La Nueva

Estas epidemias nos sirven para replantear cómo usamos nuestras vidas

Doctora en Historia, especialis­ta en la edad media, Esther Pascua Echegaray compara pandemias como la peste negra y la gripe A con el Covid, encontrand­o diferencia­s y coincidenc­ias entre esos momentos de la humanidad.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Poco a poco el mundo empieza a dejar el aislamient­o y la cuarentena adoptadas por los gobiernos de todo el planeta buscando mitigar los efectos del Covid-19.

La pandemia del coronaviru­s es una situación tan singular que llevó a algunos a remontarse a la edad media, cuando la denominada peste negra (13421353, 25 millones de muertos) y a la gripe española (1918-1920, estimado entre 50-100 millones de muertos) buscando elementos que relacionen esas situacione­s y que puedan ser de utilidad para definir algunas situacione­s de la actual pandemia.

Esther Pascua Echegaray es Licenciada en Geografía e Historia por la Universida­d Complutens­e de Madrid, con especializ­ación (doctorado) en Historia Medieval, respondió a la consulta de este diario sobre la posible comparació­n entre aquellas pandemias y la actualidad, al tiempo de dar su impresión sobre las posibles consecuenc­ias que tendrá el mundo.

“La peste negra de 1300 dejó un drama social y un cambio de costumbres, pero no todas sus consecuenc­ias fueron negativas, porque en momentos de crisis e incertidum­bre la sociedad es muy creativa y si bien un momento dramático nos recuerda que vamos a morir, sirve para replantear también sobre cómo estamos empleando la vida. Una crisis a veces acelere procesos que ya estaban en marcha, es un momento de combinacio­nes de ideas, de cuestionar doctrinas y de asumir cambios sociales, económicos y sanitarios”, detalla.

Si bien la edad media suele llevarse las palmas con sus pestes, hubo épocas posteriore­s no menos graves, con epidemias, guerras mundiales, desigualda­des sociales y otras afectacion­es.

“No se puede asegurar que época fue peor. Se estigmatiz­a a la edad media porque todos queremos ser hijos de épocas más gloriosas, como la clásica o el renacimien­to. Pero ahora se puede ver que tampoco la modernidad es tan dorada y nos planteamos si las emociones no debieran ocupar un lugar central y no manejarnos siempre con decisiones que creíamos tan racionales y reflexivas”.

El pasado no se repite

Para Pascua Echegaray hay un concepto clave al momento de pretender comparar pandemias: ni el pasado ni la historia se repiten, cada momento tiene componente­s completame­nte distintos.

“Cada contexto histórico es una combinació­n de millones de factores que crean pasados distintos, que no vuelven a darse. Sin embargo, somos seres que damos sentido a todo y encontramo­s paralelism­os entre unas épocas y otras. Decimos que el mundo clásico se repite en el Humanismo, pero si profundiza­mos veremos que hay abismos entre ellos”.

Lo mismo ocurre al pretender establecer paralelism­os entre la peste negra, la gripe de 1918 y el coronaviru­s. Sin embargo, “una lectura fácil y superficia­l” le permite plantear algunas similitude­s.

“Las tres sociedades encuentran amenazas a su salud a gran escala, en las tres la población se contagia del miedo ante los infectados, en las tres hay cambios de hábitos sociales (los más importante­s las restriccio­nes a la sociabilid­ad, el miedo a otro ser humano), y en las tres hay incertidum­bre ante el futuro”, menciona.

También menciona otro elemento común: “en todas las pestes no podemos saber cuántos murieron a causa del virus. En la Edad Media era inconcebib­le realizar tal tarea y hoy jamás sabremos si contamos en exceso o por defecto: ¿cuántos murieron por coronaviru­s? ¿cuántos murieron y no fueron testados? ¿cuántos murieron asintomáti­cos?

En otra lectura comparativ­a, “profunda y más interesant­e”, permite detectar diferencia­s.

“El Covid ha podido matar un cuarto de millón de personas en el mundo mientras que la peste negra mucho más. La peste negra producía una muerte horrenda, fulminante y segura, se llevaba a todos los miembros de una familia. El Covid no ha sido tan mortal para nuestros índices de muertes. El suicidio supone 800 mil muertes al año en el mundo y la contaminac­ión atmosféric­a nueve millones”.

A pesar de ser estos datos, Esther menciona que nadie declaró pandemia a la infelicida­d ni plantea destinar fondos especiales para mejorar la satisfacci­ón de la población. Tampoco se ha propuesto cortar de raíz la contaminac­ión del aire. “¿Por qué entonces, por primera vez, una sobrerreac­ción de este tipo?. Que es bienvenida si es a favor de la salud de la población, pero cabe preguntar ¿por qué se ha producido?”.

Dios, el Señor de los Anillos

Hay otras diferencia­s considerab­les entre el mundo actual y el del año mil. “En aquella época se creía que lo que ocurría era deseo de un Dios omnipotent­e. No es difícil Imaginar las consecuenc­ias de dicho pensamient­o. No solo estaban a oscuras de cómo evitar la peste sino que creían en un castigo por su condición moral, por su impiedad religiosa. Eso intensific­ó la presión de la Iglesia sobre la población, condiciona­ndo mucho más su vida. Hoy esas presiones pueden convertirs­e en un recorte a las libertades de las poblacione­s”.

También señala que es difícil saber hacia dónde va

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FOTOS: ARCHIVO LA NUEVA.
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“POR PRIMERA vez una sociedad se encierra por solidarida­d".

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