La novela electoral, capítulo dos
Dentro del microclima político sólo se piensa en cómo ganar las elecciones de octubre. De hecho, se podría afirmar que la estructura de pensamiento de buena parte de la dirigencia, ya en esta primera quincena de febrero, tiene la forma de “una gran urna”.
En la coyuntura, la actual desunión del peronismo sigue siendo la mejor noticia para Cambiemos ante los desaciertos económicos del gobierno de Mauricio Macri, entre tarifazos y bolsillos que no llegan a fin de mes.
El oficialismo tiene claramente definidos los cargos mas importantes para la reelección (Mauricio Macri en la boleta presidencial, María Eugenia Vidal a la Gobernación bonaerense y Horacio Rodríguez Larreta para la alcaldía porteña), pero deja la letra chica para los casilleros de “acompañamiento”.
En la oposición PJ / FpV/ Unidad Ciudadana todavía es materia pendiente y juegan a tirar amagues. “Nadie es dueño de una ideología o un proyecto de país”, señalan, enigmáticos.
Desde la frialdad y el hermetismo habitual que se impone en la sede de la gobernación de calle 6, se sabe que la principal “bomba de tiempo” debajo de los zapatos de Vidal -que no pudo resolverse durante todo el año pasado y que ahora mismo deberá buscarle una solución para encarar la campaña electoral en pazes la paritaria docente.
La mandamás de Cambiemos cumplió con el compromiso de convocar para este miércoles 13 a los gremios de educadores. De antemano se espera una propuesta salarial “superadora”, aunque los márgenes de gastos presupuestados para la Provincia este año no ofrecen un panorama alentador.
El sindicalismo docente, a su vez, reclamará la aplicación de la cláusula gatillo para no perder contra la suba generalizada de precios que no parece detenerse en 2019.
Vidal le pidió al arco legislativo de Cambiemos que “militen” y se involucren activamente en la defensa de las posiciones gubernamentales en la paritaria con los docentes. Es parte de la estrategia estatal por involucrar a los padres en el debate educativo en general con una campaña mediática y fundamentalmente, a tradocentes
La idea que inquieta al grupo de alcaldes Pro es que las PASO funcionen como una “gran encuesta” donde Cambiemos podría ser castigado por el rumbo económíco.
vés de las redes sociales.
Todo ingresó en etapa de evaluación. No sea cosa que con la conformación de “mesas técnicas de debate”, la administración Vidal corra el riesgo de ser acusada de fomentar una “grieta” entre el sindicalismo docente y la comunidad educativa.
Es el Estado quién debe garantizar el calendario escolar anual completo. Asimismo, establecer una mesa de negociación paritaria salarial donde “intervengan y se escuchen” ambas partes.
No se trata de imponer una pauta salarial como denuncian los gremialistas (con el líder de Suteba, Roberto Baradel a la cabeza) que hizo la Provincia el año pasado.
Solo en 2018 hubo 25 días de paro docente en la provincia por un conflicto salarial donde los gremios reclamaban discusión paritaria, en oposición a la suba escalonada del salario que estableció el Ejecutivo.
“Operaciones”.
Tras la decisión de la gobernadora de atar su suerte y destino político al de Macri, enterrando la novela del adelantamiento de las elecciones bonaerenses, asomó otra artimaña electoral en el centro de la agenda política con la promesa de convertirse en el foco de discusiones y “operaciones internas” entre oficialismo y la oposición peronista.
La jugada ahora es distinta, son los intendentes bonaerenses del universo amarillo puro del Pro quienes quieren “voltear” las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del calendario electoral 2019.
La jugada es observada de cerca por Federico Salvai, el jefe de Gabinete de Ministros de la Provincia. También claro, por los radicales dentro de Cambiemos.
La idea que inquieta al grupo de alcaldes Pro -encabezado por el intendente de Vicente López, Jorge Macri, el primo del presidentees que las elecciones primarias pautadas para agosto funcionen como una suerte de “gran encuesta electoral” donde la alianza oficialista podría ser castigada por un electorado muy desanimado por la economía.
Por eso, los macristas quieren jugar todo en la general y evitar así que el eventual malhumor del votante bonaerense beneficie al peronismo dos meses antes de la elección general de octubre. Básicamente, temen ser arrastrados en sus municipios por una suerte de “voto castigo” a Macri, y que ese efecto rebote también perjudique a Vidal, que es la dirigente oficialista con mejor imagen pública al margen de las penurias económicas.
Difícilmente la aguda recesión económica no impacte en el territorio provincial. De hecho, la escasez de recursos obligó a frenar el ritmo de la obra pública que es decisiva para mostrar gestión, en especial en un año marcado por lo electoral.
Por eso en los pasillos parlamentarios, donde buscan instalarse los diputados radicales para no perder vuelo político, suelen escucharse frases: “Llevamos adelante una administración más moderna, bajamos los costos, luchamos contra la corrupción y las mafias. Tenemos una Provincia que ya no tiene déficit primario y que se endeuda únicamente para invertir”, dicen las voces oficialistas, en voz alta, para quien quiera escuchar.