La Nueva

“Siempre di el máximo y haciendo todo con muchísima pasíón”

El bahiense Diego Álvarez resumió su vida deportiva ligada al tenis, que hoy, luego de 13 años como profesiona­l, lo encuentra incursiona­ndo como entrenador.

- Tomás Arribas tarribas@lanueva.com

El diálogo con el ex tenista profesiona­l Diego Álvarez, el máximo exponente bahiense hasta la explotació­n de Guido Pella, nos invita a pensar y replantear­nos: ¿es el resultado deportivo lo que realmente determina el éxito de una persona?

Yendo a fondo en el análisis y el discurso del propio Diego, radicado en Sinalunga (Italia) de forma permanente desde 2013, y más allá del exitismo argentino, tenemos la responsabi­lidad de abrir la mente e ir más allá de una victoria o derrota.

Máxime si nos centramos en un camino tan “fulero” como el del tenis, según apunta el propio Álvarez, donde, como alguna vez aclaró el mismo Pella, uno obtiene mucho menos de lo que merece...

“Todo el esfuerzo que uno hace fuera de cancha, que es inmenso y cotidiano como en cualquier otro laburo o profesión, no siempre se puede plasmar en cancha. Lamentable­mente eso no te garantiza nada. Asimismo, el tenis es lo más meritocrát­ico que existe, tan sencillo como una cuenta matemática. Ganás, seguís en el torneo y vas hacia adelante, o per--Y, dés y te vas a tu casa. ”, nos cuenta Álvarez, retirado en 2011.

Dicho ésto, y retomando el disparador de la entrevista, afirmamos que el éxito de Diego Álvarez fue animarse a cruzar el charco con apenas 17 años para ir detrás de su gran sueño; ese que, en contrapart­ida, deja en el camino a miles de millones de jugadores...

“Fui un privilegia­do total. Pude conocer un total de 40 países y vivir mil aventuras. Nunca dejás de descuidar lo económico, porque se vive de eso, pero mi objetivo fue siempre subir en el ranking lo más que se pudiera y responder esas dos preguntas famosas que te puede hacer un vecino que no tiene idea: '¿a quién le ganaste o qué torneo jugaste?'. Si más o menos podés contestar eso, bien. Se podría decir que podés evaluar una carrera”, contó.

“Desde los 17 que me viene a vivir acá a Italia, siempre me dediqué profesiona­lmente al tenis. Mi carrera como jugador profesiona­l duró 13 años, que fueron realmente increíbles. Siempre digo que fue un lujo poder hacerlo como lo hice”, resaltó.

Diego Álvarez, nacido en Bahía Blanca el 6 de marzo de 1980, se inició en el club Sociedad Sportiva.

Allí escribió las primeras páginas y edificó las bases que, años más tarde, lo llevarían a jugar profesiona­lmente de 1998 a 2011. Fue en noviembre de aquel año, cuando, con 31 años, decidió colgar la raqueta.

Estadístic­amente hablando, su máximo halago fue alcanzar el puesto N°216 en el ranking individual ATP, en agosto de 2009, con 29 años; además de la obtención de 2 torneos Futures (N°5 de Chile, en 2008, y N°4 de Bulgaria, en 2010).

“Venía con varios problemas físicos, al punto que no podía sostener un doble entrenamie­nto físico; problemas en la espalda, microdesag­arros, problemas en el hombro. Tampoco estaba tan mal de ranking, me encontraba 400 y pico, pero eso no era lo que yo quería. Así que fue todo gradual”, recuerda.

--¿Qué análisis hacés de tu carrera? ¿Algo para reprochars­e?

--El ser humano siempre es ambicioso, de lo contrario uno no podría haber llevado adelante una carrera como ésta. Pero segurament­e a todos nos haya quedado cosas pendientes. En mi caso, como reproche, me di cuenta tarde que también podía haber sido competitiv­o en cancha rápida y no solo en polvo de ladrillo. Me cayó la ficha en la qualy del US Open (2009), contra un australian­o (Carsten Ball) que estaba cerca del top 100, que me ganó 7-6, 7-6, habiendo estado yo break arriba en ambos sets. Ahí me dije: 'pucha, porqué no creí más en mí'.

"Es obvio que uno hubiera querido más, pero tampoco puedo saber qué hubiese pasado si tomaba otras decisiones. Pasó lo que tenía pasar, di el máximo y haciendo todo con muchísima pasión. Siempre se hablan de los sacrificio­s que hay que hacer para llegar. Pero no, yo pienso que son requisitos. No te queda otra y lo tenés que hacer, como le pasa a cualquier laburante", remarcó.

Ligado al tenis

Asumido el retiro, a Diego Álvarez se le presentó sobre la mesa otro reto personal, igual o más desafiante que el salir a cancha a competir profesiona­lmente y ganarse el mango: nada menos que la tarea de entrenador.

--¿Te costó el paso de tenista a entrenador?

digamos que no es nada sencillo. Conlleva un largo período de aprendizaj­e y adaptación. De golpe pasás a tener en tus manos la responsabi­lidad de formación de chicos y chicas. Te diría que hasta es más desafiante que el rol de tenista, porque acá el partido no lo podés jugar. Es muy importante la llegada al tenista y poder conocerlo en todos los aspectos.

"Es bueno conocer lo anterior. Uno aparece de golpe en la vida tenística de alguien y eso contribuye a una formación que ya viene en proceso. Digamos que sos parte de una continuida­d. No pretendo ponerme la capa de súperhéroe, porque eso puede deparar en una guerra de egos con el jugador, que no lleva a nada. Es importante observar, escuchar y saber cómo entrarle de la forma más útil para ambos", destacó Álvarez.

Siempre con raqueta en mano. Así transcurre­n los días de Diego en Sinalunga, una pequeña localidad situada a una hora de Florencia, donde desde hace 5 se dedica a la formación de jugadores.

"Nuestro concepto no sería de academia, sino de comunidad (T.C. Sinalunga). Esto proyecto lo iniciamos hace 5 años con mi socio Giovanni Galuppo. Con mi pasado de profesiona­l y su experienci­a de trabajo junto a entrenador­es de muchos tenistas italianos de renombre, como Stefano Travaglia (84° ATP) y Matteo Berretini (8°), hace que la fusión funcione muy bien de acuerdo a lo que buscamos: lograr una comunidad más pequeña e íntima con el jugador, contrariam­ente a la academia que, para mí, es algo más comercial", detalló.

"En 4 años, la actividad en el club creció enormement­e --destacó--. Actualment­e trabajamos con 23 chicos de competició­n, entre 10 y 16 años; 3 profesiona­les, donde se destaca la argentina Paula Ormaechea (NdR: llegó a ser 59º del mundo WTA), y casi 60 adultos. Nuestro objetivo es poder acercar a los jugadores al profesiona­lismo, nos sentimos capacitado­s para hacerlo; aunque sin descuidar las otras áreas que también nos interesan".

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ARCHIVO- LA NUEVA. del ranking ATP, la mejor marca personal de Álvarez.

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