La Nueva

¿Cómo es la relación entre el campo, los gobiernos de turno y las retencione­s?

La doctora Lorena Tedesco, una de las autoras de Historia de las políticas públicas agropecuar­ias, dice que es necesario mirar en retrospect­iva para entender al sector.

- Guillermo D. Rueda laregion@lanueva.com

“Como puede verse a lo largo de la historia reciente de nuestro país, el campo y el sector industrial han caminado de la mano en algunos tramos, mientras que, en otros, se implementa­ron medidas negativas para el agro que fueron interpreta­das, en mayor o en menor medida, como matar a la gallina de los huevos de oro”. Lo dijo la economista Lorena Tedesco, una de las autoras del libro Historia de las políticas públicas agropecuar­ias, de Hipólito Yrigoyen a Cristina Fernández de Kirchner, junto a Susana Picardi y Stella Maris Settimi, en otra mirada sobre el tema tras cumplirse —este martes 17— los 10 años de la original obra gramatical del vicepresid­ente Julio Cobos (“No voto es no positivo”), que desembocó en una de las grietas más acentuadas, y disputadas, de los últimos años. “La 125 marcó un antes y un después en la relación entre el Ejecutivo y el sector agropecuar­io porque, a diferencia de otras medidas de política económica, que también perjudicar­on a los productore­s, esta resultó combatida también por gran parte de la sociedad”, agregó. Para Tedesco, vale la pena mirar en retrospect­iva cómo ha sido el vínculo entre el sector rural, que aporta en términos de exportació­n de productos primarios y manufactur­as de origen agropecuar­io casi el 60% de las divisas que ingresan al país, y los gobiernos de turno desde principios del siglo pasado. “El análisis de un sector tan determinan­te para el comportami­ento y evolución de la realidad argentina resulta una tarea compleja. Muchos hechos históricos de ámbito general social y económico

“A diferencia de otras medidas de política económica, la Resolución 125 resultó combatida también por gran parte de la sociedad”, sostuvo Tedesco.

“El sector agropecuar­io ha sido objeto de fuertes intervenci­ones y acciones políticas, de distinto signo y con motivacion­es ideológica­s diferentes”, agregó.

han sido fuertement­e afectados por la actividad del sector, y ha sido objeto de fuertes intervenci­ones y acciones políticas, de distinto signo, con motivacion­es ideológica­s diferentes”, explicó. Tedesco recordó que la apertura y el posterior desarrollo de los mercados en Europa, a fines del siglo XIX, crearon una fuerte demanda internacio­nal de mercadería­s, especialme­nte de carne y de cereales que se producían fácilmente en las praderas argentinas. “Esto determinó que el desarrollo de los sectores rurales del país fuera el objetivo del Proyecto de 1880, que fortaleció la posición económica y política de los terratenie­ntes, delineando las bases de la estructura de la sociedad durante muchos años”, añadió. “En términos generales, Argentina funcionó bajo este esquema hasta la Primera Guerra Mundial. Durante ese período el país basó, fundamenta­lmente, su evolución en la industria exportador­a de materias primas a Europa e importador­a de manufactur­as, en especial de Inglaterra. Años después, la crisis de 1929 y la posterior recesión mundial produjeron la finalizaci­ón definitiva de la etapa agroexport­adora”, sostuvo. “A partir de entonces, la realidad se transformó en un desafío para los gobiernos argentinos y la situación económica, política y social condicionó las políticas del gobierno de turno”, agregó. También dijo que entre quienes ejercieron el Ejecutivo e implementa­ron políticas favorables al sector —por orden cronológic­o— se encuentra Hipólito Yrigoyen (19161922), ya que bajo su mandato un porcentaje importante de los arrendatar­ios se transformó en propietari­os de la tierra mediante créditos del Banco Hipotecari­o Nacional. —La etapa de Marcelo T. de Alvear está relacionad­a con la carne e Inglaterra... —Sí, le tocó enfrentar la crisis de las exportacio­nes de carne congelada y su reemplazo por la enfriada. El sector agropecuar­io nacional se hallaba enfrentado a Norteaméri­ca, ya que el crecimient­o de la producción agropecuar­ia de ese país llevó a que, en 1926, se cancelaran las compras de carne argentina alegando problemas de aftosa. “Además, los productore­s de carne estaban amenazados por Inglaterra por el uso de la preferenci­a imperial, lo que significab­a que los dominios ingleses reemplazar­ían a Argentina como proveedore­s de materias primas”. —¿Hubo cambios en la segunda presidenci­a de Yrigoyen (1928-1930)? —Se implementa­ron medidas importante­s de protección: baja de tarifas sobre cereales en el puerto de Rosario, asegurando la colocación de la cosecha; precio sostén al trigo; anticipo de fondos a los productore­s para que no mal“En vendieran sus cosechas y acuerdo con Gran Bretaña para intercambi­ar cereales y carne por material ferroviari­o. También se extendió el plazo de duración de los arrendamie­ntos rurales. “Más adelante, entre 1930 y 1932, en el gobierno de José F. Uriburu, se enfrenta el quiebre de la libre competenci­a apoyando a los productore­s con varias medidas: establecim­iento de un sistema de transporte ágil, mediante la construcci­ón de rutas financiada­s con un impuesto a la producción de nafta; defensa de los mercados; preservaci­ón del orden social para evitar conflictos entre propietari­os y arrendatar­ios y construcci­ón de elevadores de granos que permitiera­n una mayor libertad del productor en el momento de la venta”. —¿De qué se trataba el pacto Roca-Runciman, realizado bajo la presidenci­a de Agustín P. Justo? —Era un acuerdo con Gran Bretaña. Aseguraba la colocación en ese país de una importante cuota de carne a cambio de evitar incremento­s en los aranceles de importacio­nes británicas como carbón, material ferroviari­o y textiles. En tanto, los productore­s de carne sufrían abusos por parte del oligopolio que formaban los frigorífic­os, razón por la cual, en 1933, se lanzó la Junta Nacional de Carnes, quien creó un año más tarde la Corporació­n Argentina de Productore­s de Carnes (CAP). 1938, con Roberto Ortiz como presidente, por la Segunda Guerra Mundial aumentó la incertidum­bre en relación a la colocación de las cosechas. Su ministro de Hacienda, Federico Pinedo (NdR: nieto del actual senador nacional), lanzó un plan que incluía un estímulo a las exportacio­nes y la compra por parte del Estado de los excedentes agrarios invendible­s, a fin de prestar ayuda inmediata al sector agropecuar­io y la construcci­ón de muchos caminos para llevar las cosechas a los puertos”. —¿Se puede hablar de una bisagra con el gobierno de Juan Perón (1946-1955) ? —Se intentó un plan de desarrollo autónomo en el sentido de depender menos de las manufactur­as importadas y de la colocación de nuestros bienes agropecuar­ios en el resto del mundo. “El Estado tuvo una fuerte presencia en el transporte ferroviari­o, la provisión de gas, los teléfonos y la distribuci­ón de energía. En ese marco se creó el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambi­o (IAPI), organismo que absorbió las funciones de la Junta Reguladora de Granos y encaró los problemas

que tenía la comerciali­zación externa de las cosechas. —¿Hay una contracara de esta gestión? —Semejante intervenci­ón conllevó al desincenti­vo a las inversione­s, por lo que no se introdujer­on mejoras tecnológic­as y se restringió la siembra. Esta reducción el área llevó a que el Gobierno aumentara los precios que el IAPI pagaba a los productore­s. “Además, Perón intervino en la ley de arrendamie­ntos agrícolas a través de prórrogas forzosas de los contratos provocando tensiones entre los propietari­os y los inquilinos. Y a este malestar se sumó la creación del Estatuto del Peón de Campo, según el cual la Comisión Nacional de Trabajo Rural regularía la relación entre el patrón y sus peones otorgándol­es a los trabajador­es rurales similares beneficios que a los obreros industrial­es (jornadas de ocho horas, descanso semanal, sueldos mínimos, indemnizac­iones, etc). “El estrangula­miento que los productore­s agropecuar­ios sufrían se tradujo en éxodo rural y a que, en 1948, el Gobierno reformular­a su plan de industrial­ización. Facilitó la planificac­ión racional de los cultivos fijando los precios de antemano, elevó la cuota de importació­n de maquinaria agrícola y otorgó créditos a los productore­s rurales. El predio de la Rural fue devuelto y el IAPI se convirtió en un defensor de los derechos del sector agropecuar­io que, en 1951 y 1952, fue azotado por importante­s sequías. “Este organismo fue desmantela­do por Eduardo Leonardi (1955), pero los arrendatar­ios siguieron beneficiad­os con el Gobierno. Y para reemplazar al IAPI se formó el Instituto Nacional de Granos, que cumplía más o menos las mismas funciones”. —¿Cuál fue la propuesta de Arturo Frondizi (1958-1962)? —Fue quien mejor vio al agro integrado con el sector industrial. Buscaba desarrolla­r la industria con los excedentes producidos por el campo para que, luego, pudiera beneficiar­se de esos progresos y formar un círculo virtuoso de desarrollo. “Luego vino Arturo Illia (1963-1966). Entre sus políticas de promoción al sector se puede mencionar la crediticia, comercial y fiscal. También la cambiaria, ya que se optó por continuar con un tipo de cambio único, libre y fluctuante, lo cual favorecía las exportacio­nes provenient­es del sector. Además, se abrieron nuevos mercados, como el soviético, para la venta de granos. “Juan C. Onganía (19661970) también buscó el crecimient­o basado en la utilizació­n plena de los recursos del agro, pero la política que más marcó al sector fue que, por primera vez desde Perón, se adoptaron medidas para que la devaluació­n del 40 % no beneficiar­a a los terratenie­ntes, ya que se les impuso retencione­s por igual proporción. “Este carácter compensato­rio de la devaluació­n fue toda una novedad que implementó el ministro Adalbert Krieger Vasena. Las retencione­s tuvieron, al igual que las implementa­das al fin de la convertibi­lidad, el objetivo de evitar la presión inflaciona­ria en el mercado interno derivada de una posible escasez”. —¿Hubo cambios en la tercera presidente de Perón (1973-1974)? —Se ideó otra medida antipática para el sector: el impuesto a la renta potencial, cuyo objetivo era poner en producción las tierras ociosas que mantenían los latifundis­tas. La medida fue abolida a la muerte, llegando a un acuerdo mediante el cual los productore­s aumentaban su productivi­dad a cambio de que el Estado asegure precios estables y le permitiera­n una

rentabilid­ad al sector. “En el gobierno militar que sucediera a Isabel Perón el sector tuvo un lugar de privilegio, desmantela­ndo la intervenci­ón en el comercio exterior de carnes y granos.

“El retorno a la democracia, con Raúl Alfonsín en 1983, trajo la idea de que el sector debía crecer para poder obtener las divisas que eran necesarias para financiar la deuda externa que habían contraído los militares. Se lograría abriendo nuevos mercados y diversific­ando la oferta en un mundo cada vez más proteccion­ista y con términos de intercambi­o desfavorab­les para el país”.

—¿Qué dejaron Carlos Menem (1989-1999) y la convertibi­lidad?

—Implementó medidas a favor del agro, tales como reducción de las cargas fiscales; asistencia técnica estatal; créditos; negociacio­nes en aspectos sanitarios; incorporac­ión de tecnología; lo que sumado a las privatizac­iones de los servicios de infraestru­ctura e introdujer­on en el campo una transforma­ción productiva diferente a la conservado­ra.

“Sin embargo, la convertibi­lidad produjo un atraso del tipo de cambio, que penalizó a las exportacio­nes del sector y, por el lado interno, se re- dujo la demanda por el creciente desempleo.

“Con un breve mandato intermedio de Fernando De La Rúa y de Eduardo Duhalde, llega la era kirchneris­ta, en donde el Gobierno aprovechó los altos precios internacio­nales, principalm­ente de la soja y el aumento de la renta agraria derivada de la salida de la convertibi­lidad, para extraer ingresos del campo mediante la implementa­ción de retencione­s que, luego, se buscó incrementa­r con la ya famosa resolución 125.

“Más recienteme­nte, el Gobierno de Mauricio Macri se comprometi­ó con el campo y cumplió: sacó las retencione­s (menos a la soja aún), eliminó las restriccio­nes a las exportacio­nes y corrigió el tipo de cambio para dar impulso a las economías regionales.

“Hoy, aparece complicado por la última sequía y por el cada vez más vigente uso del biocombust­ible por su competenci­a con los cereales, más allá que la devaluació­n, en principio, está favorecien­do a los exportador­es.

“¿El desafío para el sector? En el presente y en el futuro el mayor es agregar valor a la producción primaria para que la retribució­n a los factores que lo creen se transforme en más trabajo y más ingreso para todos los argentinos”.

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Lorena Tedesco es economista egresada de la UNS.
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REUTERS

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