Un llamado telefónico que se escuchó demasiado tarde
Al dictar el fallo condenatorio contra Rubino, la Cámara en lo Criminal y correccional, Sala I, consideró que “el grado de cooperación aportado por Luis Antonio Pereda, Darío Daniel Berger y Alberto José Moretti al autor directo del hecho ha sido no imprescindible para su perpetración”, motivo por el cual dispuso sentenciarlos como partícipes secundarios en el homicidio del profesor y condenarlos a cinco años de prisión.
El Tribunal, a través del camarista Jorge Julián Alconcher, señaló su “convicción sincera”, que el profesor Magariños halló la muerte a raíz de un disparo de arma de fuego -”un revólver de escaso calibre que se hizo desaparecer”-, cuando era víctima de un asalto, durante el cual “se le despojó de al menos la suma de 33 australes”.
Magariños se movilizaba en el Chevy, modelo 1974, en el que fue hallado muerto en el asiento trasero, luego que fuera dejado estacionado, alrededor de las 4, en la primera cuadra de Bravard, frente al Hospital Municipal, cuyo personal sanitario fue advertido de esa circunstancia a través de un llamado telefónico.
La investigación determinó que Rubino se había encon- trado circunstancialmente con la víctima en el local nocturno de Sixto Lasipur y Rondeau, dirigiéndose luego ambos en el vehículo del profesor hasta otro sitio similar, situado en Brown, casi Fitz Roy, donde permanecieron algunos minutos hasta que el homicida le pidió al docente que lo acercara hasta cu casa, dándole como dirección la calle 1 de Marzo al 200, donde se produjo el mortal ataque.