Martín Fernández, un mendocino enamorado de Bahía... Basket
Llegó a la ciudad con 16 años, creció deportivamente, echó raíces afectivas y se fue. Pero volvió, al menos por un tiempo, antes de regresar a Regatas Corrientes. Entrena en el Dow.
“Caí en una familia (Petroni) basquetbolera. Bahía es mi segunda casa, te diría que ya soy un residente bahiense”, dijo Martín Fernández.
Bahía Blanca abrazó al pibe que, casi con 17 años llegó desde Mendoza y lo soltó, formado, con 22. Bahía Basket le abrió las puertas del básquetbol y Andrea Petroni, más tarde, su corazón.
Por eso hoy, aun defendiendo la camiseta de Re- gatas Corrientes y lejos de la ciudad, elige volver al primer amor, que le permite seguir creciendo adentro de la cancha y consolidándose afuera de ella.
“Bahía Basket me hizo mejor persona y profesional, me dio una enseñanza y educación respecto del básquet que no sé si hubiera tenido en otro lado”, destaca Martín, a quien lo unen sentimientos con la ciudad y lo motivan a instalarse cada vez que puede.
“Acá tengo mi otra familia: mi novia, mi suegra (Nenu), mi cuñado (César, el otro, Fernando, vive en San Luis)… Los perros (Tita y Toto). Me siento muy cómodo y contento. Caí en una familia basquetbolera. Bahía es mi segunda casa, te diría que ya soy un residente bahiense”, destaca.
Y, también, agradece la oportunidad.
“Que Pepe (Sánchez) y los entrenadores me dejen trabajar con Bahía Basket me cierra el círculo –reconoce-, porque sigo entrenando a un tremendo nivel y en las mejores instalaciones. Es un placer”.
—Tu novia te siguió a Corrientes ¿Qué importancia tiene para el desarrollo de un jugador joven estar acompañado y contenido?
—Para mí es importantísimo. Sin la ayuda de ella y la familia no hubiese llegado al nivel que logré ni a estar en la Selección. Es muy importante el apoyo después de un mal partido o compartir el festejo cuando lo hacés bien. En mi caso es muy importante, porque estoy enamorado y feliz.
—¿Y cuánto influye la opinión de la mujer en la propia vida del jugador?
—Depende de cada pareja. Hablo mucho de básquet con mi novia.
—Una fiel seguidora de Pacífico.
—Seee. ¡Siempre del verde!. Lástima que no podemos ir a la cancha. Las charlas siempre son para hacerme mejor persona y jugador, lo tomo como algo positivo.
—¿Irte de Bahía, que era como tu casa, te ayudó a crecer?
—Sí, me ayudó a ver otra realidad. De muy chico me instalé en Bahía. Me hizo sentir otras responsabilidades, porque en Regatas se juega a ganar, cuando acá en Bahía competíamos pero el principal objetivo era formar. En ese sentido me ayudó mucho a crecer.
—¿Qué ves cuando mirás hacia atrás?
—Se me cruzan muchas imágenes, de situaciones, como estar acá en Bahía, irme a jugar el TNA a Viedma, lesionarme y esforzarme para volver a la Liga.
—¿Esa decisión de bajar de categoría hizo efecto resorte?
—Creo que me hizo bien. Lamentablemente jugué hasta diciembre, cuando me rompí los cruzados. Volví en un tiempo relativamente corto y de la mejor manera.
El cambio
—¿Qué diferencias más significativas notaste cuando saltaste de Bahía Basket a Regatas?
—En Regatas se le da mucha importancia a los juveniles, lo que sí, les cuesta sumar minutos en la Liga, eso sí es evidente. Acá le dan a todos oportunidades de poder demostrar y eso en otros equipos cuesta un poco más.
—¿La temporada que pasó estabas obligado a afianzarte en la Liga considerando que la próxima dejás de ocupar ficha Sub 23?
—No. Creo que ya me conocen en la Liga por lo que hago. No lo tomé como el año para dar el salto. Ocupar ficha Mayor no me generará más responsabilidad de la que tengo, siendo el que más minutos jugó en el equipo.
—Tu punto fuerte era el tiro y lo fuiste consolidando. ¿Hoy te considerás un tirador o un jugador más amplio?
—Creo que tengo más recursos para anotar y ahora estoy entrenando eso para seguir mejorando, además de potenciar el tiro, que es mi mayor virtud. También me considero un gran defensor, algo que suma a la hora de elegirte.
—¿Haber integrado la Selección lo tomaste como algo pasajero o seguís ilusionado con ser parte?
—Cumplí un sueño y un objetivo. Fue un reconocimiento al esfuerzo y un impulso a querer más. Por eso ya estoy entrenando, dos semanas después de haber quedado afuera.
El mendocino Martín Fernández ya no necesita GPS para buscar su destino, la ruta lo conduce a Bahía, donde tiene todo para seguir creciendo y siendo feliz.
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