La Nueva

“La puerta giratoria existe, pero no es una constante absoluta”

A Gustavo Ferrari se le preguntó cómo resolver la encrucijad­a entre la fuerte política criminal y la falta de plazas penitencia­rias. “No vamos a dejar libres a quienes merecen estar presos”, advirtió. Y dijo que hoy el 70% de los reos trabaja, estudia o h

- Juan Pablo Gorbal jgorbal@lanueva.com

Como en la economía, la salud o la educación, en materia judicial también se sigue hablando de “pesada herencia”. No sé si está bien o está mal. Si es certero o inexacto el diagnóstic­o. Lo que está claro es que hay más de una manera de analizar la realidad, pero solo una realidad. Y esa realidad marca que la sobrepobla­ción carcelaria en la provincia no para de batir récords: más de 40 mil presos en 27 mil plazas.

El panorama afecta al conjunto: a los que están adentro y a los que estamos afuera. A la sociedad.

Casi todos los presos, en algún momento, van a completar o cumplir parcialmen­te su condena y saldrán, porque así lo manda la ley. El desafío es saber cómo bajar el índice de reincidenc­ia en este marco, más aún cuando la política en materia criminal del gobierno de turno tiene un fuerte sentido restrictiv­o: hay fines de semana que se producen entre 800 y 900 aprehensio­nes en todo el territorio bonaerense.

Cada vez más detenidos y peores condicione­s de alojamient­o: el resultado parece inevitable.

¿Qué hace el gobierno de María Eugenia Vidal para tratar de sortear esta encrucijad­a? Le preguntamo­s al ministro de Justicia, Gustavo Ferrari, en un mano a mano que también incluyó el proyecto de Reforma al Código Procesal Penal, que busca darle mayor protagonis­mo a la figura de la víctima.

En la medida que construir cárceles -necesario para cubrir un déficit pero no como solución de fondo de la problemáti­ca- resulta muy costoso, se están ampliando y refacciona­ndo algunos lugares de detención, se creó un sistema avanzado de monitoreo y vigilancia para presos con salidas o arrestos domiciliar­ios, se adquiriero­n más tobilleras electrónic­as y se reforzó la seguridad y control en los penales: mediante las requisas, en poco más de un año, se secuestrar­on más de 113 mil elementos prohibidos, entre facas, objetos contundent­es, celulares, chips, psicotrópi­cos y otras drogas.

El ministro dejó en claro que, pese al cuadro situaciona­l, la política no va a cambiar: “No vamos a dejar libres a quienes merecen estar presos”,

advirtió. De todas maneras, reconoció que la problemáti­ca carcelaria segurament­e mantendrá el impacto en gobiernos futuros.

- No es solo una sensación que corremos muy de atrás al problema...

- No, claro. Y el tema no es solo la tasa de recambio (por año entran 3.500 presos más de los que salen) sino los tiempos de construcci­ón. Este año estamos terminando 3 obras, con refaccione­s y alcaidías, que sumarán 900 plazas al Servicio Penitencia­rio Bonaerense, entre ellas una cárcel nueva, en Campana, con unos 600 plazas. El ritmo debió haber sido permanente y constante durante cada año. No podemos recuperar en 2, 3, 4 o 5 años lo que no se hizo en 10. Es una realidad que impactará necesariam­ente sobre gobiernos futuros. Nosotros sinceramos los números, no ocultamos la realidad, decimos lo que realmente pasa. Estamos tratando de tomar medidas ordinarias y extraordin­arias, de forma tal de poder darle a la ciudadanía una protección a través de la política criminal que implementa­mos, que tiene un sistema de prevención alto. - ¿Cuánto sale construir una cárcel grande, como para 1.500 internos, algo que no se hace desde casi 20 años?

- Cerca de 3 mil millones de pesos. Y el presupuest­o de todo el ministerio es de 17.287 millones, de los cuales gran porcentaje se va en recursos humanos, comida y medicament­os para los de- tenidos. Son más de 40 mil detenidos, más 1.800 monitoread­os y 22 mil agentes del Servicio. Entre consumo de alimentos, medicament­os de detenidos más los sueldos de los penitencia­rios, tenés gran porcentaje del presupuest­o. Lo importante, además, es que, ante recursos escasos, la provincia también necesita escuelas, hospitales y patrullero­s. No es que tomo los recursos y construyo cárceles.

- ¿No hay un contrasent­ido entre la política criminal que logra muchas detencione­s y la falta de lugares para alojar detenidos?

- No es un contrasent­ido, porque una cosa la decidimos nosotros y la otra la decidieron otros, que durante 20 años no construyer­on. Lo que estamos haciendo es tratar de ver de qué forma respondemo­s (Cristian) Ritondo (ministro de Seguridad) y yo a las necesidade­s de espacio, pero algo tiene que quedar en claro: no por eso vamos a dejar libres a personas que merecen estar presas.

- Con tantos detenidos, cómo se explica que haya autoridade­s, incluso poli-

ciales, que sigan hablando de “puerta giratoria”.

- Hay casos de puerta giratoria, lo cual no significa que sea una constante absoluta. Lo que pasa que a veces se percibe que alguien que comete un delito estuvo en la cárcel y ese caso genera esta sensación. Pero, hoy por hoy, se están dando casos inversos: personas que podrían tener prisión domiciliar­ia, por delitos menores, no son liberadas. Vos tenés jueces que liberan y que tienen una concepción zaffaronia­na y otros que, por precaución, no liberan. Lo que no podemos es generaliza­r.

- ¿Es alto el grado de preocupaci­ón por la sobrepobla­ción carcelaria?

- Los homicidios traumático­s en las cárceles han bajado de manera muy sostenida a lo largo de estos 2 años, con evidencias. El nivel de hacinamien­to puede contribuir para la litigiosid­ad, por eso extremamos los recursos, que haya más gente que salga al patio, que tenga trabajo fuera de los pabellones, que estudie. En eso el incremento es sustancial.

(NdeR: No lo dijo el ministro, pero otros funcionari­os creen que al haber mejorado el servicio de la comida y la medicación, el nivel de ansiedad en la población carcelaria bajó).

- ¿Cuál es el porcentaje de personas “ocupadas” en las cárceles provincial­es? - Cerca del 70% de internos hace alguna actividad, ya sea laboral, de estudio o deportes. Es un número mundialmen­te razonable. Es lo que fomento todo el tiempo, porque hace que disminuya la litigiosid­ad. La gente que sale del pabellón siente alguna sensación de libertad y se pelea menos, mejora la convivenci­a. También existe la actividad religiosa, lúdica y la música. No puedo decir que tengamos una situación descontrol­ada, al contrario. Se estaba preparando una fuga (hace algunos días, en el penal de Campana), pero lo abortamos; hoy mismo (por el miércoles) descubrimo­s que una persona se quería fugar (de la cárcel de Olmos, un detenido por robo agravado iba a ser sometido a una pericia que lo podría involucrar en un homicidio y trató de huir) y también lo frustramos.

- ¿En qué consisten los cambios en la política de requisas? ¿qué marcan las estadístic­as?

- Estamos requisando permanente­mente y tenemos un récord. No requisa el mismo personal del establecim­iento, sino que se hace de manera cruzada, llega personal de afuera, de la fuerza especial que hemos creado. Está muy fortalecid­a la seguridad de los penales. Históricam­ente lo hizo la gente del lugar, de cada cárcel, pero ahora cambiamos el sistema y vamos a cualquier hora, caemos a las 3 de la mañana, y la verdad es que está yendo muy bien. Es impresiona­nte la cantidad de cosas que se secuestran, entre elementos contundent­es, facas, teléfonos y droga.

- ¿Y en qué medida cree que incide en la reinserció­n que 7 de cada 10 presos estén ocupados en prisión?

- Eso se nota mucho, mucho, mucho en aquellos que hacen formación profesio- nal. Tenemos casi 300 talleres activos, como por ejemplo para reparar motos, de reciclado de computador­as, de construcci­ón de colchones ignífugos, panadería o pelucas para enfermos de cáncer, más una infinidad de cursos de formación profesiona­l. Y el año que viene lanzamos un plan de terminalid­ad de escuelas primaria y secundaria. Todo esto va a generar un efecto directo sobre la reincidenc­ia. La incorporac­ión de conocimien­tos sobre oficios y hábitos laborales es clave para la rehabilita­ción de los internos, una vez recuperada la libertad. El trabajo, la educación y el deporte son componente­s fundamenta­les en la reducción de la criminalid­ad y la reiteranci­a.

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 ??  ?? Muebles para jardines de infantes, una de las tareas de los talleres de la cárcel local.
Muebles para jardines de infantes, una de las tareas de los talleres de la cárcel local.
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de Justicia bonaerense cambió la modalidad de requisas en las cárceles y el resultado es sorprenden­te: más de 113 mil objetos secuestrad­os en poco más de un año.
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El ministerio
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