“Con la decisión de Manu, me puse en la piel de alguien que se retiraba”
Hernán Jasen contó la manera en que vivió lo que cinco días después él mismo atravesaría. "Me hacía dudar que no había vuelta atrás", dijo Pancho.
Había veces que me costaba jugar a las 10 de la noche, je, porque me levantaba a las 8 para llevar a los chicos a la escuela", recordó Pancho.
Casi como un efecto dominó, cuando aún retumbaba la noticia del retiro de Manu, el sábado se sumó a la lista otro pibe de 41: “Pancho Jasen se despide”.
—El lunes, cuando rebotó la noticia de Manu, ¿vos ya habías tomado la decisión?
—Sí. Ya lo tenía masticado.
—¿Te sorprendió y te hizo prolongar un poquito más el retiro?
—Me sensibilizó mucho, porque me tocaba muy de cerca; era algo que yo también venía pensando. Con la decisión de Manu, me puse en la piel de alguien que se retiraba, sabiendo que yo tenía tomada una opción similar; me pegó muy fuerte.
—¿Cómo estás el día después?
—Hoy (por ayer) más tranquilo. Empezaron a llegar mensajes de todos lados, de gente que no veo hace mucho tiempo. Fue tremendo; muy emocionante.
—¿Cuánto tiempo te llevó el proceso?
—Y... Un mes, más o menos. Cuando terminé de jugar no estaba pensando en retirarme, pero con el paso del tiempo empecé a ver cómo estaba físicamente y si podía desafiarme otra vez para volver. Fui pensándolo, no fue fácil, pero estoy seguro de que la decisión fue la correcta. —¿Qué fue lo que más te costó hasta llegar a la decisión final? —Lo que por momentos me hacía dudar era que no había vuelta atrás. No era un “vemos, a ver qué pasa”. La decisión es definitiva.
—La transición que hiciste en tu último tiempo, repartiendo el tiempo entre jugador de Bahía Basket y las ta- reas de un padre de familia, ¿te ayudará a que no sea tan brusco el cambio?
—¡Sí! Los últimos años, había veces que me costaba jugar a las 10 de la noche, je, porque me levantaba a las 8 para llevar a los chicos a la escuela. Tenía el mismo cuidado que mis compañeros, pero no la misma disciplina en cuanto a horarios. Es algo que disfruto estar con mi mujer y mis hijos, pero había que aguantar y después jugar, je.
—¿Existe la posibilidad de jugar por Alem?
—Pretendo hacer todo más descontracturado. Cuando tomé la decisión fue porque, cada vez que asumí un compromiso, siempre intenté estar metido cien por ciento.
Siempre dije que cuando no pudiera hacerlo, dejaría. Ahora bien, ¿seguiré siendo un jugador de básquet, aunque sea de otra manera?, sí. ¿Puedo jugar en Alem o con mis amigos?, sí. Lo que no seguiré haciendo es el ritmo de vida que llevé mucho tiempo.
—¿Tu futuro como entrenador puede ser una alternativa?
—No tengo metas. No me lo propongo al día de hoy. Sé que voy a estar cerca de lo que hice toda la vida y de lo que me gusta, más allá de la función que pueda cumplir.
Impensado
—¿Cómo pudiste posicionarte tan alto en Estudiantes de Madrid durante 10 años, donde ya están pidiendo retirar tu camiseta?
—Me parece que dar el cien por ciento fue clave. Porque Estudiantes se identifica con la entrega, porque es el clásico del equipo más poderoso económicamente como el Madrid. Estudiantes es el luchador, el guerrero, siempre intentaba competir aún sin igualar el presupuesto de los vecinos. Mi juego estaba muy identificado con el juego de Estudiantes. Pasé los mejores años como profesional vistiendo esa camiseta.
—Y qué paradoja que después te costara regresar a tu propio país, ¿no?
—Sí, pero eso lo relaciono con motivos familiares. Yo llevaba un año y medio sin jugar y era virtualmente un ex jugador. Ya los cinco años que pasé en Bahía fueron un regalo de la vida; siendo mayor, disfruté un montón. Fue una caricia al alma. Viví algo que no imaginaba: jugar competiciones internacionales, finales, compartir con un grupo de chicos que recién empezaba... Es decir, fueron años que me vinieron de bonus; disfruté muchísimo jugando donde nací.