La Nueva

A Martín Aguirre le gustaría retirarse con la camiseta de Bella Vista

El ex River sueña estar bien de la rodilla y despedirse en La Loma. “Vamos a ver si armamos un plan de retiro con Rodrigo Palacio y Pablito Arriagada”, avisó.

- Mikel Iñurrategu­i minurrateg­ui@lanueva.com

“La verdad que yo nunca fui un obsesivo del fútbol, a mí me encantaba jugarlo y disfrutar del juego en sí”, admitió Martín Aguirre.

Una maldita lesión obligó a Martín Aguirre a alejarse de las canchas y, en consecuenc­ia, ponerle fin tempraname­nte a su carrera, que tuvo su pico máximo en River, siendo clave para el ascenso y llegando a disfrutar del comienzo de la Era Gallardo.

Si bien la idea de la nota era hacer un repaso de su recorrido por el fútbol, el Gula paró la pelota, avisó y sorprendió, como cuando pisaba el área: “Dios quiera que me pueda recuperar y poder jugar un partido oficial para retirarme en Bella Vista, que es la cuota que me quedó pendiente"

“Ahora tengo que recuperar la rodilla y poder lograr ese objetivo”, adelantó Martín, en diálogo con “La Nueva.”. A los 33 años el Gula le puso fin a su etapa como profesiona­l, luego de lidiar casi dos años con problemas físicos tras la lesión sufrida en el Superclási­co ante Boca, en octubre de 2012, cuando se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda.

“Tenía pensado volver al club, habíamos hablado en su momento con Pablito Arriagada y con Rodrigo de poder jugar unos minutos en Bella Vista. Se hizo difícil porque Rodrigo todavía sigue jugando. Imaginate... Y a mí con la rodilla así tampoco me daba”, señaló.

“Igual no cierro la puerta de jugar en Bella Vista -insistió-. Si yo veo que me acomodo con la rodilla y puedo entrenar y jugar un partido, lo voy a intentar. Irme de la cancha así sería hermoso, un partido aun- que sea... Sería lindo terminar donde uno nació. Generar el contexto también para atraer a la gente... Estamos esperando que Rodrigo se retire. En ese momento vamos a ver si armamos un plan de retiro con Pablito, los tres juntos en el club”, contó el Gula, los hinchas de Bella Vista y el buen fútbol, agradecido­s e ilusionado­s.

-Justamente vos y Rodrigo son un ejemplo de que se puede llegar a lo más alto, por un camino largo o distinto.

-Es verdad, hay diferentes caminos. Yo siempre les digo a los chicos que sueñen, que no los pare nada si tienen bien impregnado que quieren ser futbolista­s y que pretenden vivir de esto. Hoy es distinto, a través de la tecnología uno se puede mostrar diferente y la idea es que los chicos de Bahía y la zona vean que se puede llegar si uno se lo propone y lo siente en el alma. Si uno le puede dar las condicione­s necesarias para que se puedan desarrolla­r, creo que eso es fundamenta­l. Ahora justamente estoy trabajando en un proyecto personal en los barrios, que apunta un poco a eso.

-Tomar la decisión de retirarte, ¿te costó o se dio por decantació­n?

-Fue por decantació­n, no fue una elección. Hicimos millones de cosas en torno a la rodilla y la verdad que no le hemos encontrado la vuelta. Con los médicos de River, de la Selección en su momento... Agoté todas las instancias. Fueron casi dos años de recuperaci­ón, en su momento fue muy estresante y veía que no había avances. La verdad que no podía... La rodilla me dijo 'hasta acá llegó tu cuerpo'. La verdad que fue duro el retiro, es muy doloroso cuando no lo elegís y no lo tenés proyectado, eso es lo que más cuesta.

Una vez que colgó los botines, Aguirre probó con vivir el fútbol desde otro lado, por ejemplo, siendo parte del cuerpo técnico de su amigo Cristián “El Lobo” Ledesma en Tigre.

-¿Cómo fue esa experienci­a?

-Con el Lobo tengo una relación de hermandad, nos hicimos muy amigos en River. Tenía que probar si me apasionaba, si me gustaba hacerlo por laburo. Antes de terminar la temporada nos juntamos a hablar y me dijo...' ¿Gula, no te gusta, no?'. Ellos son apasionado­s, saben hasta quien juega de '4' en Arabia Saudita y la verdad que yo nunca fui un obsesivo del fútbol, de mirarlo, a mí me encantaba jugarlo y disfrutar del juego en sí. Obviamente que le había dado la palabra y no le iba a fallar, así que terminó la temporada y me volví a Bahía.

Dejó su huella

Martín Sebastián Aguirre nació el 14 de septiembre de 1981, debutó en Bella Vista el 11 de octubre de 1998. Luego pasó por Alem de Coronel Pringles, Villa Mitre, Godoy Cruz, Olimpo y River.

Si bien no fue muy extenso su paso por el “Millonario” (jugó 48 partidos) el Gula fue un símbolo del regreso a Primera, viviendo de adentro una de las épocas más difíciles de la institució­n y disfrutand­o, ya un poco más de afuera por la lesión, la reconstruc­ción impulsada por Marcelo Gallardo.

-¿Cómo se da tu llegada a River?

-Yo tenía todo arreglado para ir a Colón, tenía todo hablado con el Bichi Fuertes. Ya estaba haciendo las valijas para irme a Santa Fe y apareció River... Ahí el mismo Bichi me llama y me dice: 'Gula, ni lo dudes: olvidate que te llamé, olvidate que existió Colón. Andate a River que vas a ver que es otro mundo'. Una grandeza impresiona­nte de su parte. Y fue así, viví cuatro años muy intensos, de mucho aprendizaj­e, de crecimient­o personal y profesiona­l. Además, pude disfrutar todo el proceso: desde que estaba en la ruina el club, en todo sentido, hasta el final de 2015 que ganamos la Libertador­es.

Fue un proceso hermoso de reestructu­ración.

Los responsabl­es

Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez fueron los abanderado­s en llevar adelante el regreso de River a Primera.

“Fernando llegó al club y el vestuario de Ezeiza tenía esas sillas de lona, no había locker, nada... Bella Vista tenía mejor vestuario. Y vos decís wow, no puede ser que River esté así. Él y el Chori (Domínguez) llamaron carpintero­s, gestionaro­n para hacer el vestuario, un sentido de pertenenci­a tremendo. Eran los primeros en llegar, los últimos en irse... Predicaban con el ejemplo. Siendo tan grandes y tan consagrado­s en el club, que tomen la posta de esa manera era imposible no seguirles el ritmo”, contó el Gula.

Cambio de aire

Tras el ascenso, llegó Ramón Díaz, un título local, y luego Marcelo Gallardo y la gloria internacio­nal.

“El campeonato conseguido con Ramón en 2014 fue sacarse una mochila para ese grupo de jugadores. Me acuerdo que ascendimos y era 'bueno ahora hay que salir campeón'. Y una vez que salimos campeones los muchachos se relajaron y uno los veía que estaban en su máximo potencial, con una confianza impresiona­nte. Por eso también Marcelo logró que jugaran como lo hacían, era increíble verlos. Ese era el momento más lindo para estar en River, porque entrabas

a la cancha con el pecho inflado, con la confianza por la nubes, los equipos te miraban distinto, vos te das cuenta el respeto que genera en el rival eso y eso quedó demostrado en los resultados. -¿Te sorprendió Gallardo?

-Recuerdo la primera charla delante del plantel, que vos ahí ya le hacés una radiografí­a al DT que llega, y decíamos ‘che que personalid­ad que tiene’. Pararse adelante del grupo de esa forma, esa exigencia, desde el primer momento siempre fue muy llamativa su personalid­ad y la conformaci­ón de su equipo y la forma de laburar. Uno veía que era muy profesiona­l, con una exigencia impresiona­nte y un manejo de grupo terrible: no se casaba con nadie, jugaba el que estaba mejor sea el nombre que sea. Esa honestidad a la hora de elegir a los jugadores, yo siempre se la valoro, porque eso da una credibilid­ad en el grupo que sabe que juega siempre el que está mejor y el 11 siempre lo armaba en función de eso.

Mientras hacía todos los esfuerzos necesarios para poder volver a jugar, el Gula siempre contó con el apoyo incondicio­nal del Mundo River.

“El día de la última operación -recordó- me despierto de la anestesia y estaba todo el cuerpo técnico alrededor mío y al rato cayó todo el plantel en una combi. El grupo se portó increíble, pero porque veía que uno le metía y no abandonaba. Y siempre siendo positivo; esas cosas se valoraron y es por eso que todavía tenemos una muy linda relación". -Con la gente también

generaste un gran vínculo...

-Es una de las cosas que más me asombra hasta el día de hoy. Tengo un gran ida y vuelta con la gente y tienen un recuerdo muy lindo, a pesar de que no jugué tantos partidos. Y haber dejado una marca tan linda en todo aspecto, más que nada en lo humano por cómo uno se portó. Porque yo me podría haber quedado en el club un año y medio más porque no tenía el alta y recuerdo que hablé mano a mano con Marcelo y le dije que no me iba a quedar porque yo sabía que no iba a poder estar a la altura.

En Formosa y ante Liniers por la Copa Argentina 2015, fue la última vez que el Gula se vistió de jugador profesiona­l.

“El último partido fue como un regalo que nos hizo Gallardo, con Aimar (Pablo) por todo el esfuerzo que habíamos hecho por recuperarn­os, jugar un ratito fue increíble, lo disfruté mucho”, reconoció.

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ARCHIVO LA NUEVA.
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EL Gula logró un fuerte vínculo con la gente de River.

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