Pros y contras de las nuevas garitas de colectivos
Los usuarios analizaron los refugios que está instalando Bahía Transporte Sapem.
Mientras los más jóvenes valoran algunos aspectos de su diseño, los usuarios con más experiencia en el uso del transporte público se mostraron escepticos a la utilidad de las nuevas garitas de colectivo.
Bahía Transporte Sapem (BTS) --la sociedad de capitales municipales que administra el sistema de transporte público-- ya ordenó la colocación de los primeros 50 refugios en distintos puntos de la ciudad.
En la periferia valoran la robustez del armazón, aunque indican que de poco sirven ante días de viento, el frío y lluvia.
“La verdad que `atajan' poco y nada. Y son chiquitos, porque apenas entran dos personas sentadas”, señaló Marcelo Morales, en la parada de Suiza y Vieytes, mientras espera que pase la 513.
Precisamente, el ubicado en el barrio Parque Sequiscentenario es famoso porque, en 2016, su techo se voló el mismo día de su inauguración, lo que obligó a cancelar ese emprendimiento y reformularlo.
En el mismo sitio, otra vecina, Claudia, agregó que en situaciones climáticas adversas prefiere caminar poco menos de 200 metros para utilizar un refugio antigüo.
“En aquel de cemento entra más gente, tiene techo y te protege mucho más del agua. En éste te mojás toda”, dice mientras señala el ubicado en Vieytes y Lugones.
Las actuales garitas están compuestas de estructuras metálicas, construidas mediante tubos estructurales, colocados sobre una platea de hormigón armado, con una cubierta formada por una chapa lisa, para resguardo de las precipitaciones.
Olga Burgos, pampeana de nacimiento, espera el colectivo en la Ruta 35, casi en la esquina de Carmen Ledesma, frente al barrio Los Chañares.
“Hace 17 años que estoy en Bahía y siempre me moví en micro. Y prefiero las garitas viejas, las de cemento, pese a que no tienen asientos. Por este sector corre mucho viento y éstas te resguardan mucho más”.
Del viento se hace eco Marisa Estévez, mientras aguarda el paso de la 519 por Carmen Ledesma y Sargento Iturra, en Villa Bordeu.
“¿Qué querés que te diga? Antes que nada, ésto es mejor; pero no sirven de mucho cuando sopla mucho viento o llueve de frente”.
De ese “antes que nada” se vale Nora Godoy, quien espera en Pacífico al 3.300 (en el barrio Puertas del Sur) la 514 o la 519 al aire libre.
“Parece que se olvidaron de nosotros. La garita más cercana está a tres cuadras y realmente sería muy necesario que pongan alguna en este sector”.
En el macro y microcentro se encuentran los refugios más sofisticados, ya que cuentan con iluminación LED (con sensor de movimiento), alimentación solar, cargadores usb, cartelería gráfica y un sistema de lectura braille con el recorrido de las líneas.
Los más jóvenes son los que mayor utilidad le dan, al poder recargar sus celulares mientras esperan el transporte público.
“A mí me gusta este sistema, porque mientras espero el colectivo puedo enchufar el teléfono. Espero que no los rompan, como hacen siempre”, manifestó Brian Castillo, quien estudia en la Escuela 2.
Un poco más alejada, por la avenida Cabrera, Irma Mangüello valoró que el refugio tenga luminosidad.
“De noche es muy útil que haya luz, porque los autos que pasan ven si está sucediendo algo raro. Quieras o no sirve un poco de prevención”, puntualizó.
Si bien BTS no informó el valor del contrato, de acuerdo a los datos de la correspondiente licitación, el costo de cada garita se ubica en los 69 mil pesos.
Y la colocación de las 150 que están previstas pondrá punto final para una situación que lleva siete años de idas y vueltas.
Cabe recordar que en 2011 la municipalidad contrató a una empresa porteña, la cual pagaría un canon de 8 mil pesos mensuales por proveer 132 garitas a cambio de su explotación publicitaria. A la firma se le rescindió el contrato por incumplimiento.
En 2014 se anunció la colocación de 300 paradas realizadas con personal municipal, propuesta jamás concretada.
Y en 2016 BTS se hizo cargo de la provisión. Colocó la primera garita en Vieytes y Suiza, pero a los pocos minutos una ráfaga de viento le voló el techo, lo cual provocó la cancelación del emprendimiento.
La colocación de las 150 garitas que están previstas pondrá punto final para una situación que lleva siete años de idas y vueltas.