Wade: “La fuga de un virus no sería nada sorprendente”
Para el periodista británico Nicholas Wade, especializado en temas científicos y acaso uno de los más importantes del mundo, redactor de las revistas Nature y Science y corresponsal científico del New York Times, “los defensores de la fuga de laboratorio pueden explicar todos los datos disponibles sobre el SARS 2 mucho más fácilmente que aquellos que favorecen la emergencia natural”.
Así lo reflejó en la revista Bulletin of Atomic Scientists, una publicación de prestigio en temas de seguridad mundial y políticas públicas.
Otras conclusiones a las cuales arribó tras semanas de investigación sobre el tema y consultas con científicos expertos son las siguientes:
—“No hay evidencia de que el virus realice múltiples saltos independientes desde su huésped intermedio a las personas, como lo hicieron los virus SARS1 y MERS”.
—“Tampoco hay evidencia de los registros de vigilancia hospitalaria de que la epidemia estuviera cobrando fuerza en la población a medida que evolucionaba el virus”.
—“Está documentado que los investigadores del Instituto de Virología de Wuhan estaban realizando experimentos, llamados de ganancia de función, diseñados para hacer que los coronavirus infecten células humanas y ratones humanizados”.
—“Este es, exactamente, el tipo de experimento del que podría haber surgido un virus similar al SARS2. Los investigadores no estaban vacunados contra los virus en estudio y trabajaban en condiciones mínimas de seguridad de un laboratorio. Así, la fuga de un virus no sería nada sorprendente”.
—“En toda China, la pandemia estalló en la puerta del WIV. El virus ya estaba bien adaptado a los humanos, como se esperaba de un virus cultivado en ratones humanizados. Ya poseía una mejora inusual”.
—“Las declaraciones del equipo de Kristian Andersen (ver En la vereda de…) fueron políticas y no científicas; y asombrosamente efectivas para desestimar la teoría de las fugas de laboratorio. Nadie, en la comunidad científica, las verificó debido a la que llamo “omertà”, la ley del silencio, que existe entre los virólogos, vinculada al temor de perder financiación para sus investigaciones”.