La Nueva

A un año del crimen de Susana Arbilla, su hermana sigue reclamando justicia

A poco de cumplirse un año del homicidio de su hermana, Claudia afirma que “muchos tapan, no hablan”, y por eso el asesinato sigue impune. “Quiero que se haga justicia”, reclama.

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“Yo pienso que tengo que pedir, pedir y pedir a Jehová para que se esclarezca, porque es por mano de Él que se van a abrir las puertas y se va a llegar al tipo, a la mujer o a los que fueron. Acá, muchos tapan, no hablan. Hay testigos que saben quién fue, pero tienen miedo de decirlo. Tal vez hay algo muy groso detrás de todo esto y no lo quieren decir”.

Claudia Vanesa Arbilla, a casi once meses del homicidio de su hermana Sandra (31 años), registrado a mediados de febrero pasado en la verdulería ubicada en Don Bosco y Manuel Molina, reconoce que “al principio tenía miedo”, sin querer revelar sus sospechas sobre el autor del salvaje crimen.

“Por ahí tengo miedo de decir algo, escuche el que fue y venga... Yo me voy a defender hasta la muerte, pero tampoco quiero callarme y que todo siga así... quiero que se haga justicia, porque a mi hermana le arrebataro­n la vida salvajemen­te. Se la quitaron como si fuese un perro o un cordero”.

La mujer dice que “la degollaron, y querían hacerlo. Tenía toda la cara cortada, fue una salvajada. Ahí era como que querían señalar algo, dejar algo dicho”, avalando la hipótesis de que el crimen pudo haber sido un mensaje para alguien o por algo.

El brutal ataque se produjo alrededor de las 5 de la tarde del 17 de febrero del año pasado y Sandra murió 48 horas después.

La mujer confía en que “se va a saber” quién mató a su hermana, aunque reconoce que “por ahora no” eso no ocurrirá.

También considera que la investigac­ión tuvo algunas fallas.

“Me dijeron que en el momento que pasó lo de mi hermana, la verdulería tendría que haber sido preservada por una semana, pero al otro día estaba abierta como si nada. A mi me da cosa, porque reparto comida y paso todos los días para dejar algún pedido ahí cerquita. Me da como bronca, pero qué puedo hacer...”, se pregunta.

La mujer no tiene certezas, pero muchas sospechas.

“Yo creo que el entorno de la verdulería en la que estaba mi hermana, y en el que ella no tenía nada que ver, saben quién fue. Saben por dónde viene la mano, yo no acuso a nadie, pero saben”, recalca.

Describió que Sandra había empezado a trabajar poco antes en ese comercio.

“Estuvo tres semanas, más o menos. Después la pasaron a una que está cerca y es del mismo dueño; pero justo ese día la volvieron a cambiaron, supuestame­nte porque mi hermana había ido al recital de Los Dragones (grupo de cumbia sureña surgido de Puerto Madryn en 1998 y que en esa ocasión actuó en Bailotage) con mi papá y entonces al otro día la mandaron de tarde a esa verdulería, sin que ella lo pidiera. Es más, la señora del dueño le avisó que vaya a ese local”, detalló.

Claudia, quien fue la última familiar que vio con vida a Sandra -esa misma tarde, a las 14.45 la llevó en su moto hasta la verdulería-, recuer- da un circunstan­cia que resultó trágicamen­te anecdótica.

“Hacía una semana que no hablábamos y en la charla me comentó que luego del recital, papá fue hasta (la cochería) Ferrandi para ir al baño. Luego a ella la velamos ahí”, y no habían pasado 72 horas.

Muchas dudas

La falta de certezas sobre el móvil estuvo dada desde el primer momento.

“Una policía, cuando mi hermana estaba internada, me dijo confidenci­almente que el testigo (que la halló) fue porque escuchó los gritos desesperad­os de mi hermana; luego corrió y avisó. Después, de la DDI me dijeron que eso era mentira, que nadie escuchó nada, que a mi hermana ya la vieron así, tirada”.

Está convencida de que ese testigo “debe saber algo. Lo que pasa es que no habla. Lo han mandado a buscar, porque se escondió, y no quiere hablar... Hay mucho miedo”.

En su momento se evaluó que la condición de exguardiac­árcel del propietari­o podría abrir la puerta a la posibilida­d de una eventual venganza (el hombre lo negó).

“Voy a decir algo que no sé si está bien que lo diga, pero creo que viene por ese lado, porque el fiscal habló con alguien que se maneja en la cárcel, una persona que trabaja ahí, y uno de ellos estaba muy inquieto. De todos modos, no pudo haber sido esa misma persona que estaba encerrada, porque no salió ese día. El fiscal está investigan­do otras cosas y dijo que para él viene por el lado de drogas”.

La chica asegura que “mi papá conoce a ese testigo y le dijo que cuando vio a mi hermana había una manzanita tirada, nada más. Y cuando fue mi papá era todo un lío, todo tirado y revuelto; le dijo que las cosas no estaban como él las había visto”.

El abanico de posibilida­des permite que Claudia reconozca que “tengo dudas de alguien más, pero eso lo están investigan­do. No sé..., puede ser una posibilida­d. Como no hay acusados ni nada, todo entra en el combo de quién pudo haber sido”.

Finalmente dice que “sé que fue un hombre el que atacó a mi hermana, porque tenía huellas de pisadas de 43 centímetro­s, en un brazo, una pierna y creo que otra en el pecho, y el pie de una mujer no creo que mida eso".

Según la autopsia, la víctima recibió 34 puñaladas. Las primeras fueron aplicadas en su rostro y la fatal, que recibió estando en el piso, atravesó su tráquea y la yugular.

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PABLO PRESTI-LA NUEVA.
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fue asesinada en febrero de 2017 en el local de Don Bosco y Manuel Molina.

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