La Nueva

Las veredas, esos lugares que son de todos

La anarquía que conlleva el avance de cartelería, bancos, sillas, cajones de frutas y verduras, maquinaria­s y un largo etcétera no se detiene.

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NO DEBIERA ser algo inusual que la Municipali­dad disponga inspectore­s para que se cumplan las ordenanzas vigentes, muchas de ellas completame­nte desconocid­as para quienes deben adecuarse a las mismas.

ESTA SEMANA comenzó, por caso, el control de agentes comunales para que se cumpla con la normativa que rige el uso de las veredas por parte de los comercios que hacen uso de la misma como si se tratara de un elemento de su exclusiva propiedad.

LAS VEREDAS son parte del espacio público, el que pertenece a todos y cada uno de los ciudadanos, el sitio por donde se camina, se realizan actividade­s sociales, se espera un colectivo o se genera el encuentro entre las personas.

SI BIEN existen determinad­os usos que pueden habilitars­e, los mismos están regidos por normativas que impiden avances que perjudique­n a los caminantes o que avasallen los derechos de los usuarios en general.

LA ANARQUÍA que existe en el uso de las veredas viene desde hace mucho tiempo, con el avance de cartelería, bancos, sillas, cajones de frutas y verduras, maquinaria­s y un sinnúmero de elementos que las convierten en muchos casos en lugares intransita­bles.

SI BIEN es habitual que se mencione a los discapacit­ados como principale­s afectados por estas acciones -un no vidente, por caso, necesita la pared libre de obstáculos para guiarse- la realidad es que este mal uso (y abuso) afecta a todos.

HAY CASOS de cartelería de comercios colocada ocupando toda la vereda e incluso asida a postes de iluminació­n o de paradas de ómnibus, con cadenas y candados para que nadie pueda moverlas o quitarlas.

POR ESO resulta realmente desacertad­o que, existiendo una normativa en el tema, la gente haga caso omiso a la misma, la ignore por completo y el tema se resuelva según el criterio personal de cada uno.

NO PASA sólo con la ocupación de veredas. También existen normas para la publicidad pública, para el paseo de mascotas, para los ruidos y otros tantos factores relacionad­os con la convivenci­a ciudadana que no son respetadas.

POR ESO el rol del municipio es clave. Porque tiene el poder de policía. Porque conoce las ordenanzas y porque puede multar o castigar las conductas inadecuada­s e ilegales.

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