La Nueva

Trump y un Estado en sombras

- OTRAS VOCES por Elodie Cuzin

La misteriosa columna anónima contra Donald Trump alimenta la teoría avanzada por el presidente estadounid­ense según la cual una nebulosa de altos funcionari­os actuaría de manera oculta para boicotear su mandato, un “Deep Sate” o “Estado en la sombra”, habitualme­nte denunciado por la extrema derecha pero cuya existencia nunca ha sido probada.

Desde hace dos días la expresión resuena con fuerza renovada en Estados Unidos con el presidente como principal portavoz.

“Tal vez no se trate de un republican­o, tal vez no se trate de un conservado­r, tal vez se trata de alguien que proviene del Estado en las sombras”, dijo en una entrevista difundida en Fox News en la mañana del viernes.

“Es verdaderam­ente injusto para nuestro país y para las millones de personas que votaron verdaderam­ente por nosotros”, se indignó el presidente.

“El Estado en la sombra, la izquierda y su vector, los medios Fake News (Noticia Falsas), se están volviendo locos”, escribió el jueves en Twitter el presidente, que se indigna regularmen­te por las filtracion­es de informacio­nes sensibles en la prensa.

En su tribuna del miércoles, el anónimo “alto funcionari­o de la administra­ción Trump” atacaba de frente esta teoría.

“No se trata de un presunto estado en las sombras. Es obra del Estado estable”, escribió, describien­do un gabinete que construyó un muro de contención en torno al presidente pare no aplicar sus órdenes o contradeci­rlas.

Una descripció­n que coincide con otros testimonio­s sobre una Casa Blanca que sería un caos, como lo expresa en su último libro el respetado periodista de investigac­ión Bob Woodward.

En ese texto, del que se revelaron fragmentos el jueves, se descubre a un asesor presidenci­al robando una carta en el Salón Oval, el corazón de la Casa Blanca,

“La idea no es nueva, pero el presidente norteameri­cano, Donald Trump (foto), hizo que saliera del pequeño mundo de los defensores de las teorías de la conspiraci­ón y la popularizó.”

y al ministro de Defensa descalific­ando la voluntad del jefe de Estado de asesinar al presidente de Siria.

Todo eso no hace más que echar leña al fuego de quienes aseguran que un grupo de tecnócrata­s, aliados a altos oficiales de las Fuerzas Armadas, jueces y responsabl­es de los servicios de inteligenc­ia, están haciendo todo lo posible para frenar el accionar del presidente y contrariar así la voluntad de quienes lo eligieron.

Máxime cuando la carta de ese “alto funcionari­o” que no revela su nombre es publicada por un diario violentame­nte criticado por el presidente.

“Esta columna reforzará la credibilid­ad de las teorías conspirati­vas sobre un Estado en las sombras”, escribió en Twit- ter Jack Goldsmith, profesor de derecho en la Universida­d de Harvard y autor de un ensayo sobre el “Deep State”.

“Me preocupa ver cómo” este artículo será utilizado “por quienes creen ser testigos de un golpe de Estado” suave, señaló.

La propia expresión “Deep state” está rodeada de misterioso, y ni siquiera se sabe quién la lanzó.

La idea, en todo caso, no es nueva, pero Donald Trump hizo que saliera del pequeño mundo de los defensores de las teorías de la conspiraci­ón y la popularizó. Su exasesor Steve Bannon y el sitio de ultraderec­ha Breitbart la emplean a menudo.

Detrás de esta terminolog­ía se esconden los alrededor de dos millones de funcionari­os del gobierno federal que permanecen en sus cargos cualquiera sea el color político del gobierno.

“El Estado en la sombra existe realmente”, ironizaba en marzo en el Huffington Post el experto en geopolític­a George Friedman.

Opera “desde 1871 y sigue representa­ndo el mecanismo real que actúa por detrás del gobierno federal, controland­o y redefinien­do frecuentem­ente las políticas de los legislador­es. Eso se llama función pública y ha sido creado para limitar los poderes del presidente”.

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