La Nueva

“Soy de Rosario, pero me quieren más en Sporting y Villa Mitre”

Fermín Ponte se convirtió en el jugador más longevo de la Liga del Sur en disputar un partido oficial de Primera división.

- Sergio Daniel Peyssé speysse@lanueva.com

“Estoy pleno y siento que hoy podría estar atajando en cualquier equipo de la Liga del Sur”.

A los 48 años, Fermín Ponte se convirtió en una leyenda viviente de nuestro fútbol, al conseguir el récord que jamás imaginó que podía alcanzar: ser el jugador más longevo, o de mayor edad, en disputar un partido oficial de Primera división.

Lo logró hace 9 días atajando para Sporting, en el 2-2 frente a Bella Vista, superando en los registros a tres jugadores que habían visto acción hasta los 46: Juan Cassataro (Bella Vista, en 1974), Juan Carlos Rullan (Pacífico, Promociona­l de 1987) y Adrián Echeverría (Liniers, 2012).

Ser parte de la historia liguista es un logro más en la fructífera carrera del golero puntaltens­e, que arrancó en 1990 defendiend­o el arco de Rosario Puerto Belgrano.

“Esta posibilida­d de ir por el récord surgió en 2016, cuando por accidente llegó a ocupar la valla de Sporting, donde estaba –y sigue en la actualidad-- trabajando como entrenador de arqueros. En una semana tuvimos la mala suerte de sufrir la baja del golero titular (Ignacio Torres) por la fractura de una mano y la del suplente (Marcos Zárate), que tuvo que viajar de urgencia a Buenos Aires por la muerte de su padre. Había que apelar al tercer arquero, un chico con apenas dos partidos en Reserva que no se animaba a debutar en Primera”, comenzó contando Fermín.

“Como había que tomar una resolución rápida, ‘Pocho’ Ortiz (entrenador rojinegro) vino a hablar conmigo y me dijo: ‘si el domingo nos hacen cinco goles, prefiero que te los hagan a vos y no a un pibe que sólo tiene experienci­a en categorías menores’. Por esa cuestión del destino, tres años antes yo había hecho el pase en la Liga, porque en mi cabeza estaba latente el hecho de retirarme en Sporting. Cuando los periodista­s se enteraron que iba a volver a atajar a nivel local, después de casi 10 años, me empezaron a consultar y a poner en tema sobre el récord. Y ahí me entusiasmé por completo”, recordó quien pasó por Rosario, Sporting, Huracán de Guatraché, Villa Mitre, Ferroviari­o de Coronel Dorrego, Buena Parada de Río Colorado y Atlético Macachín de La Pampa.

“Como en ese año no me daba la edad para lograr el récord, todo se enfrió, pasó el tiempo y yo me olvidé, hasta que ‘Fito’ Cuello, su cuerpo técnico y Sporting me hicieron el regalo tan ansiado. Si Sporting jugaba por algo, yo no iba a atajar, pero era el último partido de la fase clasificat­oria y me dieron la chance. Eran diez chicos del club y yo. Los miraba desde el arco y pensaba: ‘podría ser el padre de varios de ellos’. Una locura muy linda que valoro y que me encanta, que va a cobrar más valor cuando pase más el tiempo”, sostuvo.

--¿Cómo fue ese día del regreso, pensar en un partido tan especial, armar el bolso después de tanto tiempo...?

--Fue la sensación de un debutante que no me puedo sacar de encima. Ahora estoy hablando con vos y me transpiran las manos. El día anterior al partido trabajé con los arqueros, me fui a mi casa y nadie me dijo nada. A la noche me llamó ‘Pelusa’ (Horacio Pérez, ayudante de campo de Cuello) para comunicarm­e que iba a atajar. La sorpresa fue grandísima, aunque a partir de ese momento lo empecé a disfrutar.

“Me costó dormir, me desperté varias veces y me estuve dando máquina hasta que se hizo de día. La noche anterior a cada encuentro siempre fui de ana

lizar a los rivales, de estudiar ciertas caracterís­ticas, pero esta vez no quise pensar en nada y me relajé para vivir de la mejor manera algo que creía que merecía. Así y todo me traicionar­on los nervios, porque en pleno juego me contractur­é los músculos posteriore­s de ambas piernas y duré en cancha 45 minutos. Fue una lesión psicológic­a; no aguanté tanta tensión y adrenalina. Muchos me dijeron: ‘Y tenés 48 años, cómo no te va a pasar’. Pero yo estoy bárbaro, entreno, voy al gimnasio y atajo. 10 días antes había corrido 22 kilómetros”.

“En la previa me invadieron las emociones. Como fue todo muy de golpe, tuve que ver qué tenía a mano, y solo encontré las canilleras, vendas y unos guantes viejos y resecos. Me fui al club, me probé un montón de pares de botines de los jugadores de Primera y los que mejor me calzaron fueron los de Marcelo Castellano, a quien se los saqué sin permiso. Los guantes los tuve que meter en una palangana con agua para ablandarlo­s...(risas).

--Pasaste por Rosario, Sporting y Villa Mitre en la Liga, ¿de quién sos o con cuál te identificá­s?

--Soy de Rosario, ahí empecé a jugar, pero el amor por Sporting nunca lo sentí en Rosario. Lo mismo me pasó con Villa Mitre. Soy claro: en Rosario nunca tuve el reconocimi­ento de la gente como si me lo dieron en Sporting y Villa Mitre. Hoy en la cancha de Rosario me putean; no me dan ganas de ir.

“No quiero que se malinterpr­ete, pero mi amor es más grande por Sporting y Villa Mitre que por Rosario, que me dio la posibilida­d de jugar y de convertirm­e en lo que soy hoy. Aunque no se porqué, nunca tuve el reconocimi­ento que merecía, ni cuando jugaba ni después cuando me fui.

“Cada vez que voy a la cancha me insultan, me hacen sentir mal, y no lo merezco porque no les hice nada ni soy un tipo jodido. Está bien que de Rosario me fue a Sporting y eso muchos no me lo perdonarán jamás, pero en ese momento pensé en mi carrera, en mi futuro, en crecer. Es difícil de explicar, pero hoy por hoy Sporting me da sentido de pertenenci­a, me hace sentir Fermín Ponte. Y de Villa Mitre podríamos estar hablando hasta mañana”.

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FOTOS: EMMANUEL BRIANE Y ARCHIVO LA NUEVA.
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