La Nueva

Capaz de navegar solo, el primer barco inteligent­e se lanza a cruzar el Atlántico

El “Mayflower 400” tiene previsto zarpar en los próximos días desde Inglaterra a Estados Unidos. Puede tomar sus propias decisiones y navegar de forma totalmente autónoma. Realizará diversos estudios en el mar.

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Tambaleánd­ose suavemente en un ligero oleaje, el “Mayflower 400”, primer barco inteligent­e, detiene sus motores en la bahía de Plymouth, en el suroeste de Inglaterra, y activa un hidrófono concebido para escuchar a las ballenas, todo sin la intervenci­ón de ningún humano.

Capaz de tomar sus propias decisiones y navegar de forma totalmente autónoma, este pequeño trimarán de 9 toneladas y 15 metros de eslora, cubierto de paneles solares, se prepara para emprender una arriesgada travesía del At- lántico sin nadie a bordo con la ambición de revolucion­ar el estudio del mar.

El océano “es la fuerza más poderosa del planeta que mitiga todo nuestro clima”, explica Brett Phaneuf, fundador de la asociación ProMare y artífice del proyecto. Pero más del 80% sigue sin explorar, debido a su inmensidad y los peligros que presenta.

“El mar es un entorno implacable, por lo que disponer de un barco sin personas a bordo permite a los científico­s ampliar el área que pueden observar” abaratando los costos, agrega Rosie Lickorish, especialis­ta en tecnología­s emergentes de IBM, uno de los socios que se fueron sumando al proyecto desde su nacimiento hace cuatro años.

Al conocerse la idea, “otros proveedore­s de tecnología empezaron a darnos ayuda hasta niveles absurdos”, bromea Phaneuf acerca de los “cientos” de personas que desde India a

Estados Unidos, pasando por Japón o Suiza, participar­on en este “esfuerzo global”.

Sin su colaboraci­ón, el proyecto “habría costado decenas de millones” en lugar del “poco menos de un millón de dólares” invertido por ProMare que, sin ánimo de lucro, ofrecerá gratuitame­nte la informació­n generada por un proyecto aplicable en el futuro a la navegación comercial.

Previsto para zarpar la próxima semana, dependiend­o del tiempo y una incierta autorizaci­ón de las autoridade­s británicas, el barco debe tardar tres semanas en reproducir el trayecto hasta otra Plymouth, en Massachuse­tts, que el “Mayflower” original efectuó hace 400 años, en 1620, con un centenar de peregrinos a bordo.

“Pensar solo”

La construcci­ón del barco, en que todo está robotizado, desde el timón hasta el generador diésel que complement­a la energía solar, llevó un año.

Mucho más largo fue el desarrollo de su capitán virtual, una inteligenc­ia artificial de numerosos algoritmos que empezó aprendiend­o a identifica­r obstáculos marítimos mediante el análisis de miles de fotografía­s.

Los programado­res también le proporcion­aron las reglas para evitar colisiones, como el código de carretera para los coches autoconduc­idos, utilizadas por todo capitán humano.

A partir de ahí, el barco empezó a salir al mar para hacer un “aprendizaj­e supervisad­o” en el que “podíamos decirle qué son buenas acciones y malas acciones, qué es seguro o peligroso”, explica Ollie Thompson, ingeniero de software y robótica.

Después, “pasamos al estadio en que el barco es capaz de corregirse a sí mismo”, es decir de “pensar” gracias a una “red neuronal”, sistema informátic­o que simula el modo en que un cerebro humano analiza la informació­n. “Y siguió aprendiend­o solo”, utilizando sus ojos, un sofisticad­o sistema formado por seis cámaras, y sus oídos, compuestos por un radar, agrega Thompson.

Sin embargo, por limitacion­es regulatori­as a la aún inédita navegación no tripulada, a dos semanas de la partida el "Mayflower 400" aún no había podido "salir a una alta mar agitada, con grandes olas, viento, lluvia, el peor escenario" de una violenta tormenta, lamenta Jenking-Rees.

En su lugar, el capitán virtual debió entrenarse frente a olas habitualme­nte de 50 metros, uno de los principale­s peligros, en un simulador.

La inteligenc­ia artificial se utilizará también para los experiment­os científico­s, explica Lickorish.

En el caso de las ballenas, el algoritmo “fue entrenado con miles de horas de audios de diferentes partes del mundo para detectar mamíferos marinos, reconocerl­os y decirnos algo sobre la distribuci­ón de sus poblacione­s”.

El barco analizará también la composició­n química del agua utilizando una “lengua inteligent­e”, medirá el nivel del mar y tomará muestras en busca de microplást­icos, entre otros experiment­os ideados para recolectar datos como hacen los robots espaciales desde hace décadas.

Pese a su total autonomía, el equipo vigilará al barco las 24 horas desde Inglaterra para intervenir por control remoto en caso de peligro o ir a buscarlo si se produce un error fatal del sistema. Fuente AFP.

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