¿Los snacks nocturnos son un atajo al sobrepeso?
Uno de cada tres argentinos (el 33%) reconoce que hoy come por aburrimiento, cuando previo a la cuarentena no incurría en esa peligrosa conducta.
¿ Qué se puede hacer en cuarentena salvo… comer? Y no es chiste. Según un reciente estudio realizado por el Instituto de Tecnología de UADE, uno de los cambios comportamentales más notorios desde el comienzo de la cuarentena es que muchos argentinos han comenzado a comer por aburrimiento.
De hecho, uno de cada tres argentinos (el 33%) reconoce que hoy come por aburrimiento, cuando previo a la cuarentena no incurría en esa peligrosa conducta. Y no sería raro que muchas de esas ingestas innecesarias de calorías ocurran después de la cena, cuando cuesta conciliar el sueño…
Estas preocupantes estadísticas llegan al mismo tiempo en que investigadores norteamericanos advierten sobre el efecto negativo de “picar” –ellos lo llaman snackear– antes de irse a dormir.
“Hay muchos estudios en animales y humanos que sugieren que no se trata solo de cuánto comes, sino también cuándo comes”, comentó al respecto el profesor Carl Johnson, autor principal del estudio y profesor de ciencias biológicas de la Universidad Cornelius Vanderbilt, Estados Unidos.
Su trabajo, publicado en la revista “Plos Biology”, advierte que hay un “cuándo” especialmente contraproducente para las personas que buscan lograr o mantener un peso corporal saludable.
Comer antes de irse a la cama, advierten en sus conclusiones, evita que el organismo “queme” grasa, pues se entretiene con los carbohidratos recién ingresados en ese picoteo nocturno.
Lo que está en juego, señalan, son cambios en los ritmos circadianos, que son los que regulan el metabolismo normal de los alimentos; existen numerosos estudios que han demostrado que su alteración –como por ejemplo la que se produce en los que trabajan en turnos rotativos– favorece el sobrepeso y la obesidad.
En su trabajo de investigación, el profesor Johnson y sus colegas sometieron a un grupo de voluntarios a distintos cambios en los horarios de las comidas; e incluso a un subgrupo le agregaron la obligación de comer –snackear– después de haber cenado, cerca de la hora de dormir.
Los investigadores monitorearon el metabolismo de los participantes usando la llamada cámara metabólica humana de Vanderbilt, que permite obtener mediciones continuas de la tasa metabólica y la descomposición de carbohidratos y grasas.
Aun observando un consumo constante de calorías y un nivel de actividad física regular, el momento de la ingesta de alimentos tuvo un efecto significativo sobre la cantidad de grasa que quemaron los participantes, informaron los investigadores.
Cuando los participantes comieron un snack antes de dormir (esto es, después de las 22 horas) quemaron menos grasa que cuando consumieron la misma cantidad de calorías en el desayuno.
“Esto confirma que el horario de las comidas durante el ciclo diurno y nocturno afecta la forma en que se usa la comida ingerida, y que cualquier comida ingerida antes de acostarse retrasará la quema de grasa durante el sueño”, explicó el primer autor y estudiante de posgrado de Vanderbilt Kevin Kelly.
Estos hallazgos están en sintonía con la llamada crononutrición, disciplina que estudia cómo el momento del día en que comemos tiene un impacto diferente en nuestra nutrición.
“El momento del día en que comemos es tan importante como lo que comemos”, dice la nutricionista mexicana Carolina Escobar.