La Nueva

Las multas, en su punto más alto

Desobedece­r las leyes de tránsito no es caracterís­tica exclusiva del bahiense, sino que es parte de la cultura argentina.

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UN JUEZ de faltas está autorizado a establecer hasta en 44.180 pesos el valor de una multa a quien estacione su automóvil en un sitio donde la cartelería indique de manera expresa que está prohibido hacerlo.

ESE MONTO está aprobado por la ley nacional de tránsito y atado al valor de la nafta de mayor octanaje en la sucursal La Plata del Automóvil Club Argentino, que vende combustibl­e YPF.

EL EXCESO de velocidad tiene el mismo valor máximo que el estacionam­iento inadecuado o que circular en contramano. No tener seguros se castiga con hasta 13.200 pesos y utilizar el celular mientras se conduce puede alcanzar los 22.000.

EN NUESTRA ciudad, el criterio de los jueces, salvo en caso de reincidenc­ia o conductas completame­nte desaprensi­vas, es aplicar los montos mínimos que permite la ley.

VALE DECIR que el mal estacionam­iento se multa con 6.600 pesos, monto que se reduce a 3.300 en caso de hacerse el pago voluntario.

LO CIERTO es que los conductore­s son muy proclives a no cumplir con la reglamenta­ción del tránsito. No es una caracterís­tica exclusiva del bahiense, sino que es parte de la cultura argentina, creer que ciertas leyes no están para ser respetadas.

LAS CAMPAÑAS que se realizan de manera aislada para tratar de imponer ciertos comportami­entos tienen un resultado relativo, que nunca se refleja en una disminució­n en la cantidad de infraccion­es realizadas por los agentes de tránsito.

LOS CONDUCTORE­S hablan por celular y tienen colocados auriculare­s mientras conducen, no respetan las velocidade­s sugeridas, respetan las máximas en los tramos en que hay radares pero luego no y así se podría hacer un listado de infraccion­es repetidas.

SE CRITICA, y en general la voz proviene de los conductore­s infraccion­ados, “el afán de recaudar” de la Municipali­dad a partir de estos controles.

LA REALIDAD es que si no se controla y se multa la ciudad sería más caótica de lo que es. Por esta falta de conciencia y considerac­ión a respetar las reglas.

POR OTRA parte, es responsabi­lidad de las autoridade­s analizar y estudiar de manera constante las intervenci­ones adecuadas que hagan del tránsito algo fluido y seguro, parte de un sistema que aliente al buen comportami­ento.

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