La avenida Alem se va para arriba con tres edificios
Dos nuevas obras se sumarán este año, mientras que otro se pondrá nuevamente en marcha tras 20 años.
No es la primera vez que este diario se refiere al cambio urbano que viene teniendo la avenida Alem en los últimos años.
Si bien en 1992, cuando el municipio realizó el inventario de bienes patrimoniales, declaró a la avenida como "área protegida" --con la idea de defender su fisonomía residencial-desde aquel año al presente poco y nada queda del tradicional paseo.
Es posible que el cambio más drástico se relaciona con la conversión de la calle en un polo gastronómico-comercial. Por decenas las viviendas han cedido su lugar a restaurantes, cervecerías, centros médicos, casas de moda, heladerías.
El otro cambio que se sigue consolidando es la construcción de edificios en altura, propuesta que comenzó en la década del 60, cuando no existía una reglamentación que regulara ese tipo de construcción, y que se mantiene por estos días, habilitada a partir de algunas exigencias menores.
Dos nuevas obras se sumarán en 2019, mientras que un edificio que lleva más de 20 años detenido se pondrá nuevamente en marcha.
Estructura de dos décadas
El cambio de las viejas maderas del vallado sobre la vereda por uno de chapas nuevas es el primer signo de la puesta en marcha del edificio de once pisos de Alem al 300, vecino al club Napostá.
De acuerdo a lo anunciado hace un año por este diario, los adquirentes de la estructura organizada en dos cuerpos estaban iniciando las presentaciones correspondientes para la terminación de este edificio que, envuelto en una serie de conflictos legales, lleva más de dos décadas detenido.
Las obras se iniciarán en marzo y será readecuado parte del proyecto original, que establecía una distribución de 45 departamentos.
Tiene un avance estimado del 30%, con cerramiento exterior de ladrillo visto.
La avenida Alem es un destino buscado en el mercado inmobiliario. Si bien mucha agua ha corrido desde que se hormigonaron los cimientos de la obra hasta el presente, las expectativas de los desarrolladores son alentadoras.
El último gallinero
En el 175 de la avenida Alem se ubica uno de los típicos chalets que fueron dando su pintoresca imagen a la avenida. Será el próximo en desaparecer para dar lugar a un nuevo edificio, de 9 pisos.
Organizado en dos plantas, la planta baja aparece revestida en piedra, emulando a los típicos chalés marplatenses. La superior tiene un revoque pintado de blanco, partes de madera y la cubierta de teja a dos agua. Casi un chalecito californiano.
Dos elementos caracterizan la vivienda. Por un lado, la inscripción en su frente, realizada con hierro, con la frase "Cumen Ruca". Tomada del mapuche, significa "Casa buena".
Por otro lado, en el patio delantero, una fuente sobre la medianera, semicircular, revestida en cerámica celeste y con una azulada cabeza de león de la cual, se supone, fluía el agua. Sobre esa cabeza, una leyenda: "Bebe o vete".
La avenida Alem es un destino buscado en el mercado inmobiliario, ya que las expectativas de los desarrolladores son alentadoras.
La vivienda data de principios de los 50. Fue construida por Ignacio Barga, recién llegado de Pedro Luro.
Su nieto, el médico homónimo, mencionó que el escrito de la fuente era un dicho usual de su abuela. Recordó también que en la casa funcionó "el último galline- ro de la avenida".
"Fue parte de mi infancia. Al fondo del patio estaba el gallinero. Cuando mi abuelo vendió la casa los nuevos propietarios hicieron un quincho en el lugar", evoca hoy quien supiera ser también jugador de basquet de Napostá.