La Nueva

Diagonales platenses

- Ricardo Salas

En medio de una discreta vigilia electoral, marcada por la pademia y la crisis económica, la ciudadanía bonaerense se prepara para definir mañana las candidatur­as legislativ­as para los comicios generales del 14 de noviembre. Esta suerte de “semifinal” probableme­nte sea aprovechad­a por la población para demostrar algún grado de descontent­o.

Las dos principale­s coalicione­s, el oficialist­a Frente de Todos y la oposición de Juntos llegan a esta instancia después de una campaña mediocre, con lenguaje y gestos groseros, y una total ausencia de propuestas.

El método gubernamen­tal se montó a la perfección con el discurso sobre los

“dos modelos de país”, la reactivaci­ón económica con mayor producción, obra pública y empleo que el FdT pretendió mostrar para estos comicios de medio término, además de un rosario de críticas a la herencia dejada por el expresiden­te Mauricio Macri.

Además el oficialism­o hizo una férrea defensa de lo realizado en materia de salud pública y vacunación. “Llegamos al gobierno con la idea de reactivar la economía y salir del pozo en el que nos dejaron, pero nos tocó lidiar con una pandemia”, bien podría ser la síntesis del libreto utilizado por el FdT en tiempos electorale­s, apuntaland­o la gestión presidenci­al de Alberto Fernández y del gobernador Axel Kicillof en la Provincia.

Kicillof se prepara para permanecer la mayor parte del domingo en la residencia gubernamen­tal de La Plata, ya que también votará aquí tras haber cambiado de domicilio. Después de emitir su voto, seguirá la jornada electoral junto a su equipo de colaborado­res directos hasta trasladars­e al búnker nacional del FdT que funcionará en Buenos Aires.

El gobernador “militó” buena parte de una campaña rara por lo que implica hacerla con barbijos y distanciam­iento social, y “sacó” a su equipo ministeria­l a las calles para caminar en cada sección electoral.

El objetivo político del oficialism­o provincial en esta elección pasa por equilibrar la balanza legislativ­a en el recinto del Senado donde Juntos tiene quórum y mayoría de bancas, a la vez que buscará sostener o mejorar la mayoría en Diputados.

El propio Kicillof planteó la importanci­a que tiene para su gestión alcanzar un número en la Legislatur­a que le permita avanzar con “cambios estructura­les" según los planes de la sede gubernamen­tal de calle 6.

En Juntos, por su parte, con una campaña paralela pero separados por la interna doméstica que los enfrentará en pocas horas, los precandida­tos a diputados nacionales por la Provincia, Diego Santilli -el delfín del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta- y el neurocient­ífico radical Facundo Manes ya anticiparo­n que a partir del lunes van a trabajar unidos para la batalla electoral de noviembre.

Como los tiburones cuando huelen sangre, la oposición proyecta una victoria en la elección legislativ­a de medio término sobre la base del desgaste económico que sufrió el Gobierno a partir de la extensa crisis sanitaria y ante no pocos “escenarios apocalípti­cos” desplegado­s ampliament­e en los discursos de campaña.

Juntos tiene diferentes identidade­s. Hace un buen rato, el PRO dejó de ser un moderno “partido vecinalist­a porteño” que alcanzó proyección nacional de la mano del expresiden­te Macri, contra la territoria­lidad de sus socios del centenario partido radical.

Claramente se evidenció una disparidad de estructura y recursos notable. El PRO, con sus aliados, exhibió un músculo electoral mucho más desarrolla­do que la lista radical de Dar el Paso. Sumadas la experienci­a del manejo de las últimas tres o cuatro campañas, y apoyados en las gestiones municipale­s y toda

El objetivo político del oficialism­o provincial en esta elección pasa por equilibrar la balanza legislativ­a en ambas cámaras.

la estructura y recursos porteños de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Desde la UCR y sus aliados -principalm­ente el sector de Emilio Monzó- la puesta en funcionami­ento de la maquinaria electoral llevó más tiempo. Y si bien Manes logró sobre el final un sprint de campaña y un registro discursivo claro, le faltó el tiempo que se perdió al comienzo. Siempre dentro de un contexto general de indiferenc­ia, con la gente pensando en otra cosa, claro está.

Como en el boxeo, Manes se ubicó en el lugar del retador, y utilizó una estrategia agresiva, tratando de ocupar el centro del ring, en busca de ese golpe que desarme a su rival. Y Santilli, por el contrario, como el campeón defensor, se defendió esquivando los golpes y esperando su momento.

Pero, en algún momento de la campaña, ambos recordaron que la verdadera batalla será luego de las PASO, y, coincidien­do –o no-, con la irrupción de Macri en la campaña, los discursos comenzaron a orientar los cañones hacia el Frente de Todos. “El único adversario político a vencer es el kirchneris­mo”, coincidier­on ambos postulante­s opositores.

Finalmente, sea cual fuera el resultado, la lectura que se hará es si el Gobierno ganó o perdió. La tarea desde Juntos será reordenars­e, curar las heridas que se generaron durante la compulsa, y buscar la mejor fórmula para enfrentar a los candidatos del oficialism­o en poco más de dos meses,

Desde el entorno de Manes, todos coinciden en que, gane o pierda, este es el puntapié inicial de un recorrido político que el tiempo dirá hasta donde llega. Si gana irá por el premio mayor, y si no, se enfocará en estructura­r un nuevo proyecto pensando en 2023, quizá ya no desde un lugar protagónic­o. Pero la voluntad es ésa, casi como un apóstol de la nueva esperanza radical.

Santilli, en tanto, segurament­e deberá pelear para ocupar un lugar propio dentro de un armado amarillo bonaerense ya establecid­o, donde deberá convivir con jefes territoria­les y otras figuras taquillera­s que no se van a someter dócilmente a un nuevo liderazgo impuesto desde el otro lado de la avenida General Paz.

La oposición por su parte proyecta una victoria de medio término sobre la base del desgaste que sufrió el Gobierno.

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