La Nueva

“Paquillo” Sánchez repasó su carrera a 20 años de su retiro del fútbol

El 16 de este mes se cumplirán 20 años de la despedida formal del delantero que llegó de Estación Quequén para quedar en la historia grande de Villa Mitre.

- Fabián O. Rodríguez Farodrigue­z@lanueva.com

Nunca es tarde para recordar los mejores momentos. A 20 años de su retiro, Luis Eduardo Sánchez tiene una memoria prodigiosa. Aquel centrodela­ntero que tocó el cielo con las manos con Estación Quequén, también supo ganarse el reconocimi­ento de Villa Mitre. Todavía perduran en las retinas de los hinchas tricolores los goles de “Paquillo”, aunque su último acto ya tenga más de dos décadas de historia.

El 9 le contó a La Nueva

como vive en la actualidad aquellos tiempos de gritos de gol, sin dejar de reconocer que ya es un bahiense más. --¿Todavía te seguís viendo adentro de la cancha?

--La verdad que no. No extraño estar adentro de una cancha porque lo disfruté mucho. Sí, en cambio, me moviliza ver a Villa Mitre y ver tanta gente que lo acompaña. Y me gustaría estar adentro, pero no me puedo quejar porque uno ya tuvo su momento y guardo los mejores recuerdos de todo lo vivido.

--En tantos años de carrera, ¿hay alguno más importante que otro?

--Sinceramen­te, tengo tres recuerdos que me a fuego. Fue mucho tiempo adentro de una cancha. Siempre les cuento a mis amigos que cuando me voy a dormir, después de rezar todas las noches, que vivo acordándom­e de todo, pero esas tres imágenes me las voy a llevar para siempre.

“Mi primer gran recuerdo es jugando para Estación Quequén una final de quinta división contra Club Del Valle. Me acuerdo que la ganamos y, cuando terminó el partido, salí a abrazar al DT Raúl Ugarte, quien es como mi segundo papá”.

“El segundo momento máximo es el gol del ascenso con Olimpo para Estación Quequén. Me acuerdo como si fuese hoy el recorrido del festejo porque fue buscar a mi Viejo (Francisco) y verle la cara entre tanta gente en el alambre. Fue una forma de expresar mi sentimient­o; decirle gracias. Gritar un gol cara a cara con el Viejo no tiene precio y siempre se lo digo a los chicos”.

“Y el restante, el gol del título para Villa Mitre en el '91. En el festejo, me tapé la cara porque creía que la gente se me venía encima. Increíble son esos recuerdos porque quedan para toda la vida y pasaron adentro de una cancha, lo que los hace aún más maravillos­os”.

--Contame de aquel primer formador, que se nota que te marcó.

--Raúl pasaba con un Jeep y nos llevaba a jugar al fútbol. Nos cuidaba y nos educaba. No recuerdo una pelea en el entrenamie­nto. Se lo respetaba y se lo quería.

--Hasta que llegó el tiempo de codearte con los más grandes.

--Tuve la suerte de debumarcar­on

tar a los 14 años y encontré un vestuario de futbolista­s grandes, pero que nos hacían participar. Tuve esa escuela. Todos podíamos opinar y pasaba lo mismo más adelante cuando uno ya sentía que estaba en el lugar de los más grandes. Sinceramen­te, tenía cero miedo porque aquellos compañeros nos hacían sentir parte de todo.

--Y vaya si surtió efecto. Lograron un ascenso histórico con Estación Quequén.

--Tal cual. Ese equipo tenía una mística especial, un sentido de pertenenci­a muy fuerte. Muchos de los titulares eran del club, gente autóctona. Para conseguir un logro de esas caracterís­ticas se tienen que dar muchas cosas, pero teníamos mucho más para dar porque sentíamos al club en la piel, el olor del vestuario, el pasto de la cancha, etcétera.

--En Villa Mitre no naciste, pero dejaste un legado...

--De Villa Mitre se nace, pero yo me hice. Soy hincha de Villa Mitre y se lo digo a los chicos de Estación Quequén. Sigo al club permanente­mente y hasta se me han caído las lágrimas cuando el básquetbol, por ejemplo, logró cosas importante­s. --Se te nota emocionado.

--Es que Villa Mitre está en mi vida para siempre. Incluso, en estos últimos años, los dirigentes me dieron la posibilida­d de participar en algún vestuario y les estoy eternament­e agradecido. --De afuera, ¿añorás algún tiempo pasado?

--La verdad que no. Siempre fui a la cancha y jamás sentí nostalgia. Extraño el vestuario porque lo disfrutaba y me reía mucho. Pero no extraño jugar, ya que fueron 21 años en Primera. --¿Te costó tomar la decisión del retiro?

--La verdad que no. Siempre consideré un gusto jugar un Nacional B y a cierta edad uno tiene que dejar el lugar. Para uno ya está. No debe ser egoísta. Incluso, pregonábam­os eso en el vestuario.

“Fijate en que me pasó con Martín (por Carrillo) en el '99. Sin él no ascendíamo­s. Julio (por Román) lo puso a él y me sacó a mí. Y estaba bien que así sea”. --No todos lo entienden así.

--Pero si no formás un grupo, no creo que obtengas logros. En lo personal, considero que el día a día es fundamenta­l. Cuando los jugadores se quieren encontrar para verse primero antes que entrenar no tiene precio. Las charlas, los mates, las anécdotas quedan para toda la vida. Y parea el rival se hace difícil porque nosotros sentíamos algo especial por el compañero.

“Hubo grupos futbolísti­cos que no son fueron tan ricos en cuanto a lo técnico, pero sí muy fuertes en lo espiritual y eso te permite soñar en grande”.

--¿Nunca te picó el bichito de la dirección técnica?

--Nunca tuve la idea de dirigir. Siempre dije que no iba a ser DT. No podía manejar el tema de sacar un jugador. Es Sinceramen­te, es muy difícil estar al frente de un grupo. --¿Y no tenés pensado aportar desde otro lugar?

--Quiero hacer algo con los chicos de Villa Mitre. Creo que es el momento para que algunos buenos valores del club puedan empezar a emigrar. Los chicos tienen una real valía. Hay que hacer los contactos y que todo vaya de la mano. Creo a todos nos gustaría que Villa Mitre sea una escuela. Que primero sean buenas personas y después mucho mejor si nos va bien en lo deportivo. --Se nota que te sentís uno más.

--Es que el jugador que se va de Villa Mitre lo recuerda para siempre y me llenaron de orgullo. Sinceramen­te, desde el día que puse un pie en el club, me trataron como de la familia. Fijate que tuve ofertas como para poder emigrar, pero no me iba a ir por un dinero más importante. Además, uno siempre traté de llegar a la gloria y creo que el ascenso a la B Nacional fue lo máximo. Esa camada se debía un logro como ese después de varios sinsabores.

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FOTOS: PABLO PRESTI-LA NUEVA.
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LAS que siempre están. En las buenas y en las malas, la familia siempre apoyó al 9.
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