Universidades en la mira
Desde el gobierno aseguran que no existe “ningún ajuste” en este nivel educativo y desmienten recortes.
EN MEDIO de un panorama económico complicado y preocupante, las universidades nacionales han elevado su voz de alerta ante posibles recortes presupuestarios que puedan poner en riesgo el funcionamiento adecuado de las casas de estudio.
DURANTE SU reciente visita a la ciudad, la diputada Josefina Mendoza, que recorre el país para analizar los desafíos universitarios a 100 años de haberse aprobado la reforma, aseguró que no existe “ningún ajuste” en este nivel educativo” y negó que se esté pensando en implementar recortes o que se verifique un desfinanciamiento.
LO CIERTO es que un esquema educativo con un presupuesto total de 103 mil millones de pesos no puede no ser afectado por los graves problemas que soporta la economía nacional, donde la inflación, la continua depreciación de la moneda, el desempleo y otros males que afectan todos y cada uno de los presupuestos.
UNA DE las aristas del conflicto entre gobierno y universidades es llegar a un acuerdo salarial, discusión que ha derivado en que se verifique casi un meses sin clases, como protesta por los porcentajes de ajuste que se ofrecen y los que se pretenden.
PERO ADEMÁS la situación ha abierto una puerta para considerar si el sistema universitario no tiene más docentes de los que puede soportar.
SEGÚN CIFRAS oficiales, hoy el promedio es de 8,82 alumnos por docente, y estaría en condiciones de recibir tres veces la matrícula actual, sin tener que aumentar su planta docente. Este criterio no es compartido por las universidades, que explican que la universidad organiza sus cuerpos de educadores con profesores titulares, ayudantes, jefes de trabajos prácticos.
DESDE LA Universidad de Buenos Aires, en cambio, aseguran que las universidades nacionales tienen un profesor cada 22 alumnos, mientras que las privadas poseen uno cada 11. La proporción es menor a la de países como Estados Unidos (uno cada 10) o Alemania (uno cada 12).
LO CIERTO es que las universidades públicas no son gratuitas. Por eso no está mal analizar su funcionamiento, considerar si están cumpliendo de manera eficiente su cometido, si realmente están siendo justas y equitativas con todos sus alumnos y docentes.
“HAY QUE animarse a dar ciertos debates”, señalan dentro del gobierno. No hay que animarse: es obligación hacerlo.