Cómo crecen en Bahía adicciones y miedos en tiempos de pandemia
UNO DE LOS EFECTOS MENOS DESEADOS DEL CORONAVIRUS
El Centro La Misión, con más de 20 años en la primera línea de fuego para abordar problemáticas sociales de todo tipo, en especial sobre adicciones, advirtió un notable crecimiento en las consultas por consumo, recaídas y también miedos y angustias durante la pandemia. Por ese motivo lanzó el programa “Contá con nosotros”, una vía remota de comunicación. Brindan una "ayuda emocional", aconsejan y acompañan y, si es necesario, derivan al Colegio de Psicólogos, la Asociación de Acompañantes Terapéuticos o Salud Mental del Hospital Municipal.
Para todos, en mayor o menor medida, no resulta sencillo transitar el período de aislamiento decretado para tratar de frenar el avance del coronavirus.
Distintas situaciones nos ponen a prueba casi a diario, por lo que debemos recurrir a diversas herramientas para intentar superar cada desafío.
Para algunos estos tiempos son aún más complicados, donde cuestiones como las adicciones, potenciadas por un contexto de encierro, se vuelven problemáticas o traen al presente conflictos que parecían ser parte del pasado.
Desde hace más de 20 años, la ONG La Misión trabaja fuertemente en nuestra comunidad apuntalando a aquellos que atraviesan esta realidad. Y el COVID-19 no resulta un obstáculo para que siga llevando adelante esta tarea.
Adaptándose a la realidad, sus integrantes diseñaron un proyecto de trabajo denominado “Contá con nosotros”, destinado a brindar contención emocional a todos aquellos que se encuentran atravesando este tipo de situaciones.
Casi 90 personas son asistidas por estos días por WhatsApp, mensajes de texto, comunicaciones telefónicas y hasta encuentros por videollamadas. Ese número ya duplica al que transitaba por la organización en "tiempos normales".
“Todo esto nos cambió el paradigma de trabajo, entonces tuvimos que darle una vuelta de rosca y encontrar una manera que le sirva a la gente. Si bien tenemos personas con tema de adicciones, con quienes ya veníamos trabajando, se sumaron otras con ataques de pánico, ansiedad o depresión”, comenta Julieta Carreño, integrante del grupo.
Destaca que “nosotros realizamos un acompañamiento más emocional, entonces hacemos núcleo con otras organizaciones que trabajan en la ciudad y que hacen acompañamientos más específicos, como por ejemplo el Colegio de Psicólogos, la Asociación de Acompañantes
Terapéuticos o el área de Salud Mental del Hospital Municipal”.
“Hacemos el contacto, las derivaciones y el acompañamiento de esa persona en el proceso, porque no resulta fácil abrirte con un desconocido y más en una situación así”.
Julieta advierte que “estar solo y encerrado sacó lo bueno y lo malo de cada uno. Esa persona se encontró con ella misma, saliendo a flote cosas que ya venían pasando, pero que ahora quedaron más expuestas”.
Señala también que aquellos que pidieron ayuda lo hicieron buscando herramientas para “soportar esa situación”, y que “el miedo es un elemento constante en las personas que llaman o se comunican”.
Carencias y recaídas
Vanesa Troncozo, referente de la agrupación, menciona que la soledad o la distancia resultan complicados para todos aquellos que atraviesan consumos problemáticos.
“Evidentemente la cercanía, el afecto y el contacto son vínculos que sanan, restauran una relación y crean un lazo emocional personal y con el núcleo más cercano”.
“Una de las tareas más importantes que llevamos adelante es ayudar a la persona a armar su propia red de cuidado, que en este tiempo es fundamental. Para eso nos dedicamos a conocerla, saber con quién vive, si tiene amigos o con quiénes se vincula”, sigue diciendo.
Sostiene que a quienes están viviendo esa realidad se les debe hacer entender que hay otras maneras de vincularse.
“Es necesario hacer foco en otras cosas que no sean la soledad, el consumo o la abstinencia, y ponerlo en un propósito, que vean que son útiles, que lo malo puede servir para un fin mayor”.
Admite que “hay algunas personas que ya habían pasado por el grupo y venían sosteniendo una vida sin consumo o al menos lo tenían controlado, y que han experimentado recaídas. Volvieron a llamar, se dieron cuenta de esta situación o que estaban prontos a caer. Advirtieron que necesitaban la contención y la red de apoyo”.
Julieta añade que esas personas “se encontraron cayendo en cosas que ya creía superadas y hubo que reforzarlas”.
“En estos temas es todo parte de un proceso, en el que un punto es aceptar la realidad, tratar de enfrentarla e ir paso a paso, y la recaída es parte de ese proceso. Quien trabaja con personas con padecimiento de adicciones sabe que no hay una pastilla mágica para solucionarlo, sino que es un proceso que conlleva recaídas, frustraciones y tiempo”.
Quienes quieran ingresar en el programa deben mandar un mensaje de WhatsApp al 291-4444355 con la frase “ayuda emocional”. Posteriormente serán contactados por un integrante de la ONG.
Resalta que esa es una instancia compleja, pero que “se puede salir adelante con ganas y acompañamiento”.
Más de un motivo
Vanesa aclara que “cuando hablamos del consumo problemático decimos que es multicausal, y en este tiempo se notó más que nunca esa característica. No solo se sumó la cuestión económica, que es importante y con muchas familias hubo que articular alguna ayuda alimentaria, sino que también entran en juego lo emocional y la soledad”.
“Siempre destacamos que la persona que tiene un problema de adicción no es tan diferente a nosotros. El punto pasa por cómo transita las situaciones que le generan angustia, ahí es donde radica la diferencia. La persona con adicción le genera un daño a su cuerpo, a su psiquis y a sus vínculos, mientras que quien no la padece busca hablar o pide ayuda”.
A la ONG no le importa qué consume la persona o en qué momento lo hace, sino el origen de su angustia.
“Si resolvemos eso quizás se pueda sacar el foco en el consumo al encontrar la respuesta a lo que genera ese sentimiento. Por ahí no lo va a resolver completamente, pero lo va a saber transitar”.
Troncozo comenta que están asistiendo a varias personas de la zona y que en la primera semana ya tenían a 70 pedidos de asistencia.
“Creamos un grupo cerrado de WhatsApp, donde día a día colocamos audios o textos para orientar sobre cómo gestionar la ansiedad, miedos y emociones. Ahora debimos armar otro, en forma paralela, porque se unieron nuevas personas. Si alguien necesita un seguimiento más personal, se lo asiste en forma particular”.
Julieta, finalmente, sostiene que quienes llegan al programa necesitan sentirse acompañados y saber que alguien va a estar para ayudarlos.
“Es fundamental hacerles saber que hay otro que está preocupado por ellos. Para nosotros es muy importante que nos manden un mensaje diciéndonos que podemos contar otra persona para cualquier cosa, mucho más para quienes están en un contexto como este”.
Vanesa Troncozo aclara que no les importa qué consume una persona sino qué lo motiva, el origen de su angustia.