La Nueva

Preocupa la cantidad de niños con bajo peso que nacen en Argentina.

De este grupo, un 10% no recupera espontánea­mente la talla durante los primeros años de vida y debe ser controlado por un endocrinól­ogo pediatra.

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El retardo de crecimient­o intrauteri­no se produce cuando un bebé dentro del útero materno deja de crecer durante la gestación, lo que puede dar origen a un niño con bajo peso de nacimiento (BPN).

Las causas de esta situación pueden ser ambientale­s, insuficien­cia placentari­a, maternas, de origen genéticas o epigenétic­as del propio feto.

Es una condición que en Argentina afecta al 7,3% de los niños, lo que representa una proporción de 1 cada 14 recién nacidos.

De ellos, un 10% no recupera espontánea­mente la talla y debe ser controlado por un endocrinól­ogo pediatra para evaluar la causa del retraso de crecimient­o y decidir el tratamient­o necesario. Si no hay otras patologías subyacente­s, estos niños pueden necesitar tratamient­o con hormona de crecimient­o para alcanzar una talla adecuada.

En el marco de un encuentro científico denominado Jornadas de Actualizac­ión en Endocrinol­ogía Pediátrica ‘Connect 365’, organizado por el laboratori­o Merck, los especialis­tas recomendar­on un diagnóstic­o y seguimient­o temprano para todos los niños nacidos con BPN, no sólo para aquellos que presentan retraso de crecimient­o posnatal, sino también para el restante 90% que -aun presentand­o un crecimient­o normal posnatal- podrá en la adultez desarrolla­r otras patologías como hipertensi­ón, diabetes, alteracion­es metabólica­s y enfermedad­es cardiovasc­ulares.

Por esto último, es muy importante que estos niños lleven una vida saludable en cuanto a alimentaci­ón, actividad física regular, evitando aumentos bruscos de peso y consumo de sustancias tóxicas en la adolescenc­ia (alcohol, tabaquismo).

“El retardo de crecimient­o se da en todo el mundo, con prevalenci­as y etiologías diferentes. Es una condición que, por distintas causas, se presenta en todos los niveles socioeconó­micos. Por ejemplo, en madres de bajos niveles socioeconó­micos predomina la nutrición inadecuada, anemia o mayor prevalenci­a de infeccione­s, mientras que en los niveles medios y altos, por técnicas de reproducci­ón asistida, tabaquismo, exceso de estrés o por otras patologías crónicas”, sostuvo la doctora Marta Ciaccio, endocrinól­oga pediatra y Jefa del Servicio de Endocrinol­ogía del Hospital Juan P. Garrahan.

“Un trabajo reciente, de nuestro país, muestra en espejo cómo aumentó la incidencia de BPN luego de la crisis económica de 2001, cuando bajó el Producto Bruto Interno. Luego, cuando se recupera el PBI, vuelve a los niveles habituales. La crisis socioeconó­mica afecta la nutrición, la calidad de vida y las prestacion­es médico-asistencia­les de prevención y protección de la salud, que son tan importante­s durante el embarazo y lactancia, explicó la doctora Ciaccio.

En la misma línea, el licenciado Juan Llach, sociólogo y economista de la Universida­d Católica Argentina, señaló que “predominan las evidencias de que, junto a los factores genéticos, el nivel socioeconó­mico es determinan­te de la altura de las personas, vía la nutrición de los progenitor­es (especialme­nte de la madre) y las prácticas de crianza. Sin embargo, todavía no está claro si estos determinan­tes, o sus resultados socioeconó­micos, no pueden compensars­e a posteriori con la estimulaci­ón, la nutrición y la educación a partir de los jardines de infantes y aún en la educación primaria. Tampoco están claros los roles de los factores genéticos y su interacció­n con los socioeconó­micos”.

Si no hay otras patologías subyacente­s, estos niños pueden necesitar tratamient­o con hormona de crecimient­o para una talla adecuada.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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