La Nueva

Con la mudanza, se acelera la desaparici­ón de Barker

Ya hubo tres reuniones de conciliaci­ón y la cementera insiste con desprender­se del 70% de su personal. En el pueblo aún está fresco el angustiant­e recuerdo de hace 18 años, cuando la planta cerró y quedaron apenas 300 habitantes.

- Juan Ignacio Schwerdt jschwerdt@lanueva.com

Loma Negra no afloja y a los vecinos de Barker los arrasa la angustia. Ya van tres reuniones para evitar el cierre de la planta de la cementera en la localidad, pero las negociacio­nes no avanzan y la comunidad empieza a temer lo peor: la desaparici­ón del motor económico del pueblo, el desempleo, el desarraigo, la transforma­ción de la localidad -una vez más- en un pueblo fantasma. La última reunión fue anteayer.

La firma -propiedad de la multinacio­nal brasileña Camargo Correa desde 2005- presentó una nueva oferta, pero la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA) la rechazó de plano.

“La empresa tenía la intención de dejar en la planta 65 de los 330 empleados directos y tercerizad­os que había antes de este conflicto; les dijimos que no. El jueves nos ofrecieron conservar a 78 en media jornada y 26 a jornada completa; y también lo rechazamos. No se acerca en nada a lo que pretendemo­s”, confió Nueva. a La el referente de AOMA en Barker y Villa Cacique, Martín Isasmendi.

Lo que los obreros pretenden -aclaró- es que no se pierda ningún puesto de trabajo, aún si ello implica resignar sueldos.

“Queremos que la empresa nos diga qué costo fijo está dispuesta a soportar y, a partir de ahí, redistribu­ir los salarios y la carga horaria. La idea es que nadie se quede sin laburo”, subrayó. El reclamo no sólo es de índole laboral. También tiene que ver con la necesidad de que no desaparezc­a el motor económico de Barker, una comunidad del distrito de Benito Juárez, de apenas 7 mil habitantes, que hace 18 años estuvo a punto de transforma­rse en un pueblo fantasma a causa del cierre de la planta.

Isasmendi vivió en carne propia aquella crisis.

“Yo tenía 18 años y me tuve que ir al Conurbano porque acá no había trabajo. En 2001, cuando arrancaron los saqueos, me volví. Para ese entonces Loma Negra -todavía a cargo de la familia Fortabat- había decidido parar totalmente la planta y Barker se había convertido en un pueblo fantasma”, recordó.

“Aquella vez se fueron tantas familias del pueblo y quedaron tantas casas abandonada­s que ni siquiera te las alquilaban: con tal de que las ocuparas y las mantuviera­s, te las prestaban. O te las vendían por dos mangos”, añadió.

El propio Isasmendi compró su casa por 3.300 pesos, cuando en aquel entonces un terreno en las afueras de Bahía Blanca no bajaba de los 20 mil.

“Primero se fueron los empleados de Loma Negra, pero después los comerciant­es, los maestros, todos. Quedaron los jubilados y algunos pocos más. Y no te cuento el sufrimient­o de la gente por el desarraigo, la tristeza. Fue algo tremendo”, recordó.

“Hoy estamos aterrados ante la idea de que vuelvan esas épocas. Tengo amigos de la infancia que vienen a casa a llorar, destrozado­s psicológic­amente. No dan más”, agregó.

Desde que comenzó el conflicto, en marzo pasado, más de 50 trabajador­es han aceptado el traslado a otras plantas de Loma Negra o han firmado el retiro voluntario. Los camiones de mudanza ya han empezado a circular por las calles de Barker, ante la sollozante mirada de los que quedan.

“Por esto toda la comunidad está atrás de nuestro reclamo”, destacó Isasmendi.

Desde que comenzó el conflicto se han sucedido multitudin­arias marchas, asambleas y actos públicos, tanto de día como de noche. El pedido es uno solo: que no cierre la planta. Loma Negra, por ahora, no afloja.

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FOTOS: FACEBOOK “PUEBLO CHICO, HISTORIA GRANDE” LA COMUNIDAD está unida al reclamo de los trabajador­es. Si la cementera se cierra, el pueblo podría desaparece­r.
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