Cómo evitar riesgos para que el sexting no abra las puertas del delito
La práctica cobró auge durante la cuarentena más rigurosa. Cada vez son más los casos que se convierten en puerta de entrada a delitos como extorsión o coacción.
El sexting (envío voluntario entre personas de contenido erótico a través de redes sociales o mensajes) se intensificó con la pandemia en busca de disminuir las relaciones íntimas y minimizar contagios por Covid-19. Con su auge se intensificaron delitos, como extorsión y coacción, que hoy perduran. Y cambiaron modalidades que hay que tener en cuenta, especialmente para proteger a los menores.
El sexting fue un término que tuvo un gran auge durante la cuarentena más estricta, al punto de ser recomendado, en un momento, desde el Ministerio de Salud de la Nación, como una manera de evitar los contagios de COVID-19 ante la posibilidad de mantener relaciones íntimas con una persona desconocida.
Se trata de una práctica en la que se envían mensajes con contenido erótico de manera voluntaria.
Pueden ser fotos, textos, audios o videos, los que se transmiten por medio de una red social, correo electrónico o cualquier otra herramienta de comunicación desarrollada para dispositivos digitales.
Estas situaciones responden a un contexto específico. Sin embargo, cuando ese material sale de ese ámbito, surgen consecuencias que son, en muchos casos, impensadas para los protagonistas.
Allí se abre camino a la posibilidad de resultar víctimas de extorsión, grooming, exposición de información personal o daño a la privacidad.
Detrás de estas maniobras hay sujetos que muchas veces se hacen pasar por menores, que se aprovechan de las víctimas y hasta utilizan artimañas para evitar ser descubiertos.
El doctor Mariano Damián Manfredi, miembro del Cuerpo de Investigaciones Judiciales del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires e integrante del Grupo de Trabajo de Interpol para Jefes de Unidades de Cibercrimen de las Américas, describió en su cuenta de Twitter una serie de acrónimos (palabras formadas por signos o abreviaturas) que son utilizados durante las prácticas de sexting.
Muchas veces el uso de estos términos tiene el ob- jetivo de que los padres o mayores no detecten que un menor pueda estar siendo víctima de algún tipo de acoso.
GNOC (desnudate ante la cámara), WTTP (propuesta para intercambiar fotos) o el número 9 (indica la presencia de un mayor observando) son utilizados para intercambiar mensajes de manera “cifrada”.
La extorsión
Una de las derivaciones peligrosas de esta práctica es la utilización del material para exigir dinero a cambio de no viralizarlo o difundirlo. Esto es conocido como sextorsión y la fiscalía bahiense intervino en muchos casos que fueron denunciados ante la Justicia.
Uno de ellos, en los que se abrió una investigación penal, se produjo cuando un hombre comenzó a recibir mensajes de una mujer a través de Facebook.
Las charlas se fueron reiterando, hasta que en un momento el diálogo continuó por WhatsApp y comenzaron a intercambiar fotografías.
Poco después, esta persona recibió el llamado de un hombre, quien le dijo que había estado en contacto con su hija y que lo iba a denunciar por abuso, además de referirle que tenía datos de su familia.
Seguidamente el sujeto le pidió dinero a cambio de no comunicar lo ocurrido, a lo que la víctima accedió.
Pero la situación no terminó ahí, las exigencias del supuesto padre siguieron y finalmente el hombre decidió denunciar lo que estaba sucediendo.
“El sexting no es en sí una práctica con malas intenciones, porque se da en una relación de confianza y con aprobación mutua. El problema radica cuando una de las partes traiciona esa confianza y difunde el material sin el consentimiento de la otra y esto se puede dar previa amenaza o extorsión, lo que denominamos sextorsion”, advirtió Romina Cavallo, representante en nuestra ciudad de la ONG Argentina Cibersegura.
Sostuvo que “en las charlas con las y los adolescentes nuestro objetivo no es atemorizar o desalentar la práctica, sino alertar y concientizar sobre sus riesgos”.
Cavallo describió que las más afectadas son las mujeres y que estas situaciones se pueden dar por relaciones que no terminan bien, venganza y celos, entre otras cuestiones.
“Lo que más estamos escuchando últimamente es que los ciberdelicuentes utilizan el sexting para lograr hacerse del material y luego extorsionar con que contarán a su pareja o difundirán en las redes si no hay un pago monetario a cambio”, explicó.
Un nuevo caso fue denunciado penalmente en Bahía, que nació como una supuesta relación de sexting voluntaria.
Su nombre surge de la combinación de las palabras en inglés sex (sexo) y texting (enviar mensaje de texto por celular).
El contexto
Para Cavallo, “el encierro producto de la pandemia ha fomentado y provocado más conocimiento de la práctica de sexting, no así de los riesgos, por lo que muchos jóvenes y adultos han caído en la trampa de la sextorsión”.
Explicó que en el intercambio con adolescentes notan que estos tienen conocimiento de la práctica, “pero muchas veces no dimensionan los riesgos o los subestiman. Y los que aprendieron, nos cuentan que fue por haberlo vivido en persona o porque lo padeció alguien muy cercano o un conocido”.
“En los adultos, si bien son más conscientes de sus actos, también muchas veces hay ingenuidad por desconocimiento. Creemos que mientras más se
visibilice y se hable, la gente podrá tener más herramientas para poder defenderse”, continuó.
Antes de practicar sexting es importante pensar y analizar en las consecuencias, según la especialista.
Sobre el uso de acrónimos para codificar charlas, Cavallo dijo que “en las charlas no ha surgido que nos cuenten sobre eso, pero no quiere decir que quizás no se esté utilizando”.
“De acuerdo a la situación, muchas veces lo hacemos las personas adultas y es una de las tantas formas que vamos adoptando a la hora de comunicarnos digitalmente. No sería extraño que los jóvenes también lo hagan”, agregó.
Finalmente, la representante local de Argentina Cibersegura consideró que si bien no hay una estadística respecto a la cantidad de casos, “es un fenómeno que se ha multiplicado y cada vez más se encuentran tipos penales que se dan en estas situaciones y ya están tipificados”.