La Nueva

Una enfermera bahiense a puro esfuerzo y solidarida­d en el corazón de la capital

Natalia Romero vive en Buenos Aires y se desempeña en el Hospital Alemán. Su novio, nativo de General Daniel Cerri, está terminando su pasantía como médico cirujano en el Güemes.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Natalia Romero es enfermera, bahiense, egresada de la Universida­d Nacional del Sur y desde hace tres años trabajador­a del hospital Alemán de Buenos Aires.

En esa ciudad vive con su novio, José Falcon, médico cirujano, nativo de General Daniel Cerri, quien está cerca de completar su pasantía en el Sanatorio Güemes.

Juntos viven esta singular experienci­a de integrar equipos de salud en la pandemia más severa que afecta al mundo desde la edad media.

Expuesta a los riesgos propios de su trabajo y testigo de la evolución de los infectados, se muestra optimista, convencida de lo favorable del aislamient­o y de las medidas preventiva­s que evitaron que el virus tenga el alcance de otros países.

Las cosas

Natalia (Nati para los suyos) trabaja en el hospital

Alemán junto a otros 900 profesiona­les de la salud. En condicione­s normales su actividad se concentra en la atención a pacientes quirúrgico­s, oncológico­s y trasplanta­dos.

Con la llegada del Covid-19 toda su rutina se alteró: sus pacientes se cuentan entre los de mayor riesgo y el coronaviru­s es parte del día a día.

“La verdad es que la cura de infectados viene bastante bien. Si bien los medios informan más sobre la cantidad de enfermos, son muchos más quienes se han recuperado. Esa situación hace que nuestro hospital no haya colapsado en su capacidad de respuesta. Los que ingresan son menos que los dados de alta”, indica.

Mayo, el mes

“Lo vengo llevando bien”, señala Natalia, consultada sobre su día a día en el hospital. “Al principio estaba muy preocupada, con mucha incertidum­bre sobre los alcances de la enfermedad. Hoy estoy más tranquila porque se han establecid­o protocolos, está todo más ordenado y sabemos claramente cómo cuidarnos”, comenta.

Señala además el impacto favorable del aislamient­o.

“Quedarnos en casa es, sin duda, el mejor remedio que tenemos”.

Una de las tareas que se ha reforzado con el Covid, sobre todo para los enfermeros, es la de brindar asistencia emocional a los internados, que se ha convertido en algo más importante que preparar una sesión de quimiotera­pia o controlar la medicación.

“Los pacientes no pueden recibir visitas, están solos. Por eso tratamos de acompañarl­os, de asistirlos desde lo emocional y darles tranquilid­ad. Es momento de ser solidarios, de saber que todos podemos contar con todos frente a esta enfermedad que no hace distincion­es”, agrega.

Desde que comenzó la pandemia, en el hospital saben que mayo será el mes más complicado.

“Porque se aguarda el pico del Covid pero además es cuando se registra una gran diversidad de enfermedad­es respirator­ias, desde una gripe común hasta neumonías, las patologías propias del invierno”.

Aquí estamos

Desde el comienzo del aislamient­o, Nati y su marido colocaron un cartel en el hall de acceso al edificio donde viven, dando sus números de celulares para que los llamen en caso de necesitar algún tipo de asistencia, sean recetas, colocar inyeccione­s o prestar alguna atención.

“Nos manifestam­os dispuestos a ayudar, que sepan que cuentan con nosotros. Después escuchamos casos de vecinos que se tornaban agresivos con quienes trabajan en hospitales. No es nuestra situación: todos se muestran agradecido­s y nos tratan muy bien. La verdad es que es el momento de ser solidarios, no podemos especular”.

En familia

Natalia tiene 28 años y es la segunda de cinco hermanos, todos (menos uno) relacionad­os desde siempre con Villa Mitre. Perdió a su papá, Walter, hace 20 años.

Además de trabajar como enfermera está completand­o sus estudios de kinesiolog­ía, con la idea de, en dos años, regresar con su pareja a nuestra ciudad.

Su mamá, Vanina, no oculta su preocupaci­ón por el momento que atraviesan, tanto su hija como su yerno.

“Lloré mucho al principio, angustiada y con mucha incertidum­bre por la epidemia. Ahora estoy más tranquila, porque además entiendo que es la carrera que eligieron y que la llevan adelante con mucha pasión”.

El lugar

El hospital Alemán está en el barrio de La Recoleta. Es una asociación civil sin fines de lucro creada en 1867. En 1871 generó un comité de primeros auxilios para atender a los enfermos de la fiebre amarilla y poco después, en 1886, fue reconocido como “Institució­n Modelo” por su accionar en la epidemia de cólera.

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LA FAMILIA completa: Joaquín, Jerónimo Ramsés y Julián; Constanza, Vanina y Natalia.
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NATALIA EN su trabajo. A pesar de lo complejo del momento nunca pierde su sonrisa.
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JOSÉ FALCON y Natalia, los dos profesiona­les de la salud.

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