Un investigador bahiense sostiene que el Covid-19 se originó en un laboratorio
“Fue construido a partir de las recombinaciones del coronavirus del murciélago con el RBD del pangolín, y a esa quimera se le agregó un detonador”, dijo Ariel Fernández.
“Más de una década estuvieron probando distintas quimeras para estudiar la transmisibilidad al humano. Hasta que se les escapó de las manos”.
Esta es la conclusión del investigador bahiense Ariel Fernández, para ratificar, con palabras del vecino de a pie y más allá de los argumentos científicos, una de las presunciones más debatidas acerca del origen del Covid-19 que, desde hace más de un año, se convirtió en la pandemia que afecta al mundo entero.
El Dr. Fernández, en Nueva. diálogo con La desde los Estados Unidos, dijo que el análisis del genoma sugiere que el SARSCoV-2 (Severe acute respiratory syndrome coronavirus) es una quimera; es decir, la combinación de dos virus.
“Buena parte del genoma se asemeja mucho al virus CoV RaTG13 del murciélago. Sin embargo, el receptor binding domain (RBD) es casi idéntico al del CoV del pangolín y ese RBD está, a su vez, optimizado para unirse al receptor de la célula humana”, sostuvo.
El pangolín es un mamífero placentario, en riesgo de extinción, que ingresa en forma ilegal a China.
“Este caso particular sugiere la intervención humana, pues esa precisa inserción le confiere al virus la habilidad de cruzar las especies, lo cual nunca ha sido visto en ninguno de los otros virus de la familia SARS”, agregó.
“Esta recombinación no pudo surgir naturalmente, pues para ello un murciélago infectado tendría que infectar a un pangolín, a su vez, también afectado con su propio CoV, y en la misma célula tendría que ocurrir la recombinación. Ello no es factible, pues la población de pangolines es bajísima y la de infectados, menor aún y, además, ambas especies tienen distintos nichos ecológicos. Asimismo, el CoV del murciélago no reconoce al receptor en la célula del pangolín, por lo tanto no la penetra”, relató el Dr. Fernández.
“Es decir, mediante manipulación genética el pangolín se usó como huésped intermedio para que el CoV derivado del murciélago, que originalmente era incapaz de saltar al humano, pudiera ahora infectarlo”, explicó.
“Hay que agregar, además, que el procedimiento de mutagénesis dirigida que se aplicó sobre la quimera para saltar al humano no deja rastros”, relató.
El Dr. Fernández dijo que la manipulación genética del virus del murciélago, para crear el SARS-CoV-2, no terminó allí.
“Para saltar del pangolín al humano fue necesario, además, crear en la espira del virus un sitio de clivaje (NdR: corte), como lo tiene el virus MERS, pero no el CoV_RATG13 del murciélago”, describió.
“Ese clivaje lo realiza una enzima, específicamente una proteasa, del humano llamada furina (NdR: furin en inglés), que se expresa en los tejidos de varios ór
“Los análisis genómicos muestran que el SARS-CoV-2 es una quimera”, dijo el Dr. Fernández.
y reconoce el sitio de clivaje que, como comenté antes, es específico del virus MERS”, admitió.
“Asimismo, ese sitio de clivaje, el ‘detonador’ del coronavirus, una vez que ingresó al humano fue ‘cosido’ al genoma del virus del murciélago de una manera que es completamente artificial. La naturaleza no cose así”, señaló Fernández.
“Así entonces, el SARSCoV-2 puede afectar diversos órganos, especialmente a todos aquellos donde se exprese la furina”, sostuvo.
Estos argumentos del investigador —egresado de la UNS y doctorado por la Yale University— serán enviados con sus precisiones técnicas a publicación a una revista científica.
—Dr. Fernández, ¿cuál sería la intención de trabajar en función de un arma biológica?
—No creo que hayan buscado específicamente crear un arma, sino estudiar si el CoV del murciélago puede transmitirse a humanos y, luego, se llega a la exploración de esa alternativa con potencial bélico. Pero el plan se les fue de las manos y el virus se escapó del laboratorio. Además, al ‘armar’ al virus transmisible, dotándolo del detonador, realmente se pusieron a jugar con fuego.
“Ya había advertencias a la embajada de los Estados Unidos de que las condiciones para desechar material de laboratorio en el Instituto de Virología de Wuhan (WIV) eran malas o, por lo menos, deficientes”.
“La prueba de que el virus se hizo en un laboratorio está en los detalles, como explico en el artículo profesional. Cuando empezó la pandemia, el WIV borró de internet su base de datos y los Estados Unidos le retiró, en forma abrupta, la ayuda financiera que habían acordado a través del programa EcoHealth del NIH (NdR: Institutos Nacionales de Salud) desde el año 2015.
“Los Estados Unidos dejó de hacer quimeras con virus cuando salió una legislación, que lo prohibía, en la época del presidente Barack Obama. Y entonces resolvieron hacer outsource (NdR: subcontrataciones) a China a través de subsidios de NIH para el Instituto de Virología de Wuhan.
“El documento lo proveyó Christina Lin. Este paper, del año 2015, muestra que Carolina del Norte y Wuhan ya estaban colaborando para hacer que el CoV del murciélago fuera transmisible a humanos mucho antes de que comience la pandemia”.
—¿Hay antecedentes en este sentido?
—Los chinos tienen larga historia de virus que se les escapan de los laboratoganos
rios, pero nadie está exento de culpas en ese sentido. Hay antecedentes en otros países de torpezas en el desecho de material de laboratorio.
“La pandemia de gripe A (H1N1) de 2009 fue casi con seguridad responsabilidad de China. Desechan material de laboratorio por desagües e inodoros y por la basura convencional. Pero repito, esas torpezas no sólo se ven en China”.
—¿Puede tomarse a 2015 entonces como el origen de la teoría de la conspiración de la manipulación genética?
—La teoría ganó impulso con los documentos, recientemente publicados, de científicos militares chinos. Son de ese año y destacan la tentadora oportunidad de guerra biológica consagrada en el armamentismo de coronavirus.
“El documento interno enfatiza el interés en las implicaciones bélicas de tales modificaciones de ga- nancia de función de los coronavirus.
“La manipulación genética del SARS-CoV-2 puede haberse llevado a cabo y puede que ni siquiera deje un rastro. Por lo tanto, se necesita con urgencia una investigación exhaustiva de los registros de investigación en WIV, a pesar de la reciente eliminación de su base de datos de internet”.
—¿Cuál es el grado de participación de los Estados Unidos en esta eventual manipulación genética?
—Muy elevada. Para las manipulaciones de ganancia de función de los coronavirus, el asesor de Covid-19 del presidente Donald Trump, Anthony Fauci, aprobó una subvención de 3,7 millones de dólares financiada por los Institutos Nacionales de Salud en el año 2015.
“La subcontratación al WIV financiada por los NIH se produjo después de que la administración de Obama impusiera una prohibición a la investigación de 'gérmenes monstruosos' en los Estados Unidos, declarando una moratoria en la investigación de ganancia de función para convertir en armas los virus relacionados con la influenza, el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el SARS”.