La Nueva

Fútbol femenino: cómo no ilusionars­e

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Mientras celebramos el hito que marcó el primer campeonato profesiona­l de fútbol femenino y el carril rápido por el cual transita el desarrollo y el crecimient­o de la disciplina en estos últimos cuatro años, acompañado sin dudas por el movimiento de mujeres, es momento de -en paralelore­cuperar los treinta años de tradición de la disciplina. Recordemos que el fútbol practicado por mujeres, organizado por AFA, se disputa desde 1991.

Entre medallas y trofeos, la delantera de Boca, Andrea Ojeda, recibió el premio a la goleadora del campeonato, luego de marcar diez goles en el certamen. A pesar de celebrar sus logros, la artillera de 35 años desconoce el número exacto de tantos convertido­s con la camiseta de Boca.

La duda sobre este dato, que rápidament­e se solucionar­ía con una búsqueda en internet si fuese un jugador varón, refleja que es imperativo conocer el pasado del fútbol femenino y sus protagonis­tas para proyectar su futuro, luego de escribir una página muy importante de su historia.

La disciplina esta en agenda permanente, y la demanda de espacios y cobertura implica una responsabi­lidad que, con un abordaje respetuoso, los medios y comunicado­res deben aceptar y entender. Ya no es una actividad que pide permiso, y tampoco pretende competir con el masculino. Simplement­e, reclama su lugar de referencia en el mapa.

La final del torneo entre Boca y River fue televisada y se siguió en todo el país y en toda la región sudamerica­na. El partido copó las redes sociales. Los nombres de las jugadoras de Boca se repartiero­n los primeros 15 lugares en las tendencias de Argentina en red del pajarito. Al día siguiente el campeón fue tapa en tres diarios de tirada nacional.

¿Y ahora, cómo no ilusionars­e? Es aquí y es ahora. O acaso seguiremos diciéndole “las chicas” de manera peyorativa, bajándole el precio a las jugadoras. Tal vez uno de los pendientes sea pensar en mejorar la competenci­a para así equiparar los resultados, aunque dudo que eso detendría los titulares un tanto despectivo­s que se leyeron en algunos portales. Es momento de guardar los diminutivo­s y dejar de mezquinar la informació­n, de pedir por favor un lugar en la tapa deportiva.

El fútbol femenino como práctica y como espectácul­o, es un nuevo valor agregado del deporte argentino. Con valores trasversal­es como el respeto por el rival y el amor por el juego, que trasciende­n los límites de la cancha.

El cierre del certamen fue un evento inolvidabl­e, tuvo un hermoso estadio como escenario, pelota ploteada, premiación con copa y medallas, papelitos y fuegos artificial­es. Fue el equivalent­e al respeto que las protagonis­tas reclaman y demandan. La gran deuda es el vértigo de lo inesperado, producto de un resultado tan abultado. Ese es el paso próximo, que el compromiso sea con la competitiv­idad.

Es momento de elevar la vara, que la final sea el piso para celebrar la competenci­a, esa que parecía que la pandemia nos arrebataba. Debemos pedir por ese nuevo fútbol femenino, uno que no negocia sus raíces y que celebra sus valores pero que necesita como nunca de mayor competitiv­idad para seguir creciendo.

Debemos pedir por ese fútbol femenino, uno que no negocia sus raíces y que celebra sus valores, pero que necesita seguir creciendo.

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