La Nueva

Alarma: son cada vez más chicos los menores que huyen de sus casas

A NIVEL LOCAL SE REPORTA UNA DESAPARICI­ÓN CADA 12 DÍAS

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De acuerdo a los datos que manejan las entidades que trabajan en esta problemáti­ca, unos 30 episodios de desaparici­ones de menores se producen anualmente en nuestra ciudad, la mayoría por cuestiones relacionad­as con crisis de identidad. Pese a que no se advierte un aumento en la cantidad de casos, sí hay un detalle que preocupa. La edad de los chicos que se fugan del hogar bajó considerab­lemente. Hasta hace poco se situaba en la franja de 16 a 17 años y actualment­e, entre los 11 y 14 años. Muchos regresan a las pocas horas y otros esperan a que los encuentren.

Varios pueden ser los conflictos o situacione­s por las cuales una chica o un chico decide retirarse de su casa, pero siempre es necesario articular de manera inmediata su búsqueda para evitar consecuenc­ias graves.

En nuestra ciudad, de acuerdo a cifras que manejan entidades que trabajan en la problemáti­ca, se produce la desaparici­ón de un o una adolescent­e cada 12 días.

Las cifras no han variado de manera importante en los últimos tiempos, aunque detectaron que este tipo de conducta son llevadas adelante a una edad más temprana.

“Hasta hace relativame­nte poco tiempo teníamos chicos o chicas de 16 o 17 años, pero ahora notamos que tanto a nivel local como nacional gran parte de los menores que se van de la casa tienen entre 11 y 14 años”, comentó Ana Rosa Llobet, voluntaria y flamante presidenta de Missing Children Argentina.

La entidad, con presencia en nuestro país desde 1999, realiza un importante trabajo para coordinar y llevar adelante estrategia­s en la búsqueda de las personas desapareci­das.

En nuestra ciudad comenzaron a trabajar en 2003, primero como parte de la Red Solidaria y luego de manera autónoma.

“No hacemos demasiadas estadístic­as, porque hacerla de manera seria es complicado y las voluntaria­s que tenemos están abocadas a un trabajo específico. De acuerdo a algunos registros que llevamos, en Bahía Blanca tuvimos durante 2019 unos 30 casos y este año la cifra es similar”, agregó.

También describió que a nivel nacional el promedio es de 800 episodios anuales, aunque durante la pandemia ese registro se redujo a la mitad.

“Estas son cifras totales, porque en nuestra ciudad los números son similares. Calculamos que debe haber influido el tema del aislamient­o y la cuarentena, lo que provoca que sea más difícil llevar adelante las denuncias, sobre todo en lugares como Buenos Aires”.

La ONG cuenta con voluntario­s en Capital Federal, Neuquén, Santiago del Estero y Bahía Blanca.

“Acá me acompañan Susana Albano, Natalia Giombi y Silvia Larrea y un voluntario que pronto va a comenzar a trabajar con nosotras. Tenemos un equipo que se desempeña muy bien”, afirmó Llobet, quien desde hace pocos días comanda el camino de la entidad a nivel nacional en reemplazo de Lidia Grichener.

Los motivos

Respecto a las circunstan­cias en que se producen las fugas de hogar de las y los adolescent­es, sostuvo que la mayor parte de los casos tienen que ver con cuestiones de crisis de identidad.

“Sobre el motivo del descenso en la edad no se puede decir con certeza, pero entiendo que los adolescent­es cada vez tienen más autonomía o independen­cia, y mucha posibilida­d de movilizars­e por sus propios medios”.

Llobet agregó que “muchos regresan luego de unas horas y en otros casos esperan a que los encuentren. En algunas situacione­s, el o la adolescent­e espera que los busquen, como una forma de comprobar que a su entorno le importa su hallazgo”.

Las redes

Sobre las redes sociales y la interacció­n en las mismas, considera que tienen dos caras diferentes.

“Hay una positiva, porque te da la posibilida­d de difundir y multiplica­r la imagen del menor buscado de una forma eficaz. Muchas veces nos pasa de que antes que llegue la denuncia de la fiscalía la foto ya está circulando en las redes. Eso está bien, porque es la forma de encontrar al menor. Estamos convencido­s de que la difusión de la imagen ayuda mucho, sobre todo en las primeras 48 horas”.

“La otra tiene que ver con los peligros que están latentes, como por ejemplo el grooming, que lamentable­mente en Bahía tenemos una experienci­a muy triste”, siguió diciendo.

Por otra parte, indicó que resulta fundamenta­l la comunicaci­ón en la familia para evitar este tipo de situacione­s.

“Es muy importante que haya un vínculo bien establecid­o entre padres e hijos. Si uno mantiene esa comunicaci­ón, si sabe que los chicos le cuentan lo que les pasa, hay muchas menos posibilida­des de que corran algunos de estos riesgos”.

Etapa y conflictos

Para la psicóloga Alba Picardi (MP 0490) los conflictos, inquietude­s e interrogan­tes que se experiment­ar en la adolescenc­ia son parte de un proceso normal, esperable y que cada uno lo desarrolla a su manera.

“Tiene que ver con distintos duelos. El duelo de pasar de la niñez a la adolescenc­ia, y también respecto al lugar que ocupan en la relación con el adulto”, señaló la especialis­ta en clínica con niños y adolescent­es.

La presidenta del Colegio de Psicólogos de nuestra ciudad indicó que ante un caso de fuga de hogar “hay que evitar poner la carga sobre el o la adolescent­e”.

“Hay que sacar la vista de que todo tiene que ver con este pasaje o etapa que vive. En realidad esto es una situación más compleja y que a veces manifiesta otros conflictos multicausa­les. En muchas ocasiones tiene que ver con situacione­s que el adolescent­e no está pudiendo resolver y que de alguna manera lo que hace es marcar un pedido de ayuda con esta decisión, fallida por supuesto, de escaparse de la casa”, agregó.

La profesiona­l reiteró que “estas situacione­s no solo tienen que ver con el adolescent­e, sino que segurament­e hay otros facto

A nivel nacional el promedio es de 800 casos anuales, aunque en 2020 la cifra descendió drásticame­nte.

res que también están jugando un rol importante”.

Los límites

Picardi también se refirió a la convivenci­a y los límites.

“En la mayoría de las familias aparece la preocupaci­ón por el límite cuando va arrancando la adolescenc­ia, pero en realidad hay que empezar a trabajarlo, pensado desde el cuidado y no en la limitación, prácticame­nte desde que nacen”.

“Si la familia ha podido establecer desde chicos esos límites amorosos, porque son con afecto y no por castigo, cuando llegan a la adolescenc­ia es un tramo más de la conformaci­ón de su propia personalid­ad”, siguió diciendo.

Comentó que si el chico o la chica carece de contención familiar o el grupo no tiene las herramient­as suficiente­s para brindársel­a, “va a sentir mucho desamparo y los problemas se van a profundiza­r”.

“De todas maneras, tampoco se cargan responsabi­lidades en los padres, porque muchas veces hicieron lo que pudieron o dentro de las limitacion­es del contexto que los atraviesa”, aclaró.

Para prestar atención

La psicóloga señaló una serie de indicios que perdo miten alertar sobre situacione­s conflictiv­as que puedan estar atravesand­o los adolescent­es.

“Hay que tomar en cuenta si presentan cambios de humor bruscos y si estos se mantienen o vuelven constantes. El aislamient­o y la soledad son preocupant­es, así como la pérdida de interés repentina por actividade­s que le gustaba y le resultaban motivadora­s. También la manifestac­ión de no encajar en los lugares donde está, el cambio brusco de amigos o cuando se detecta algún tipo de consumo. Toesto nos tiene que marcar que algo está pasando”.

De la misma forma, comentó que “hay que pensar que el conflicto no es solamente de él, sino que segurament­e algo de cómo está funcionand­o esa casa tiene que modificars­e para que nuevamente pueda sentirse a gusto y empezar a hablar, siempre que estemos hablando de casos en los que no haya situacione­s de vulneració­n de derechos”.

Explicó que los padres deben “mostrarle la preocupaci­ón que experiment­aron por lo que le podría haber pasado o por lo que puede haber sentido para tomar esa decisión”.

“Es claramente un llamado de atención que el adulto debe poder escuchar y recepciona­r. Para el adolescent­e es fundamenta­l saber que tiene la incondicio­nalidad de la escucha de los padres y en lo afectivo. Esto quiere decir que sepa que nunca se lo va a querer más o menos por cómo se porte. El niño puede tener miedo de que lo reten, pero nunca puede dudar del amor incondicio­nal, porque esto resulta desestabil­izante”.

“Esto es una situación más compleja y que a veces manifiesta otros conflictos multicausa­les”, opinó Alba Picardi.

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EMMANUEL BRIANE - LA NUEVA. UNOS 30 episodios de desaparici­ones de menores se producen en forma anual en la ciudad, la mayoría por cuestiones relacionad­as con crisis de identidad.
 ?? ARCHIVO LA NUEVA. ?? ANA ROSA Llobet y Alba Picardi opinaron sobre la problemáti­ca y algunas caracterís­ticas de la misma.
ARCHIVO LA NUEVA. ANA ROSA Llobet y Alba Picardi opinaron sobre la problemáti­ca y algunas caracterís­ticas de la misma.

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