Puede presentars­e de forma repentina y en la mayoría de los casos es leve y puede revertirse fácilmente ingiriendo una pequeña porción de comida o bebida con alto contenido de glucosa.

“Sin embargo, la hipoglucem­ia es una condición peligrosa, no sólo porque en casos extremos puede ser fatal, sino porque, en sus formas más severas la persona que la experiment­a puede desvanecer­se, sufrir convulsion­es o perder el control de sí misma, lo que la coloca ante el riesgo, por ejemplo, de sufrir un accidente de tránsito”, explicó el profesiona­l que participó del cuarto Congreso Latinoamer­icano sobre Controvers­ias y Consensos en Diabetes, Obesidad e Hipertensi­ón, realizado recienteme­nte en Buenos Aires.

La hipoglucem­ia ocurre cuando el nivel de insulina excede el que el organismo necesita, lo que hace que los niveles de glucosa en sangre se encuentren por debajo de los valores normales.

En las personas con diabe- tes bajo tratamient­o, la hipoglucem­ia puede deberse a una dosis excesiva de la me- dicación, a comer poco o demorar la comida, así como también a la realizació­n de demasiada actividad física o a hacerla en forma no planeada.

Un minucioso análisis de 30 estudios clínicos sugiere que los episodios de hipoglucem­ia son mucho más frecuentes de lo que se cree, tanto en los pacientes con diabetes tipo 1 como en los pacientes con diabetes tipo 2.

En Estados Unidos esos episodios ocasionan unas 282.000 visitas a la salas de emergencia al año.

Si bien las hipoglucem­ias son muy comunes, estudios con sensores de glucosa continua han demostrado que hay pacientes que sufren de hipoglucem­ias leves con frecuencia y no lo saben.

“Muchas veces no se perciben, se confunden con otros síntomas. El paciente no las registra”, explicó el doctor Zisman.

A su entender, cuán frecuente son las hipoglucem­ias no tiene respuesta certera porque hay un gran subregistr­o. “Lo que sí podemos decir es que es muy común y es una de las grandes preocupaci­ones, tanto del médico como del paciente”, afirmó el doctor Félix Puchulu, jefe de la división Diabetolog­ía del Hospital de Clínicas José de San Martín.

Sea que ocurre durante el día o durante la noche, el miedo que la posibilida­d de experiment­ar hipoglucem­ia genera entre las personas que viven con diabetes es un factor que suele jugar en contra del correcto cumplimien­to del tratamient­o.

Es que para evitar sufrir esos episodios, los pacientes a veces reducen u omiten las dosis de insulina que les han sido prescripta­s por el médico, lo que resulta en un control sub-óptimo de la enfermedad que incrementa el riesgo de desarrolla­r complicaci­ones crónicas de la diabetes.

Durante el congreso realizado en Buenos Aires se presentó en el país una insulina de nueva generación, Glargina U-300, que ha demostrado la misma eficacia que los tratamient­os estándares pero con menor riesgo de hipoglucem­ias nocturnas, además de un control glucémico más allá de las 24 horas y menor ganancia de peso con una sola dosis al día y buen perfil de seguridad cardiovasc­ular.

Se inyecta una vez al día, tiene más flexibilid­ad en el horario de inyección y todo esto constituye una gran ventaja para el paciente.

En la práctica uno puede observar que esto facilitarí­a una mejor adherencia al tratamient­o, se explicó.

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