Las casitas de fiestas sufren en silencio su momento más delicado
Desde la vigencia del aislamiento cerraron sus puertas, con otros agravantes además de no funcionar. No pueden ofrecer un servicio alternativo y tampoco cuentan con una entidad que las agrupe para formalizar algún protocolo.
Entre las decenas de rubros afectados por la propagación del Covid-19, las casitas de fiestas sufren particularmente la falta de ingresos. Acostumbradas a albergar cumpleaños infantiles con juegos, salones, canchas de fútbol, escenarios y animadores, hoy su realidad es muy complicada. Sobre todo, por la imposibilidad de ofrecer un servicio alternativo como el delivery o de realizar aperturas parciales. Además, sin una entidad que las agrupe, tampoco pueden formalizar un protocolo sanitario.
La cuarentena, el aislamiento y el distanciamiento, medidas adoptadas desde marzo buscando evitar el contagio del coronavirus, han impactado en el funcionamiento de decenas de rubros.
Los cuales han debido cancelar sus actividades sin alcanzar a visualizar, en muchos casos, siquiera una posibilidad o protocolo para ponerlas en marcha.
Uno de esos casos es el de las casitas de fiestas, lugares que han ido ganando su lugar en las costumbres sociales, especialmente para la celebración de cumpleaños de chicos, con juegos, salones, canchas de fútbol, escenarios y animadores.
Desde la vigencia de la cuarentena han cerrado sus puertas, con algunos agravantes además de no funcionar. Por un lado, la imposibilidad de ofrecer un servicio alternativo tipo delivery ni realizar aperturas parciales. Por otro, no cuentan con una entidad que las agrupe para presentar propuestas de protocolo que les permita plantear alternativas para una posible reapertura.
Respirar bajo el agua
Para Ignacio Gary, propietario de dos casitas-salones en la ciudad, la situación es por demás compleja considerando, además, que la actividad de estas casitas en general termina a fines de diciembre y no se retoma hasta marzo.
“En general empezamos a respirar cuando vuelven las clases, en marzo, pero este año estamos respirando bajo el agua: llevamos ocho meses sin trabajar y con una expectativa incierta de reapertura”, señaló.
Ignacio mantuvo reuniones con el municipio.
“Fuimos muy bien atendidos por el secretario de gobierno (por Adrián Jouglard), pero la realidad es que la municipalidad no tiene una solución o propuesta. Las condiciones para reabrir depende de los gobiernos provincial o nacional. Nuestra expectativa es hacerlo cuando vuelvan las clases, quizás en agosto o septiembre, pero seguramente llevará más tiempo que nuestra actividad se normalice”.
En estos meses se presentaron en la provincia algunos protocolos para realizar algún tipo de fiesta, mostrar los salones u ofrecer la organización de encuentros en las casas, ninguno todavía aprobado.
“Esperamos que el gobierno nacional considere nuestra situación de llevar meses sin trabajar y poder recibir algún tipo de ayuda, un crédito blando que nos permita al menos cubrir los gastos de estar tanto tiempo sin funcionar. Las casitas dan trabajo a mucha gente, desde animadores, hasta quienes limpian o cocinan. Son muchos quienes viven de este rubro”, apuntó.
Javier Fernández es dueño de la casita “Buena Onda”, ubicada en Maldonado 28.
Tiene a su favor que es propietario del inmueble que ocupa, con lo cual no debe afrontar el pago de alquiler. Como el resto de las casitas, no trabaja desde fin del año pasado, cuando además ya venía registrando una merma.
“Nuestra expectativa es que se reabra a partir de septiembre, con lo cual tendríamos un par de meses antes del verano, aunque este año está perdido. Además veo muy complicada la reactivación de las celebraciones, volver a tener este tipo de reuniones”, dijo.
Hernán, con Ilusiones
“Está complicado, porque además no tenemos acceso a ningún tipo de ayuda desde que cerramos. A esto se suma una incertidumbre enorme porque nadie te puede asegurar como sigue esto”, esgrimió Hernán, propietario de Ilusiones, en Terrada 2500.
La posibilidad de cerrar su casita todavía no la considera porque el propietario del inmueble que ocupa accedió a establecer un alquiler menor, pero si eso cambia, la situación será otra.
“Este año está perdido, eso es claro, porque además cuando se pueda abrir es difícil pensar que la gente mande a los chicos a estos cumpleaños; muchos van a dudar. Nosotros tenemos ideas para trabajar con menos gente o no habilitar algunos juegos, pero no va a ser fácil mantenerlo en funcionamiento”, señaló.
Gisela tiene a su cargo la página web fiestafelíz, que agrupa gran variedad de salones, servicios y lugares.
Su visión es más abarcativa sobre el tiempo que demandará volver a tener reuniones.
“Es complicado por varios factores, entre ellos lograr la educación necesaria para participar en una fiesta. Además es claro que se puede pensar en reprogramar una celebración importante, como un casamiento o un cumpleaños de 15, pero los cumpleaños habituales se celebran en familia y punto".
Consideró difícil imaginar la conducta que seguirá la gente una vez que se habiliten los salones.
“Va a llevar un tiempo volver a la normalidad. El funcionamiento de las casitas siempre se relacionó con el tiempo de clases. Es posible que cuando vuelvan las clases los padres consideren que si mandan a los chicos a la escuela los pueden mandar a un cumpleaños”,opinó.
Sergio, propietario de Pícaros, en Vieytes 1500, repasó todo lo que implicó la cuarentena, ya que hubo de cancelar fechas ya contratadas, reintegrar señas y postergar reuniones.
“Incluso habilitando las casitas es difícil saber si los padres van a tener la confianza suficiente para mandar a sus chicos a un cumpleaños, más allá de cualquier protocolo estricto. Porque es complejo controlar la conducta de muchos chicos y resulta raro celebrar un cumpleaños si, por ejemplo, los abuelos no pueden venir”.
Con “cero ingreso y cero expectativa” en lo que va del año, la posibilidad de cerrar la casita está en gran medida en manos de los propietarios de los inmuebles.
“Si deciden volver al alquiler original, es posible que la mayoría de las casitas cierre”, mencionó.
“Incluso habilitando las casitas es difícil saber si los padres van a tener la confianza suficiente para mandar a sus chicos a un cumpleaños".